02. Lágrimas de cristal

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Phillip despertó en su ahora nueva habitación, la luna seguía de pie sobre la oscuridad afuera de las ventanas y aunque parecía ya ser de madrugada, no se sabía, no tenía un reloj a la mano.

El rubio se levantó en un parpadeo, sus pies dolían, cómo si caminara por cuchillos.. Puesto que él aún estaba descalzo sobre la madera del suelo de aquella habitación, pensó en abrir la puerta pero sus falanges temblaban demasiado cómo para acercarse al picaporte y abrirlo con facilidad.

Algo en su cabeza resonó, él era un esclavo todavía y siempre sería así, no tenía derecho de salir de la habitación hasta que su amo le ordenara salir y trabajar.

O almenos eso creía el rubiecito.

Se alejó y se sentó en el filo de su cama, miró sus manos, sintiendo pena y tristeza por cómo se veían.. Él no tenía nada atractivo, vestía harapos y ni siquiera podía mantenerse de pie por su cuenta durante más de una hora, estaba lleno de cicatrices por todo su cuerpo y rostro, su cabello era rubio pero se veía de cierto modo apagado por tanta suciedad acumulada.. Era horrendo en apariencia, ¿Quién podría interesarle alguien cómo él?

Se limitó a llorar, los esclavos no tenían permitido quejarse de su nivel o posición en la vida, pero Phillip sentía su corazón rompiéndose cada vez que recordaba cómo había terminado en esa posición.

Era muy joven cuándo fue entregado por primera vez, ese primer amo era alguien odioso, alguien horrible.. Sabía que aquella persona cometió muchos crímenes, su primer amo, Eric Theodore Cartman.. Luego a los 5 años que pasaron después de haber servido al castaño fue retirado por ser débil e inútil y cambió de dueño a uno el cual nunca pudo conocer su nombre, solo lo recuerda de forma horrenda por qué él fue quién lo castigó derramando químicos sobre su piel, quemando la suave piel blanca del de ojos zafiro, haciéndolo aún más débil.

Se maldice a sí mismo en silencio cada que puede, cada que se da cuenta de lo débil que es.

Una lágrima recorrió su pómulo izquierdo..

Luego fueron dos lágrimas.

Y de todos modos, las cristalinas continuaron bajando por sus cuencas.

Se cubrió la boca al notar una luz amarillenta invadir su privacidad, era su actual amo aún en pijama con una lamparita que se mantenía con el fuego, quién frunció el ceño al ver algunas lágrimas caer por los pómulos del rubio.

—¿Por qué lloras? Se escuchan desde la otra habitación tus sollozos.— Comentó el cenizo, aún con su ceño fruncido pero adentrandose en la habitación dejando la lamparita en una mesa de noche cerca de la entrada.

—No es nada... No se preocupe.— Contestó el rubio manteniendo su mirada desviada, evitando el contacto visual por parte de esos orbes carmesí que tanto penetraban su alma al verlos —Lamento si soy muy ruidoso, solo..— Evitó continuar, empezando a alejarse con sus piernas sobre la cama en la cuál ahora estaba, quedando su espalda contra el cabezal de esta misma.

Damien notó cómo él se alejaba, decidió mantenerse en su lugar, de pie mientras se cruzaba de brazos.

—Creo que te pregunté algo, ¿No creés?— Volvió a comentar ahora con un tono irritado.

—Por favor, amo, no insista más...— Al momento respondió, temblando y con esa mirada de angustia por sobre los orbes carmesí, las lágrimas continuaron cayendo mientras mantenía una de sus manos sobre su pecho en dirección a su corazón, presionando la tela con fuerza.

Damien bufó pero entendió que Phillip ya no quería más interrogatorios, retiró la lamparita de la mesa de noche y solo le dirigió una mirada al rubio antes de retirarse de la habitación completamente.

—Duerme un poco más... Te esperaré en mi oficina, sube el segundo piso y dobla a la izquierda, al fondo encontrarás mi oficina, no olvides tocar.—

Y abandonó la habitación, el rubiecito sonrió levemente mientras se limpiaba las lagrimas y volvía a recostarse en su cómoda cama.. Miró al techo pensando en aquellas palabras dichas por el cenizo.

No pasó mucho tiempo, unas horas quizá.. Ahora los rayos del sol se dispararon en su rostro, Phillip se sintió agotado, cómo si toda la energía que sentía hace horas se hubiera disminuido, cómo si alguien hubiera succionado su energía mientras dormía..

Se levantó con dificultad, mareado y aún sin poder mantenerse bien sobre el suelo, pensó sobre las últimas palabras de su amo... "Sube al segundo piso y dobla a la izquierda" Se acerco con temblores al picaporte y abrió la puerta de su habitación, la luz lujosa casi lo deja ciego de tan fuerte que estaba, se cubrió un solo ojo y miró al     del pasillo.

Escaleras al segundo piso.

Salió del cuarto dejando la puerta abierta, no le dió importancia a aquella acción y fue caminando hacía el final del pasillo, solo había una luz simple que parpadeaba indicando el final.

Ya estaba cara a cara con esos escalones, los subió lentamente impresionado de que rechinaran tanto.. Parecía que se iba a caer al vacío en un mal movimiento que sus débiles pies dieran.
No
Pero para fortuna no fue así, caminó un poco más a la izquierda y ahí se encontraba la oficina ya prevista, tragó en seco y golpeó la puerta.

No escuchó nada... Ni un paso diminuto por parte del interior de la oficina, asumió que su amo no estaba adentro, así que suspiró y estaba listo para alejarse.

Hasta que Damien abrió la puerta haciendo que a Phillip le provocara un escalofrío, la luz amarillenta se disparaba la oficina e iluminó el rostro del rubio.

—Hasta que despiertas. Adelante.— Habló en un tono neutral, invitando al de ojos zafiro a pasar.
Mmm
El mismo obedeció sin reprochar, ahora se encontraba dentro de una habitación con libros, un alfombra de terciopelo negro, un escritorio y mucho papeleo sobre el ya mencionado escritorio.

—Perdón la pregunta pero.. ¿Para qué me necesita?—

Damien suspiró, pensando en una buena respuesta para darle al rubiecito.

—Siendo honesto, no lo sé, Apenas llegaste la noche anterior y me será difícil asignarle a alguien tan débil diferentes trabajos, ¿Sabes? Logré encontrar algo de información sobre tí, tu expediente cómo esclavo habla de lo débil que eres para hacer cosas simples e insignificantes.—

—No entiendo... ¿A qué se refiere? Sea claro, por favor.— Lo único que Phillip entendió de toda esa nueva información, fue que era débil e insignificante, y ni siquiera eso era nuevo.

—Quiero decir, que no debes comer más de lo que puedas masticar. No te sofocaré con labores que sean difíciles para tu cuerpo, no te obligaré a tratar con ese tipo de labores.—

Phillip sintió su corazón lleno de una sensación de extraña felicidad, era la primera vez que le decían que comprendían su situación cómo débil de cuerpo, se sintió vulnerable a las lágrimas, mantuvo sus manos sobre sus muslos con la cabeza baja mientras las lágrimas aún continuaban cayendo por sus cuencas.

—No es para tanto, deja de llorar.—

—Significa mucho para mí, muchas gracias, amo.—

Una sonrisita se esbozaba en el rostro del rubio, agradecido por las palabras conmovedoras de cierto modo por parte de su amo.

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₍ᐢ🥀ᐢ₎¡Holam! Muchas gracias de verdad por apreciar mis historias, gracias a esos primeros lectores por apoyarme.

Este capítulo es corto y no se basa en mucho ya que estoy sin imaginación por ahora.. El siguiente capítulo sera una continuación de este mismo, con más detalles sobre el primer día de Phillip en la mansión.

De todos modos, muchas gracias.

Dreawyy se despide.

No Merezco Tu Piedad || DipDonde viven las historias. Descúbrelo ahora