Micah
43 añosUna gruesa bocanada de humo se escapa entre mis labios. Detesto seguir sucumbiendo a este asqueroso hábito. Tengo que limpiar la iglesia y asegurarme que la furgoneta está libre de cualquier cosa que pueda demostrar que Roger Brown estuvo aquí. El cuerpo aún tiene un par de horas antes que podamos arrojar sus cenizas al rio. Dejo caer el cigarrillo y lo aplasto bajo mi zapato, debatiendo incluso despedirme de mi mujer.
La amo, Dios, la amo, pero no me lo pone fácil. Esta no es la vida que habia planeado cuando me casé con ella. Se convirtió en una persona diferente después de concebir a Adriel. Pensé que mejoraría con el tiempo, pero en realidad empeoró. El único psiquiatra que visitamos estaba seguro que tenia "trastorno esquizoafectivo". El problema es que no creemos en los trastornos. Dios nos hace como somos por una razón. Tomar medicamentos para alterar eso, es como decir que Él está equivocado. Últimamente, sin embargo, me he preguntado si la ayudaría a volver a ser la mujer con la que me casé. La que me sonreía y me dejaba tocarla. La que me amaba.
Saco las llaves de la furgoneta del bolsillo. De todos modos, tengo que cambiarlas por las de la camioneta. En el crematorio, encuentro a Azalea mirando al espacio, viendo un mundo que no puedo imaginar.
ㅡ¿Están los niños en la cama?-pregunto.
ㅡ¿Hmm?ㅡ Sacudiendo la cabeza, agita la mano. ㅡOh, sí, simplemente subieron.
Beso su sien y camino hacia la puerta.
ㅡVoy a limpiar la iglesia. Volveré pronto.
ㅡEstá bienㅡ apenas susurra.
_________
Por la cantidad de sangre en la ropa de los niños, estoy dispuesto a apostar que Adriel cometió la mayor parte del asesinato esta noche. Hay una oscuridad en mi pequeña, como su madre. Ella también es inocente y buena. Siempre obediente y respetuosa. Malakai, sin embargo, su rebelión es lo que realmente me asusta. Me recuerda mucho a mi hermano. Me siento un padre horrible por no prepararlo mejor. Independientemente, es necesario hacerlo. Tiene que entender adónde lo pueden llevar sus decisiones.
Poniéndome los guantes de látex, me dispongo a absorber la mayor cantidad de sangre posible con las toallas. Cada vez que hago esto, pienso en mi propia familia y en la oscuridad de la que vengo. Es imposible no preguntarse qué dirían mis padres y mi hermano sobre todo esto.
Arrancando el plástico de cada superficie expuesta, lo meto todo en bolsas de basura negras de tamaño industrial. La vista trae recuerdos míos y del primer pecador de Azalea. Los cadáveres no siempre le dicen quién es el culpable, a veces se deshace del "residuo", como ella lo llama. Lo sintió por primera vez cuando estábamos en el parque con los niños. Un hombre estaba hablando con niños, pero parecía no tener ninguno propio. Acepté seguirlo con ella durante una semana hasta que finalmente lo vimos. Robó a una niña de la calle. No lo podía creer. Azalea tenía razón.
Después de eso, todo pasó muy rápido. Una vez que se presentó la oportunidad, ella lo golpeó con una palanca y yo lo asfixié con un trapo empapado en cloroformo. No sabía a dónde más llevarlo además del sótano de la iglesia, donde finalmente confesó haber vendido a los niños en el extranjero como esclavos sexuales. Lo único que me ayudó a pasar la noche fue la idea de que eso le sucediera a Adriel o Malakai. Qué horrores pasarian si ese hubiera sido su destino. Sin embargo, no detuvo mis vómitos. Azalea estaba más controlada y lúcida de lo que la había visto en mucho tiempo mientras le cortaba una parte del cuerpo a la vez. Ella no simplemente lomató, lo ahogó en agonía hasta su último aliento. Estaba a la vez asombrado y horrorizado.
Cuantos más pecadores encontrábamos y más historias atroces escuché, más fácil se volvió hasta que, finalmente, fue un placer acabar con las vidas de aquellos que habían causado tanto sufrimiento. Sentí una paz porque lo que estábamos haciendo no solo era correcto, sino lo que Dios había planeado para nosotros desde el principio.
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R.I.P
HorrorCHARITY B. Esta historia NO es mía. Traducción no oficial del libro R.I.P de CHARITY B. Contiene escenas explícitas, sexo, muerte, tortura. Leer bajo sus propias responsabilidad