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Decir que Minho pudo conciliar el sueño sería mentir descaradamente. Especialmente porque su cabeza no dejaba de repasar los hechos una y otra vez. Una parte de él quería creerle, no, le creía al sujeto. Pero es que simplemente no era lógico, no era algo... ¿normal?

No podía salir de su incertidumbre.

El hecho de haberle pasado su pieza fue algo que también lo aturdió luego. ¿Por qué lo hizo? Su idea era echarlo desde un principio, pero algo ajeno a él lo hizo tener un poco de compasión. ¿Y si el chico había estado manipulándolo? Es decir, podía manipular la tecnología y sus energías, fácilmente podría manipular a un ser humano. Sonaba lógico, ¿No?

—Nada de esto lo es. —murmuró para sí.

Y así siguió, dando vueltas en la cama de su primo sin lograr conciliar el sueño. Por eso, cuando su alarma sonó a las 6 am, el chico se levantó de la cama a regañadientes. Quizá un buen café lo despertaría.

Se dirigió con pasos perezosos a las escaleras, y al pasar por su habitación miró con duda. ¿Debería revisar si todo estaba en orden? Quizá hasta había huído... ¿Estaría aún en su habitación? Negó con la cabeza, cabreado y abrió la puerta lo más despacio posible.

Asomó su cabeza y casi se cayó al suelo del susto al ver que el peliazul estaba despierto, y lo que es peor, observándolo con curiosidad.

—Mierda,  me asustaste. —se justificó, llevando su mano a su pecho, en un intento por controlar los latidos de su corazón.

—¿Por qué? —cuestionó el peliazul.

—¿Qué haces despierto? Pensé que estabas dormido. —murmuró, ingresando a su habitación de lleno. Repasó rápidamente con la mirada para asegurarse que sus cosas estuvieran en orden.

—Arreglé tu computadora —comentó Jisung—. Y arreglé un par de cosas defectuosas también. —murmuró, señalando su mueble donde tenía un despertador y un par de robots y naves espaciales de juguete.

Minho no supo que decir. Su computadora estaba encendida. Se acercó rápidamente y observó la pantalla. Las mismas dos pestañas se encontraban abiertas.

—¿Por qué estás escribiendo sobre nosotros? —cuestionó el peliazul, levantándose de la cama.

Minho se giró a verlo y se forzó a cerrar los ojos rápidamente, ¿Por qué demonios estaba desnudo?

—¡Ponte la ropa! —le gritó, rehusandose a girarse hasta que el alien estuviera vestido.

—No entiendo al ser humano —habló mientras se calzaba el pantalón de chándal—. Se supone que cuando tienen relaciones sexuales no están con ropa, ¿O sí? —preguntó, pasando su cabeza por la polera—. Entonces, ¿Por qué son tan pudorosos con la desnudez?

Minho boqueó sin saber qué decirle. ¿Por qué siquiera le hablaba de relaciones sexuales? Joder. Se sentía como un padre teniendo que contarle a un crío cómo se hacen los bebés.

Se giró con los ojos cerrados.

—Puedes abrirlos, ya me puse ropa —anunció. Minho abrió un ojo con desconfianza y, al ver que era verdad, abrió el otro. El peliazul se sentó en la cama, esperando una respuesta—. ¿Y bien?

—¿P-por qué quieres... saber eso? —preguntó el astrónomo, sintiéndose de pronto tan acalorado. ¿Por qué a él?

Jisung se encogió de hombros. —Tengo curiosidad.

—Por supuesto —masculló—, puedes saber qué planetas son habitables, la razón por la que se esconden de nosotros pero estas... estas cosas no. —se dio media vuelta y se encaminó a la puerta.

𝚟𝚘𝚢𝚊𝚐𝚎𝚛 || MINSUNGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora