Cálido

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Lo sé....hace siglos que no publico...lo siento...me dediqué más a las frases y abandoné la historia... Lo compensaré. Lo juro.
Sin más, el capítulo.
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La mujer que lo recibió en su casa era demasiado amable.
Él comió y se recuperó de sus heridas en unas dos semanas más, ya que había estado dormido algún tiempo.
Entonces llegó un momento en el que ella comenzó con las preguntas incómodas, lo primero que le preguntó fue dónde vivía y el porqué de que lo aventaran a la calle herido de ese modo.

No quiso contestar, se sentía como un perro callejero al que habían rescatado después de ser atropellado y ahora estaban rehabilitando para dar en adopción.

El poco orgullo que le quedaba después de todas las humillaciones en su vida, le dictaba una sola cosa "debo irme ahora" pero de nuevo, al tratar de moverse notó varias cosas:
La primera, que no podría salir de allí al menos aún.
La segunda, que ella era como un pequeño ángel torpe; nunca la había observado con detenimiento, pero ella era linda a su manera.

Era morena, algo llenita, tenía la cara redonda y hoyuelos en las mejillas, una cicatríz encima de la ceja izquierda y sus ojos oscuros denotaban una mezcla de timidez y valentía, nada que ver con un estereotipo de belleza, pero no hacía falta que encajara en eso.

Ella había aceptado a un total  extraño, totalmente sospechoso   (no cualquiera se va desangrando por el culo y es aventado a media calle desde un auto) en su casa sin ningún problema asi que, definitivamente era bastante obvio que ella no era normal.

También era obvio que ella era muy idiota.

En un barrio de prostitución homosexual, si te encuentras a un tipo tirado en el piso, medio muerto y desangrándose por la cola, asumes lo que es; por pura lógica.

Pero bueno si las cosas serían así, era mejor para él. Comida y casa gratis, no en cualquier sitio; ni en un buen lugar con tan buena comida y calefacción como esa, al menos no había insectos u otras molestias.

La suerte le sonreía, una de las escasas sonrisas que le daría en toda su vida, así que, no aprovechar una oportunidad como esa, era como tirar a la basura un boleto de lotería ganador.

Los días pasaban rápido, ella seguía haciéndo preguntas que él no contestaba, seguía alimentándolo y cuidándolo. Él hubiera querido quedarse allí con ella hasta que se hartara y por fin lo echara, pero tenía que volver a su departamento y aunque fuese desagradable, tenía que volver a trabajar; a la misma calle fría de todas las noches, a buscar su nueva duente de sustento en lo que conseguía algo más estable.

El día que decidió dejar la casa, ella estaba muy triste. Se ofreció a acompañarlo a su casa y él agradecido aceptó, era la primera vez que tenía compañía en el usualmente pacífico y solitario camino hasta su casa. Nunca, desde que había salido de su pueblo y llegado a esa ciudad, había tenido más compañía que la de los hombres para los que trabajaba.
Desde chico no fue muy sociable y le costaba mucho alzar la mirada con las personas "normales" (pues la prostitución es un trabajo como cualquier otro, pero muchos no lo ven así, incluido él mismo) y los otros, se dedicaban a competir en vez de convivir o ayudarse.

Al llegar al edificio, la ruinosa fachada los recibió, como previendo el drama futuro, con un nublado y poco agradable panorama, al abrir el pequeño y viejo departamento, un olor a encierro y polvo fué lo único que los saludó.

Mariposa-EDITANDO-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora