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Jisung no podía evitar sentir un nudo en su estómago, estaba nervioso, por alguna extraña razón que desconocía, o más bien, que no quería averiguar.

Minho le había dicho que lo mejor que podían hacer para matar el tiempo era bajar al río y bañarse, disfrutar de su tarde. Era un plan totalmente inocente, pero solo el alien sabía lo que había estado pasando por su mente desde que el humano se quitó su polera, dejando ver su torso desnudo, y no es como si no lo hubiera visto con anterioridad, pero ahora lo notaba. Ahora lo cohibía.

Por lo mismo -y por sanidad mental- había decidido quedarse en las piedras, observando a lo lejos la forma en que los músculos del humano se contraían cuando intentaba nadar. El cabello le caía por la cara, húmedo, y no podía evitar pensar que era tan atractivo.

Soltó un suspiro derrotado. Llevaba días pensando en lo que había hablado esa noche. Y no podía dejar de pensar en Lee como una pareja, como... ¿Cómo le decían acá los humanos? Ah, sí, como su novio.

Lo que estaba sintiendo no tenía explicación para su alma alienígena, pero cuanto más pasaba en ese cuerpo humano, más le hacía sentido todo lo que sucedía; los nervios al tenerlo cerca, las ganas de estar con él todo el tiempo, el querer fundirse en sus brazos para poder sentir su aroma, la forma en que su corazón palpitaba cuando el pelinegro lo observaba fijo, intimidandolo, pero al mismo tiempo derritiéndolo. Se preguntó, ¿Qué pasaría entonces si se aventuraba a quedarse un tiempo más? Estaba seguro de que su padre lo odiaría, pero en ese caso, ¿Para qué se habría tomado la molestia de llevarlo con él a la Tierra la primera vez que conoció al joven que ahora lo observaba a la distancia, atento?.

Sí, sí tenía que culpar a alguien por cómo resultaran las cosas de aquí en más, se dijo que culparía a su padre.

—¿Todo en orden? —la voz del humano lo sacó de sus pensamientos.

Sacudió la cabeza con brusquedad. ¿En qué momento se había acercado a él?

—Sí, solo... pensaba. —le respondió.

—No parecía eso desde allá —señaló el lugar en el que estaba antes—. ¿Seguro que estás bien? —alzó una de sus cejas.

El peliazul reparó recién en ese momento en lo que sucedía. Lee se había acercado a la orilla, y ahora su cuerpo se presentaba frente a sus ojos, mojado por el agua del río, subió su vista a su cabello y tragó con fuerza.

—¿Q-qué parecía? —preguntó.

Lee sonrió de lado.

—Me estabas comiendo con la mirada, Jisung-ah. —soltó el otro, riendo suavemente.

El rojo subió a las mejillas del alien. ¿Qué demonios le pasaba? Él no era de abochornarse, y detestaba eso, era como una debilidad, lo volvía vulnerable a las bromas del humano.

—B-bueno, ¿Quién te manda a sacarte la polera y bañarte así? —se quejó, incapaz de sostener la mirada del humano.

Minho soltó una carcajada antes de acercarse a Jisung por detrás y abrazarlo, empapando toda su ropa. Han se quedó de una pieza ante el contacto.

Lo que hacían ya no era un amor inocente, en absoluto, pero tampoco le preocupaba. Eran adultos, después de todo.

—¿Pensaste mucho en mí, Hannie? —susurró contra su oreja.

—Minho —advirtió el alien, que volvía a sentir esa descarga eléctrica por su cuerpo—, sé lo que estás haciendo.

El humano bajó sus labios hacia el cuello de Jisung, plantando un suave beso ahí, gesto que logró estremecer completamente al peliazul.

𝚟𝚘𝚢𝚊𝚐𝚎𝚛 || MINSUNGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora