Último suspiro

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La verdad es que no estoy segura de si es buena idea este capítulo, pues son las memorias del padre de Marja sobre la muerte de su esposa y la razón de la huida de Marja.

Espero les guste.

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No puedo creerlo aún.

Su mano fría estuvo entre las mías un largo tiempo ese día. Fernanda murió y se llevó consigo la única felicidad que me quedaba.

Mi hijo había sido encarcelado hace casi seis meses, por robo y asesinato.

El había dicho que estaba trabajando, y en ningún momento relacioné su "trabajo" con los brutales robos de los que se hablaba; mejor dicho, murmuraba por la zona.

No, en las noticias no hablaban de eso, ya había suficiente muerte y dolor sobre nosotros en las noticias locales, nacionales e internacionales, por no hablar de las calles y las casas.

Mi hijo; si aún puedo llamarle así a ese monstruo, asesinaba brutalmente a quien se cruzaba entre el dinero y él, sin importarle niños, mujeres embarazadas o ninguna vida alrededor.

Lo atraparon junto a sus "amigos" e inmediatamente, de forma cínica confesó los asesinatos uno a uno.

Eso si salió en las noticias, vinieron personas a interrogarnos a Fernanda y a mí. Nosotros sólo queríamos desaparecer, pero no podíamos.

Mi niña se había ido, mi hombrecito había perdido el camino y estábamos sólos con necesidad de tratar el cáncer de pulmón, las piedras en la vesícula y quistes que tenía Fernada en los ovarios.

En conjunto, era algo con lo que ya no podíamos más.

Todo esto me superaba en muchas maneras, yo estudié una licenciatura. Trabajé durante años en una empresa, que de la nada un día decidió hacer recorte de personal, entre los despedidos estuve yo.

Conseguir empleo parece sencillo, pero por la inseguridad; las oportunidades de empleo habían decaído, y más para un viejo decrépito y endeudado como yo.

Terminé trabajando en una tortillería y como mesero, apenas comiendo y sobreviviendo de milagro, logré llevar algunos de los gastos.

Pronto tuve que pedir ayuda a una famosa asociación de una de las más importantes cadenas de televisión pública nacional.

La ayuda que recibí fue bastante... pero aún así las cosas estaban difíciles, el dinero ya no me rendía. Los precios no hacían otra cosa que subir y subir y subir... Y mantener la casa era cada vez más difícil.

Las cosas mejoraron y empeoraron al mismo tiempo. Fuí asignado como jefe de meseros, y aunque tuve que dejar la tortillería, las propinas eran generosas.

Entonces la inseguridad bajó un poco en el estado. Como por arte de magia veías anuncios publicitarios de "ven y conoce" "ven y vive la experiencia" que al final no daba demasiados resultados, pero por lo menos algun turista se habría de perder por allí.

En el trabajo cada vez me iba mejor, las deudas había aprendido a sobrellevarlas y todo iba muy bien... Hasta que llamó una señorita con voz hastiada y agotada, que representaba la monotonía de su traabajo - Hospital TeleNación , Fundación de Ayuda al Enfermo ¿Es usted el señor Joshua Álvarez Montaño?- dijo una mujer de unos treinta y tantos - El mismo ¿Qué sucede? - el alma se me fué al piso desde que dijo "hospital", pero...
- Lamento informarle que la señora Fernanda del Río Ximénez ha fallecido y necesitamos que venga a reclamar el cuerpo. Si no reclama el cuerpo en un plazo de treinta días, le informo que se donarán los órganos sanos de la señora o, en todo caso, se donará el cuerpo a estudiantes de medicina de nuestra fundación "Becados con amor". Gracias por su atención... Mis más sinceras condolencias. - dijo la mujer, que al faltar una respuesta, colgó.

Tirarme al piso y golpearlo fué mi primera reacción, después fuí pasando por distintas emociones negativas desde la ira, el odio, el rencor y la tristeza, sobretodo la tristeza, hasta que decidí ir al hospital a hacer lo que correspondía, despedirme...

Mi hija huyó de nosotros un día, después de decirnos que su hermano había intentado abusar de ella.

No podíamos creerle, no hasta que fué encarcelado y condenado a cadena perpétua, no podíamos creerle hasta que vimos la grabación de la confesión de el que creíamos, seguía siendo nuestro niño.

Mi hija para entonces se había ido a la capital, nos había abandonado y, después de perder a nuestros hijos, nos sentíamos tan mal, que durante muchos meses no pudimos alzar la cara y mirar a nadie a los ojos.

Mariposa-EDITANDO-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora