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—¿Q-qué dices? —volvió a preguntar Kento, sin salir de su asombro.

—Estuve allá —repitió el alien con una paciencia que claramente era fuera del planeta. El japonés había hecho la misma pregunta ya tres veces, sin salir de la impresión—. Lograron que Hyunjin se contactara conmigo de alguna forma, y a pesar de que me rogó que no fuera, que no fuera imprudente, terminé yendo.

—¿P-por qué? —preguntó Minho—. Pudiste haber venido con nosotros, Jisung. Pudiste... Pudiste...

—No, sabes que no podía, Minho. Tú y yo aún tenemos que hablar de la verdad —determinó, hablando con seriedad—. Hyunjin me necesitaba. Así que cuando fui, no me sorprendió ver rostros conocidos.

Minho se levantó furioso.

—¡Ese imbécil de Choi! —maldijo—. Tantos años, tanta preocupación. Todo era una mierda, una farsa —masculló, sintiendo sus palmas doler por la fuerza con la que estaba apretando sus uñas contra estas—. Hijo de puta.

Jisung logró sentir toda la rabia que el chico tenía y lo preocupó.

—Minho, debes calmarte. —pidió.

—¡Y una mierda! Ese imbécil siempre supo mi historia de vida, supo la razón detrás de la muerte de mis padres y- ¡Puta madre!, ¿Por qué todo el puto mundo me miente? —inquirió con un deje de rabia.

Entonces Chan le lanzó una mirada al alien de cabellos azules, y ambos entendieron que era momento de contarle.

—Minho, tenemos que hablar. —volvió a repetir Jisung, ganándose una fría mirada de parte del humano.

—Los tres, de hecho. —intercedió Chan, levantándose de su puesto y tomando a ambos de la muñeca para dirigirse al área favorita de Lee, esperando que eso al menos lograra calmarlo un poco.

Seungmin y Kento se miraron unos segundos y, cuando los chicos desaparecieron, se levantaron rápidamente y los siguieron en silencio. Lo que fuese que fueran a hablar, ellos querían escuchar.

Al llegar, Minho caminó de un lado a otro, como sintiéndose atrapado. Atrapado por el alien y el humano que parecían ocultarle tanto sobre sí mismo, por las dos personas en las que más confiaba en esos momentos.

Dejó el aire salir por su boca y se giró a verlos.

—Lo que sea que tengan que decirme, haganlo ya —ordenó—, no quiero... no quiero más sorpresas, así que suelten todo.

Chan miró de reojo a Jisung, que permanecía impasible frente al humano. Sin embargo, estaba seguro de que por dentro estaba muriendo de nervios.

—¿Y bien?

Sabía que cualquier cosa que le dijera, solo aumentaría el enojo y la desesperación del humano. Y a pesar de que temía que lo odiara, a pesar de que sabía era inevitable que la sola historia tocara heridas profundas, era lo que debía hacer. No tenía cómo devolverle los recuerdos al chico, por más que así lo deseara. Las palabras ni siquiera alcanzarían para mostrarle todo. Así que solo dio un leve asentimiento a Chan y, acercándose a Minho, tomó su rostro entre sus manos, mientras le permitía abrir aquella puerta a los recuerdos que le pertenecían a ambos, a un momento que cambió la trayectoria de vida de ambos.

Sus ojos se cerraron con fuerza, y Lee pudo sentir una corriente eléctrica recorrerlo de pies a cabeza, aturdiéndolo.

Cuando volvió a abrir los ojos, tuvo que parpadear repetidamente, le costó un par de segundos adaptarse, y cuando lo logró, frunció el ceño.

—¿Qué hacemos en el puente? —preguntó con un poco de miedo. Se giró a ver al peliazul, que permanecía a su lado sosteniendo su mano, sereno—. Jisung, si alguien nos ve...

𝚟𝚘𝚢𝚊𝚐𝚎𝚛 || MINSUNGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora