TÉ DE CADÁVERES

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Adriel
8 años

—¿Quiere más té de frambuesa, Sra. Topplebottom?— Finjo que dice "Si, por favor" y le sirvo el té invisible, acercando la taza a sus labios congelados. Está tumbada en una de las mesas de embalsamamiento de la sala de preparación, así que tengo que ponerme de pie para esta fiesta del té. Me gusta jugar con los cuerpos en los que trabaja mamá porque a veces quiero amigos que sean personas. Así es más fácil jugar a la fantasia.

Saco del bolsillo de mi vestido el lápiz de labios rojo que saqué del tocador de mamá. Los duros labios de la Sra. Topplebottom hacen que sea dificil no mancharse. Con la cinta amarilla de mi coleta anudo alrededor de un mechón de su cabello.

—¡Que guapa estás hoy!— imagino que me dice: "¡Tú también!" Después de volver a inclinar la taza contra sus labios, le limpio suavemente la boca con una servilleta.

—¿Qué demonios estás haciendo? —grita mami, haciéndome soltar la taza.
—¿Cuántas veces tengo que decírtelo? Esto no es una sala de juegos, ¡Y los cadáveres no son tus juguetes! Ahora, vete a tu habitación. —Señala con la cabeza detrás de mi— O te meteré en una de las taquillas frias y te dejaré congelada.

Mis ojos se abren de par en par ante la amenaza. No creo que ella vaya a hacer eso. Aun asi, no quiero arriesgarme, así que tomo mi juego de té y salgo corriendo de la morgue antes que me grite más.

Una vez que estoy a salvo en mi habitación, miro por la ventana para ver si encuentro a Kai. Lleva todo el dia fuera. Me cruzo de brazos, haciendo un mohin al no encontrarlo.

Es tan solitario a veces. Debería hacer un nuevo amigo. Kai me ganó un peluche de cerdo en la sala de juegos, y además tengo el perrito de peluche manchado que me regaló el tío Bennett por Navidad.

Me siento en el suelo y, con unas tijeras, corto las cabezas y las colas de ambos juguetes. Enhebrando una aguja, empiezo a coser la cabeza del cerdo al cuerpo del cachorro. El toque final es la cola de cerdo rizada. Le sonrío cuando está terminada. Es muy bonita.

—¡Hola, Cerdi-perro!

Los gritos de mamá se cuelan en mi habitación, llenando mis oidos. Saliendo a hurtadillas al pasillo, veo la luz que brilla por debajo de la puerta del baño. Ojalá no estuviera siempre tan triste. Cada vez que intento abrazarla, para que se sienta mejor, me empuja y me dice que no la toque. La alfombra me araña el oido cuando intento ver entre el espacio que hay bajo la puerta.

Espero que esté bien.

Le grita a alguien que se calle. Sin embargo, no oigo a nadie más con ella, y papi está en el First Betel.

—¡Para, joder! —grita.

Un fuerte estruendo me hace sentar para poner las manos contra la puerta.

—¿Mami? ¿Estás bien? —Me caigo hacia delante cuando la abre de un tirón. Se agacha y me agarra por el cuello para arrastrarme por el pasillo.

—¡Solo necesito unos malditos minutos!— Abriendo de golpe la puerta del armario, me empuja dentro con tanta fuerza que me golpeó la cabeza con una de las estanterías. —Vendré a buscarte cuando pueda soportar mirarte.

La oscuridad me ahoga cuando la puerta se cierra. Solo intentaba ayudar. Ella llora mucho, y realmente quiero hacerla feliz. Por mucho que lo intente, no le gusto. Hay un clic, así que sé que me ha encerrado dentro.

Esto se vuelve muy aburrido. Me gustaría tener un reloj porque sé la hora. Ya ni siquiera necesito la ayuda de Malakai. Presionando mi oido contra la puerta de madera, trato de escucharlo. Él me ayudará.

Mis ojos comienzan a sentirse pesados. Sin luz, me entra sueño. Mis rodillas se acurrucan contra mi pecho mientras me acuesto bajo el estante inferior. Los gruñidos de mi estómago me recuerdan el hambre que tengo. Se enfadó conmigo cuando le pedí algo de comer esta mañana, así que no he comido desde ayer. Al menos sé que no estaré aquí toda la noche. Papi llegará.pronto a casa. Vendrá a buscarme si Kai no me salva antes. Lástima que no tenga a Cerdi-perro conmigo, entonces no estaría sola.

R.I.PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora