08. Noche extraña

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Antes de empezar, en este capítulo habrán escenas no aptas para todo público, cómo las relaciones sexuales "forzadas al inicio", (ya entenderán) Si eres sensible a este tema o simplemente te disgusta, te invito a retirarte y esperar algún capítulo sin este aviso.

Si te quedaste, puedes continuar.

Muchas gracias por leer.

Phillip se encontraba en la sala, cerca de una vitrina llena de vajilla especial y de gran valor, abrió aquella misma y tocó una tacita que tenía un estampado de un querubín rubio de mejillas sonrosadas. Cuándo retiró la mano notó que había quedado polvo en sus dedos pálidos.

Decidió cerrar la vitrina y mirar a su alrededor, no vió nada más que soledad, miró una ventana, casi estaba por empezar el atardecer. Entonces se alejó de la vitrina y emprendió su camino hacía la oficina de Damien.

Caminaba suavemente, aún sus pies se sentían débiles por lo que experimentó en su pasado, pero con el tiempo mejoraba más y más. Solamente necesitaba paciencia y dedicación sobre su propio cuerpo, necesitaba paciencia para olvidar el por qué aún está débil, necesitaba paciencia para olvidar quién le había hecho mierda la vida...

Subió las escaleras, tocando el barandal y notando que no salía polvo, la vivienda tampoco se veía muy sucia pero quería preguntar sobre la vajilla... Sentía que algo puesto dentro de una vitrina debería estar limpio siempre.

Al caminar nuevamente por aquel pasillo el cuál tenía la alfombra de terciopelo rojo, notó jarrones con flores carmesí, se detuvo a tocar una flor y apreciar su aroma, aquello le recordó al aroma que usualmente tenía su amo, un pequeño rubor apareció en su rostro y giró la cabeza.

A lo lejos se divisaba la puerta de la oficina, Phillip retomó su camino observando todo lo que estaba a la vista por el pasillo, cómo algunos cuadros de Damien con el ceño fruncido cómo siempre, sonrió suavemente, aquel ceño fruncido ya no le provocaba tanto miedo cómo antes solía hacerlo.

Se acercó a la puerta de la oficina y tocó. Fue recibido por Damien, quién aún llevaba el ceño fruncido.

—¿Qué deseas?

—Buenos días, amo... Quisiera preguntarle si puedo limpiar la vajilla que está en la vitrina de la sala, me gusta ver las cosas dentro de las vitrinas limpias... Y aquella vajilla está llena de polvo.

—¿La vajilla con la taza del Querubín?

—Esa misma.

—No.

—¿Por qué no?

—Por que lo digo yo.

—Mh... ¿Puedo limpiar al menos la taza del Querubín? Como ya le mencioné, me gusta ver las cosas de las vitrinas limpias...

—No.

—Amo, por favor... Es lo último que le pido.

—Ya dije que no.

—¡Se lo ruego!

—Ruega entonces.

—...

—Muy bien, ten buen día.

El cenizo tomó la puerta y la iba a cerrar, pero Phillip colocó uno de sus pies en el marco de la puerta, previniendo que Damien la cerrara.

—¿Qué puedo hacer para que me dejes hacer aquello? —Preguntó el rubiecito adentrándose en la oficina un poco, queriendo conseguir lo que desea.

—¿Cuando cumples 18? —Y el azabache contestó formulando otra pregunta.

—El cinco de diciembre, amo.

No Merezco Tu Piedad || DipDonde viven las historias. Descúbrelo ahora