MALAKAI
18 años
Hace frio aqui. Me retuerzo las manos en el regazo mientras me siento junto al tío Bennett, esperando que vengan a buscarnos. La duda me atormenta, haciéndome cuestionar la razón por la que pedi hacer esto.
Estos últimos cuatro días desde que murieron han sido los más largos de mi vida. Es importante para mi que verifique personalmente sus cuerpos. Quiero estar seguro que es verdad. Pero ahora que estoy aqui, estoy pensando que esto puede ser un error. Me aterra ver a mi madre y a mi padre reducidos a bolsas de carne.
Mi rodilla tiembla violentamente cuando un hombre vestido con bata azul se reúne con nosotros en la sala de estar.
—Pueden volver a entrar.
Le seguimos por el gélido pasillo hasta llegar a unas puertas dobles. La temperatura desciende considerablemente, como suele ocurrir cuando se entra en un depósito de cadáveres. Aunque soy consciente que hay otros cuerpos en la sala, mi atención se centra en dos de ellos.
Sin alma y sin vida, los cuerpos de mis padres no son más que contenedores de piel, tendidos en las losas frente a mi. No parecen ellos mismos. Se acercan más a una idea de ellos. No hay forma de negar la verdad de sus muertes después de esto. Girando sobre mis talones, abro de un empujón las puertas del pasillo, pasando por delante del técnico que nos llevó a esa sala olvidada por Dios. Mis pies aceleran y me llevan al exterior. No me detengo hasta que estoy al otro lado del estacionamiento del forense del condado.
Un nudo en la garganta me obliga a doblarme y sujetar las rodillas mientras el mundo gira a mi alrededor.
Huele las flores, sopla las velas.
Los brazos del tio Bennett me envuelven, ralentizando mis latidos.
—Entiendo por lo que estás pasando, chico. Mis dos padres están muertos y ahora mi hermana mayor... —Traga saliva.— ¿Te imaginas ver a Adriel tirada así? —En cuanto las aterradoras palabras salen de su boca, retrocede.— Mierda, lo siento. No debería haber dicho eso.
Pero es demasiado tarde. Mi mente fabrica una imagen del cuerpo muerto y sin vida de Adriel sobre esa fria mesa. Su piel, antes flexible, dura y sin color, sus hermosos ojos grises convertidos en blanco lechoso...
Durante todo el viaje de vuelta a casa, solo puedo pensar en su muerte. La melodía de Neon Gravestones de Twenty-One Pilots ni siquiera es suficiente para distraerme de las horribles imágenes mentales que envenenan mis pensamientos.
Cuando el tío Bennett entra en nuestra calle, dice algo sobre la necesidad de prepararse para una reunión en su oficina, pero no estoy prestando atención. Ni siquiera espero a que su Camaro se detenga en nuestra entrada antes de saltar y entrar corriendo. Necesito verla, abrazarla y asegurarme que aún respira.
En el momento en que la encuentro, sentada en el suelo de su habitación, hablando con sus creaciones, mi corazón vuelve a latir. Mis piernas pierden fuerza y caigo de rodillas junto a ella. La agarro del brazo y la subo a mi regazo, llorando de alivio contra su hombro.
No sé por qué su comentario me asustó tanto. Incluso sabiendo lógicamente que no hay ninguna razón para que ella no estuviera bien, me. sentí como cuando tengo una pesadilla. Una vez que me despierto, necesito estar seguro que no es real.
—¿Qué pasa? —Se gira en mi regazo para sostenerme la cara, encerrándome en su mirada.
—Solo necesitaba saber que estabas aquí conmigo.
Sus labios se levantan ligeramente mientras su mano me acaricia por encima de mis jeans.
—Siempre estaré contigo.

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R.I.P
HorrorCHARITY B. Esta historia NO es mía. Traducción no oficial del libro R.I.P de CHARITY B. Contiene escenas explícitas, sexo, muerte, tortura. Leer bajo sus propias responsabilidad