Mariposa-EDITANDO-

Sinceridad

-Corregido- Ya que yo trabajo en esto, hice algo que creia necesario para poder completar la historia. Entrevistar a alguien, Ana, muchas gracias por tu apoyo. Por contestar a mis preguntas. Por no dejarme con dudas.

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Ella aceptaba que no lo amaba (o eso quería pensar para no sentirse mal por su rechazo), en realidad no lo amaba, pero era un empujón revitalizante el querer a alguien después de estar tanto tiempo sola.

El tiempo que ella lo había cuidado había sido extraño. Ella normalmente no lo habría ayudado. Pero era él, y ya había visto en su rostro la desesperación que ella sentía.

Decidió ayudarlo, porque dejar morir a un ser tan roto y tan bello como ese, le quitaría los pocos razgos de tierna humanidad que aún quedaban en algún lugar de su alma.

Conforme pasaron los días...ella no hacía nada más que cuidarlo. Y aunque no lo sintiera de verdad, fantaseaba con quererlo y con ser querida. Fantaseaba con monopolizarlo y retenerlo en su poder, su belleza lo hacía un ser deseable y su mirada le encogía un poco el corazón.

Sí. Cuando despertó quería hablar con èl. Ya sospechaba cosas sobre su oficio, pero tenía esperanza, la esperanza de que hubiera sido cualquier otra cosa. Vaya idiota... Cuando vió la carta... Aún tenía la esperanza. Sí. La esperanza de que él le dijera, que alguien lo había atacado por alguna razón. Cualquier otra cosa. Pendeja. Muy pendeja se vió cuando siguió negándo la verdad que estaba ante sus ojos.

Cuando preguntó si podían seguir siendo amigos, fué porque quería sentirse importante. Quería que él fantaseara con ella, como ella fantaseaba con él, aunque no la amara.

Siguió. Siguió buscándolo con los ojos, con el alma, con la vida... Y Job la alejó de sí, como si fuera una cucaracha.

Recordándole lo insoportable de su presencia, se alejó, y no lo había vuelto a ver en un largo tiempo.

¿Ahora que le quedaba?

Le quedaba el vacío. Ilusiones perdidas, recuperadas y vueltas a perder. No tenía hambre. Y no era como si antes comiera demasiado, pero, de comerse plato y medio de comida, a comerse medio plato al día....de sentirse normal a sentirse gorda, fea, deforme incluso... Había una gran diferencia.

Su "dieta" se basaba en lechuga, jitomate, zanahorias y agua. Si es que comía. ¿Quien le dió la dieta? Pues ella misma. No era doctora, pero había escuchado que para bajar de peso, habia que comer ensalada.

Sentía como su ropa la hacía ver más gorda aún, de lo que ya era, lo que la hacía pensar cosas como "quizá no me quizo por gorda" y llorar de rabia y abandono.

Se sentía como si su vientre hubiera crecido tres tallas en el último mes, aunque en realidad hubiera bajado como cinco. El espejo le mentía, y ella no se daba cuenta.

Su padre había decidido visitarla, y en cuanto la vió, dió la misma sentencia que ya le habían dado los muchachos en el bar:
"Demasiado flaca, debes comer más".

Obviamente ella no haría caso. Ella tenía buenos los ojos. Podía ver su gordura en el espejo. Esas curvas asquerosas que le sobraban a su cuerpo... Estaban ahí. Las veía. Ella queria volverse una modelo, restregarle su belleza a Job, cuando volviera a verlo, demostrarle lo que se perdía.

Unos meses después el gerente habló con ella :
-Si no engordas esos huesos, te vas. Estás asustando a los clientes, y dudo que si les sirve comida una calaca viviente, razones tendrán para irse- dijo con algo de reproche y lástima por Marja, la que se limitó a asentir, y a mandarlo mentalmente a la verga.

Pasarían otros cuantos meses. El aniversario de la última vez que lo vió, estaba cerca.

Llorando.

¿Porque llorar? No lo amaba de verdad. ¿Porque llorar?

Rechazo.

Soledad.

Y así fue, como en un año, había pasado de los 60 kilos, a 40.

Fué despedida, poco después, aunque "quisiera" comer, ya no podía, a su mente volvía Job, volvía el rechazo. Y como si fuera poco el dinero, que ya no le daba para eso, la mantendría tan flaca como estaba.

Buscaba trabajo, todos le decían lo mismo "te llamaremos". Llamar... ¡Para eso necesitaban tener el número hijos de su putamadre!