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Tokyo, Japón. 2019

El verano estaba volviéndose algo realmente desesperante durante esos días. Y no era distinto para Lee Minho, que se encaminaba rápidamente a la Universidad de Tokyo, dispuesto a pasar el resto de ese día encerrado tras las cuatro paredes de la biblioteca, avanzando en su tesis.

En realidad no le interesaba en absoluto el tener que pasar tiempo ahí, mucho menos tener que dar clases express a algunos compañeros de su doctorado sin beneficio alguno. Le agradaba la idea de compartir conocimientos con los demás. Su sueño era abrir un Observatorio, algo que estuviera al nivel de ALMA, e instalar a su vez telescopios de gran alcance para así poder comprobar sus teorías, teorías que llevaba años escribiendo y publicando para la comunidad astrónomo-científica.

Y es que la astronomía se había vuelto su vida entera. Luego de que sus padres murieran se refugió en sus estudios, sin detenerse un solo segundo de su vida para llorar la pérdida de sus más cercanos. Es por esta misma razón que logró ser galardonado por sus estudios y la cantidad de papers que publicó.

Ingresó por el frontis de la prestigiosa universidad, sumido en sus pensamientos, como de costumbre. En su cabeza solo había espacio para una sola idea, y era una que venía cosechando desde hace dos años, cuando leyó en las noticias de un sitio astronómico que el observatorio ALMA ubicado en el norte de Chile había descubierto restos de polvo frío en el sistema de Alfa Centauri, lo cual solo podía significar que el sistema albergaba una complejidad de planetas, con la posibilidad de la existencia de vida en alguno de ellos. Sin ir más allá, había leído hace unos días la noticia de las curiosas señales de radio emitidas desde Próxima Centauri, más específicamente desde Próxima B, que reunía ciertas características para hacerlo un planeta habitable, como la posibilidad de que contara con agua y una atmósfera. Había sido descubierto tan solo hace 3 años atrás, y desde entonces, Minho no había parado de investigar al respecto, aunque la información llegaba de a gotas a él, porque las comunidades científicas podían subir informes al respecto, pero no pasaba mucho hasta que se liberaba otra teoría que pudiera refutar lo que el informe dijera. Era así siempre. Casi como caminar en un campo minado, o en un laberinto.

Sin embargo, era algo que lo emocionaba, y cómo no, si había estado dedicando toda su vida a estudiar el cielo y sus constelaciones y planetas.

Se sentó en uno de los puestos libres de la biblioteca y sacó su laptop. Ese día iba a dedicarse a ver documentales y noticias respecto a Próxima Centauri, necesitaba sumergirse más en el tema. Sentía que solo conocía lo superficial, pero era toda la información que existía.

Pasó horas viendo con atención las descripciones del sistema, de las estrellas y los exoplanetas que lo orbitaban y calculando las probabilidades de enviar un satélite o algo para poder estudiar más a fondo el lugar. Sabía que probablemente los astrónomos que contribuían en ALMA podrían haber evaluado esa opción.

No fue hasta que una persona se sentó a su lado, tocando su hombro, que volvió al planeta Tierra. Se quitó los audífonos y sonrió.

—¡Kento! —lo saludó—. ¿Todo bien?

—Sí, ¿Qué tal tú? —señaló la pantalla del computador de su primo—. ¿Sigues con eso?

—Sabes que la tésis no se escribirá sola.

—Eres tan cabeza dura que no sé si lo admiro o lo detesto. —rió el chico. Minho lo golpeó en el hombro.

—¿Qué te trae por acá? —cuestionó Minho.

—Quise venir a visitar a mi primo, ¿No puedo? —lo miró, haciéndose el ofendido. Min rodó los ojos—. Quería hablar contigo de algo, en realidad...

𝚟𝚘𝚢𝚊𝚐𝚎𝚛 || MINSUNGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora