SEGADOR

156 11 0
                                    

Micah

47 años

Los niños se alejan de la casa en el auto fúnebre mientras observo desde la ventana de nuestro dormitorio. Azalea aún está en la morgue, así que voy a la cocina a hacer un poco de café, gratamente sorprendido de encontrar una jarra llena. Llenando una taza, me siento en el sofá a esperarla. Las noticias están encendidas, y me rio al pensar en lo que Adriel siempre dice cuando las miro. Vamos papi, no las noticias. ¡Odio ese programa!

Cuando recibí la invitación para la cena de esta noche, estaba a la vez trepidante y esperanzado. Mi matrimonio necesita desesperadamente ser arreglado. Aunque siento una constante vergüenza por mis continuas acciones en nuestra vida sexual, también me siento justificado. No ha estado conmigo de buena gana desde antes que Adriel naciera. Me enfurece que se casara conmigo con una libido saludable solo para cambiar poco después. Soy un hombre con deseos que me han sido dados por Dios. He intentado acostarme con otras mujeres, pero no las deseo, quiero a mi esposa. Amo a mi esposa. Creo que más que estar enfadado, tengo el corazón roto. Además de estar en un matrimonio sin sexo, siento que también estoy sin amor y lo he estado durante años.

Hace mucho tiempo que no salimos por la noche en una cita, así que, aunque espero que le dé un poco de luz, tampoco le gustan mucho las situaciones sociales, por lo que me preocupa que esta noche tenga el efecto contrario.

Los periodistas cierran la transmisión, lo que me dice que se empieza a ser tarde. Tenemos que irnos pronto.La encuentro enjabonándose cuando llego a la sala de preparación.

-Oye, ¿estás lista? Es casi hora de irnos.

Ella no responde. A menudo me pregunto cuánto de lo que digo ella realmente escucha. Mientras se seca las manos, su mirada ardiente se dirige hacia mí.

-He tenido suficiente, Micah.

Las náuseas me golpean tan fuerte que casi me doblo. ¿Qué significa eso?

-Azalea..

Mi miedo por nuestro matrimonio se vuelve rápidamente miedo por mi vida mientras alzo las manos.

-Vamos, cariño, podemos hablar de esto.

-Oh, vamos a hablar de esto -agita el arma detrás de mí. -Ve al cuarto de embalsamado.

La alcanzo, e incluso cuando me declaro, sé que es inútil.

-¡No me toques! -Se arrodilla en el armario, y cuando se para, me apunta con un arma en la cara. -No volverás a tocarme nunca más.

Mantengo mis ojos abiertos para ver algo que la incapacite mientras hago lo que dice porque yo, por encima de toda la gente, sé cuán inestable se puede volver. Una vez que estamos en el cuarto, ella cierra la puerta detrás suyo, nunca quitando el arma de mí. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Hubo un tiempo en que éramos tan felices; el mundo era infinito mientras estuviéramos juntos.

Se me llenan los ojos de lágrimas y bajan por mis mejillas al ver que mi alma gemela, la que me escribía notas de amor y me las metía en el bolsillo, ahora me odia tanto que su única opción es apagar mi existencia.

-¿Por qué, Azalea?

Se ríe de forma maníaca.

-Pregunta el hombre que me ha violado durante años. -Estoy a punto de disculparme, de intentar explicar las cosas, cuando añade -Me asfixiaste, me obligaste a ir a la cama de nuestro hijo y no me hiciste diferente de los pecadores que erradicamos.

Es increíble lo rápido que un solo momento, una sola frase, puede cambiar cada molécula de todo lo que has sentido y romperlo por la mitad. Hizo daño a mi hijo. A nuestro hijo. Me abalanzo sobre ella cuando me tira hacia atrás con un BANG. Mis venas se incendian antes que el lado izquierdo de mi cuerpo grite en agonía. La sangre florece sobre mi hombro, goteando por mi brazo, rodeando un profundo agujero. Ella realmente lo hizo.

Cuando miro hacia arriba, está el cañón de un arma.

-Súbete a la mesa de embalsamado y acuéstate.

Lucho por mantenerme en pie y hacer lo que ella dice, pero no sé por qué. De cualquier manera, no voy a dejar este lugar con vida.

Con un rollo de cinta adhesiva, encierra mis brazos a mi lado, añadiendo presión sin saberlo, aliviando algo del dolor de la herida de la bala. Después de repetir el proceso con mis piernas, hace exactamente lo que me aterrorizaba. Más lágrimas caen cuando la veo llenar una gran jeringa con líquido de embalsamar.

-Vas a sentir la misma agonía que me has causado por años. La única diferencia es que, tienes la gracia de la parca.

Encontrando la vena en mi brazo, desliza la aguja bajo mi piel.

-Hubo un tiempo en el que te amé.

-¿Qué ha pasado, Azalea? Hemos tenido problemas antes de que yo... Ni siquiera puedo decirlo.

Cierro mis ojos mientras mi corazón se agobia entre mis costillas. Por primera vez, entiendo verdaderamente lo que le hice. Lo he racionalizado por años, negándome a admitir la cosa horrible que le estaba haciendo a mi esposa.

Y ella se lo hizo a nuestro hijo.

-¿Cuánto tiempo has estado abusando de Malakai?

Sus hombros caen con su suspiro mientras empuja el fluido en mi cuerpo.

-Ya no sé qué es real y qué no. Puede que mi respuesta ni siquiera sea cierta.

Hay algo que iba a decir, una pregunta que quería hacer. Nada de eso importa cuando el dolor como el que hierve desde adentro sobrepasa todos mis pensamientos. Sé que estoy muriendo mientras mi piel se derrite en la mesa.

La pesadez pesa en mi estómago, y mis ojos se abren para ver lo que me está haciendo.

-Somos pecadores y necesitamos que nos detengan. -Se me sube a horcajadas, y aunque no es una mujer grande, el peso es insoportable.

Sostiene un pequeño cuchillo quirúrgico mientras las lágrimas le caen por el rostro.

-Adiós, Micah. Nos veremos en el infierno.

Se lleva la cuchilla a la garganta y la pasa antes que mi llanto llegue al diafragma. La sangre brota de la herida en su cuello como una cascada roja. Se ahoga y tose involuntariamente, agarrando el corte como si pudiera evitar que se parta. Sus ojos se encuentran con los míos, y creo que, en este momento, se da cuenta de la atrocidad de lo que ha hecho. A sí misma. A mí.

A nuestros hijos.

A nuestra hermosa familia.

Sus ojos se desplazan hacia el techo antes de caer sobre mi pecho, obligándome a llorar por la agonía de la misma. La sangre se filtra a través de mi camisa, y aunque me quema los ojos y puede incluso empeorar el dolor, lloro. Lloro por ella, lloro por nuestro matrimonio y nuestros hijos. Lloro por la vida que podría haber sido si hubiéramos tomado diferentes decisiones en la vida.

Con mi esposa muerta en mi pecho, la tortura es tan insoportable que se siente como si estuviera perdiendo la cabeza. La ira, la pena, el miedo, la derrota y cualquier otra lúgubre emoción que haya sentido, llega a un punto de ebullición. Apretando mis puños y tensando mi cuerpo, abro la boca para hacer lo único que puedo.

Grito.

--------------

tareas, tareas y mas tareas...

R.I.PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora