Capítulo 5

12 1 0
                                    

Había admitido (para mí misma, nunca en voz alta) que lo que sentía por Matt no era más que una simple ilusión del amor. A ver, tenía quince años, fue técnicamente el primer chico que llamó mi atención y que hacía latir mi corazón de manera acelerada. Según todos, él fue mi primer amor pero... ¿realmente me había enamorado de él o de la idealización que mi mente adolescente había creado? Me abstengo de compartir con nadie todo lo que hay guardado. De abrirme, de hablar sobre el pasado tendré que desempolvar otros temas que escuecen aún y dejaré que todos vean cuán herida estuve por un tiempo. Prefiero que todos sigan pensando que soy lo suficientemente fuerte como para no haberme quedado llorando en el piso.

Es decir, lo que más me dolió de todo fue la traición, las mentiras y la manera tan vil de echarme la culpa por sus decisiones... Sí, me dolió perder a Matt pero no haber perdido su amor, porque tampoco fue un amor real, sino una ilusión de ella.

Considero que Matt es el pasado, todo lo ocurrido hace dos años es el pasado y ahí debe quedarse. Y mentalizada de esa forma, me aferro a la correa de mi mochila. Debido a la cantidad de universitarios que comienzan a salir de sus clases él no se percata de que estoy parada como una estatua en el pasillo.

Antes de que pueda reaccionar, ya sea para enfrentarme a él o simplemente huir, soy arrastrada hacia el interior de mi clase. Parpadeo confusa a la par que me preparo para dar un puñetazo como lo indica mi cerebro cuando veo quién se ha encargado de encerrarme.

Se trata de Kevin.

Como si existiese otro hombre en la universidad que tuviera la suficiente confianza para arrastrarme sin decirme nada. Ruedo los ojos.

—¿Qué diablos? —inquiero algo molesta.

—De nada, reina —suelta condescendiente.

—¿Te agradezco por? —arqueo una ceja en busca de una respuesta sensata. Al fondo del salón veo a Dominic, uno de los amigos de Scott. Me alza la mano sonriente.

Dominic Harris, tiene la piel bronceada, ojos oscuros y cabello negro. Es atractivo a su manera, de esa forma particular que hace que voltees una y otra vez al verle pasar e intentas que se gire a verte aunque sea una sola vez. Él resulta ser el sueño de mi amiga, de Emms. Desde que se vieron por primera vez en la universidad, ella quedó flechada y en cada oportunidad que tiene se sienta a verlo pasar. He hecho todo lo que está a mi alcance para que se crucen y hablen, le tiro comentarios a Dom sobre Emily que recibe sin entender porque como todo hombre no tiene las señales. Así también he hecho que se reúnan varias veces en la cafetería cuando ya nadie se encuentra por ahí mintiendo sobre tener hambre a Emily y enviándole un mensaje a Dom para que pase a buscar mis suplementos... Lastimosamente, no se me da muy bien esto de ser cupido porque es evidente que él no capta nada y ella se vuelve torpe delante de él.

—Por salvarte de las garras de ese idiota —dice Mason apareciendo de la nada. En realidad, está sentado en una silla detrás de Kevin por lo que no me había percatado de su presencia.

—Así que todos se han enterado ya de que ha vuelto —asiento para mí misma—. Genial.

—¿Quieres que lo golpee? —añade Jax, detrás de Mason.

Jax, Mason, Dominic, Kevin y Scott son el típico grupito de chicos malvados de la universidad que no hacen más que faltar a clases, repartir problemitas y robar bragas de chicas encantadas con el aura que desprenden. En mi interior me encuentro pidiendo paciencia para no acabar enterrando mi cabeza en la mesa del profesor.

—No hace falta, pero agradezco la oferta y la intención —suelto sarcástica. Ellos se ríen. Entiendo por qué las chicas no dudan en lanzárseles encima, tienen unas voces masculinas, ciertamente ronca a veces y cuando ríen es como si el mundo detuviera el aliento por las risas roncas que tienen estos cinco. Sin duda, la perdición de mis compañeras es y será la risa de estos cinco.

Cruzando los límites ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora