Malakai
18 años
El agua helada sale de la ducha y me golpea la espalda en forma de gotas. Estoy temblando, aunque no sé si es por la temperatura o por mis sollozos.
Mis dos padres se han ido. Para siempre.
Es un hecho que conozco, pero no puedo evitar dudar que sea cierto. O tal vez me aferro a la esperanza que alguien, en algún lugar, se haya equivocado. Estoy furioso con mi madre por habernos hecho esto. Mis emociones oscilan entre eso y el terror que nos asfixia a Adriel y a mi. ¿Qué pasará con nosotros? ¿La enviarán a una casa de acogida? ¿Estoy destinado a quedarme solo?
Me duele el pecho, palpita hasta el punto que me duele respirar. Abriendo la cortina de la ducha, me arrodillo junto al armario para buscar mi cuchillo.
Relieve en forma de acero.
La destrucción de mi piel me da el consuelo que ansio. Poco a poco, recupero la respiración tranquila. Me seco la cara y me visto antes de ir a la habitación de Adriel. Está vacía. Cualquier otra noche eso no me molestaria. Esta noche, sin embargo, hace que mi corazón tamborilee de ansiedad.
Lo que pasó con nosotros parece que fue hace años de luz. Estoy furioso conmigo mismo por haberme enfadado con ella... precisamente esta noche. Ella no está en mi habitación, lo que deja solo una habitación para comprobar.
Es inquietante como casi puedo sentirlos todavía, como si su energia manchara las paredes y empapara la alfombra. La cama apenas cruje cuando me siento. Todo parece igual que cuando aún respiraban. La curiosidad me da vueltas en la cabeza, preguntándome qué objetos guardaba cerca de ella cuando dormia. Al abrir la mesita auxiliar de mi madre, recojo las fotos que hay dentro. Son de mí. Todas ellas. Un pequeño frasco en la esquina despierta mi interés. Titila cuando lo muevo.
Dientes de bebe de Malakai, dice la etiqueta.
El enfado con mi madre por no tener ni un solo dibujo o boletin de notas de Adriel me hace tirar el frasco, cerrando de golpe el cajón.
Continuo buscando a mi hermana, el pánico me atraviesa los huesos cuando reviso todo el espacio de la sala y solo encuentro al tio Bennett dormido en el sofá.
El aire entra en mis pulmones en el momento en que cruzo al lado de la funeraria. Hay un taburete delante del ataud central en la sala de exposición.
Si no tuviera el corazón tan roto, me reiria. Siempre queria entrar en los ataudes, pero nunca se nos permitia. Al levantar la tapa, mis labios se levantan en una pequeña sonrisa. Adriel está profundamente dormida dentro, tranquila y libre de todos los horribles acontecimientos que consumen nuestras vidas en este momento.
Con cuidado de no despertarla, me deslizo detrás de ella. Es un ajuste apretado, pero es tranquilizador estar tan cerca y confinado con ella de esta manera. Necesito esta comodidad ahora mismo. En este pequeño espacio, su olor intensificado inunda mi mente de recuerdos del mausoleo.
Sé que dije que nunca podríamos volver a estar juntos de esa manera, y definitivamente tiene que parar, pero ahora mismo, siento que ella es lo único que evitara que mi mente vaya en cien direcciones opuestas. La seda de su camisón es suave al tacto. Su pequeño pecho me llena la palma de la mano, y se mueve con un suspiro en el momento en que aprieto la tela. El sabor de su piel en mis labios endurece mi erección que creces contra su culo.
¿Por qué la deseo tanto? No es justo que sienta esto. No puedo controlarlo. Tal vez sea mi dolor o el shock lo que me hace estar tan confundido. Mientras me cuestiono, mi mano se desliza por debajo de su camisón para tocar sus bragas.
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R.I.P
HorrorCHARITY B. Esta historia NO es mía. Traducción no oficial del libro R.I.P de CHARITY B. Contiene escenas explícitas, sexo, muerte, tortura. Leer bajo sus propias responsabilidad