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La existencia de Chan y su propósito en la Tierra era algo que siempre le había causado curiosidad al peliazul. Lo conocía de años, sabía a fondo cada aspecto de su personalidad, sin embargo, nunca entendió mucho los orígenes del muchacho, y era algo que le intrigaba, más ahora que lo veía tan cerca de Minho,de su Minho.

Estaba seguro de que pertenecía a la Tierra, se habían encontrado hacía unos años atrás, y Jisung había intentado establecer comunicación con él de vez en cuando, pero ahora que le ponía atención, había muchas incongruencias...

El mayor se había  rehusado tantas veces a hablar sobre sus padres, a hablar sobre su vida. Vamos, no podía evitar cuestionarse un par de cosas al respecto, y las veces que había intentado acercarse a tocar el tema, el chico había rehuido con una facilidad alarmante.

¿Era Chan humano entonces? Se comportaba como uno, aunque también estaba la posibilidad de que se hubiera adaptado lo suficiente en este planeta y que hubiera encontrado comodidad en él, en su cuerpo y en su alrededor.

¿Algún día podría él sentirse de la misma forma? Entonces comenzó a pensar en todas las mentiras que le había dicho al astrónomo, solo para poder tenerlo cerca, solo para poder... para poder buscar alguna forma de que lo recordara, de poder enamorarlo, o de que ya lo estuviera una vez lo recordara. Era un buen comienzo, ¿No? Había mentido con tanta facilidad, que ya hasta le parecía un acto tan simple. Y eso no era todo, era consciente de que el estudiante lo estaba utilizando, pero hacía vista ciega al hecho. No quería descubrir qué tanto estaba siendo utilizado, porque eso lo destrozaría.

Minho dejó salir el aire por la boca y cambió el canal una vez más. Había notado lo distraído que estaba el alien después de lo que le había sucedido, pero no sabía realmente cómo ayudarlo, especialmente porque el peliazul se rehusaba a decirle la razón de su crisis.
¿Cómo podía ofrecerle ayuda si el chico no se dejaba ayudar?

—Jisung, ¿Qué tal si vamos a caminar? —preguntó.

El peliazul volteó a verlo, pensativo.

—Mm, supongo que no estaría mal. —murmuró.

El pelinegro le sonrió. —Ve a abrigarte entonces.

Y como si tuviera un resorte, se levantó y corrió escaleras arriba a sacar un polerón de Minho. Se lo puso rápidamente y sonrió al sentir el aroma del muchacho en la prenda. Bajó las escaleras y se encontró con Minho en la entrada, esperando por él.

—¿Vamos?

Jisung asintió y se dejó guiar por el astrónomo. El chico no dejaba de mirar al cielo con cada paso que daba y eso era algo que a Jisung le encantaba. Podía notar claramente que Minho amaba lo que hacía; la forma en que sus ojos brillaban cada vez que hablaba de astronomía, o con solo mirar hacia las estrellas y encontrar constelaciones y planetas a simple vista. Sonrió al verlo así. Era realmente un espectáculo.

Minho bajó la vista y se fijó en el alien, sonriendo.

—¿Quieres hablar de lo que pasó? —preguntó, mirando hacia la calle, pero sin dejar de observar de reojo al alien.

El peliazul negó lentamente. Realmente no quería tener que explicar nada. Prefería estar en silencio, observando a Minho ver las estrellas. No quería arruinarlo, no ahora, no tan pronto.

—¿Alguna vez has oído de las auroras boreales? —le preguntó, intentando cambiar el tema para que el alien pudiera salir de su mente por unos minutos.

—¿Aurolas bo... boleares? —preguntó, sintiendo que era casi como un trabalenguas. Minho rió.

—Auroras. Boreales —repitió lentamente, Jisung negó, intentando buscar en su cabeza alguna información al respecto—. Es un fenómeno que ocurre naturalmente en la Tierra, o más bien en el espacio, genera unas luces preciosas que solo pueden verse de noche. Es algo realmente asombroso, te deja casi sin aliento el poder presenciarlo.

𝚟𝚘𝚢𝚊𝚐𝚎𝚛 || MINSUNGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora