HUÉRFANOS

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Malakai

18 años

¡Joder! ¡Joder, joder!

No puedo creer que esto haya sucedido en serio. Dios mío. Como si dormir con ella no fuera suficientemente malo, tuve que ir y correrme dentro de ella también. ¿Por qué demonios no iba a escuchar? La idea de no correrme dentro de ella estaba en el fondo de mi mente, pero se sentía tan malditamente bien. Sucedió tan rápido.

El estómago se me revuelve con náuseas mientras vuelvo a entrar en la iglesia. He sabido desde el principio que lo que estábamos haciendo era obsceno, pero en el momento en que llegué, toda la culpa y el miedo por lo que hemos hecho se multiplicaron por diez. En un intento de frenar mi corazón, racionalizo conmigo mismo.

Somos adolescentes hormonales. Nuestra adrenalina estaba alta y cometimos un error. Un accidente del que no podemos retractarnos... aunque quisiera. Obviamente, no podemos volver a estar juntos así, y nadie puede enterarse nunca, jamás, de esto. Ni siquiera cuando la muerte se deleite con nuestro último aliento podremos murmurar una palabra de lo que hemos hecho.

El Sr. Jasick y el sótano son un completo desastre. Le subo los pantalones y los abrocho antes de recoger las bragas de Adriel para metérmelas en el bolsillo. Probablemente, mamá y papá preguntarán por eso.

Joder. Mamá. ¿Cómo demonios se supone que voy a mantener esa promesa cuando nunca he sido capaz de detenerla en el pasado? La sola idea que ella o papá se enteren de lo de esta noche intensifica el pánico que ya zumba bajo mi piel. ¿Qué harían? Mamá se pondría furiosa por una razón diferente a la de mi padre. Inhalo profundamente para calmar el malestar que amenaza con subir.

¿Lo verá ella como una traición?

Los pasos de Adriel por las escaleras son lentos. La verdad es que no estoy tan enfadado con ella como lo estoy conmigo mismo. Yo tomé la decisión de estar con ella. Aunque, por supuesto, me hubiera gustado que me escuchara y se apartara, si hubiera estado realmente decidido a no correrme dentro de ella, podría haberlo hecho.

Atraviesa en silencio el sótano para recoger la bolsa del cadáver y la deja en el suelo junto al señor Jasick. Con un suspiro, me arrodillo a su lado y le tomo la mano. La expresión de esperanza que ilumina su rostro me apuñala entre las costillas.

-No estoy enfadado contigo, ¿está bien?- Mis dedos buscan los suyos antes que me dé cuenta que podría empeorar la ya de por sí desagradable situación. -Es conmigo con quien estoy molesto. Estar contigo así es algo que he querido durante años, pero está mal. No podemos volver a hacerlo... ni siquiera hablar de ello.

Su frente se arruga con su mirada.

-Desearías que no hubiera ocurrido.

Lo dice como si fuera un hecho, pero lo más loco es que, si tuviera el poder de volver atrás y cambiarlo, lo único que haría diferente es correrme en el suelo del mausoleo y no dentro de ella. Incluso sabiendo que no podemos volver a estar físicamente juntos, ni en un millón de años querría deshacer el hecho de haber podido experimentarla. Tengo muchas ganas de besarla, pero todo esto tiene que acabar. Saber que esto cambiará las cosas entre nosotros crea una barrera en mi tráquea.

-Eso no es cierto en absoluto. Fue increíble. Es que es muy jodido. Si alguna vez se supiera, nuestras vidas estarían arruinadas.

Se queda callada mientras metemos el cuerpo del Sr. Jasick en la bolsa. Dios, esto es una mierda. Todo lo que quiero hacer es consolarla, tocarla y decirle que la amo. Sin embargo, después de esta noche, todo sería más difícil.

-Mierda, tengo que llamar a papá. - Se concentra en su juguete en lugar de en mi mientras me dirijo a mi teléfono, que está sobre una de las cajas. La pantalla de bloqueo se ilumina cuando la abro.

R.I.PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora