D.O.A

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Adriel

17 años

Malakai intenta contar la historia de cómo hemos llegado hasta aquí mientras yo observo nuestro desorden. Desde que el Sr. Jasick se liberó, la sangre se ha extendido por algunos lugares que no estaban protegidos por el plástico.

-Sabía que Azalea tenía problemas, pero nunca hubiera imaginado que fuera tan grave.

La pelusa de la princesa Sparkle se levanta de su cuerpo mientras la aprieto en mi puño. Sé que nos está ayudando y que está triste porque mami ha muerto, pero eso no impide que la furia que hierve desde que lo llamamos estalle en mí como un volcán.

-¡Ella no tenía problemas!-grito. Me acerco a él y me pongo de puntillas para acercarme a su cara. -Ella era especial. Jesús le dio ese don.

Mira a mi hermano con las cejas fruncidas.

-Lo último que quiero hacer es faltarle el respeto.

Las cálidas manos de Malakai se posan en mis hombros para guiarme hacia las escaleras, calmándome sin saberlo.

-Ven, vamos a asearnos. -A medio paso, se vuelve hacia nuestro tío. -Nos has traído ropa de repuesto, ¿verdad?

Con un movimiento de cabeza, rebusca en su bolsillo y le lanza a Malakai un juego de llaves.

-En el maletero.

El cuerno de la princesa Sparkles no deja de golpear el costado de mi pierna mientras nos dirigimos al estacionamiento. Kai abre el maletero negro y descubre la bolsa de basura con nuestra ropa, una gata y cables de arranque. Se echa la bolsa al hombro cuando volvemos a entrar, sin soltarme la mano.

En cuanto estamos en el cuarto de baño, se quita la camiseta, sus abdominales se flexionan al ponérsela por encima de la cabeza. La sangre seca de mi vestido me roza el pecho cuando me lo quito. La acción me hace recordar la última vez que me desnudé delante de él. Mientras nos limpiamos mutuamente con agua y jabón en los lavabos, me obligo a no tocarle como quisiera. Mis pezones se endurecen bajo las toallas de papel cuando él me seca.

Malakai se arrodilla junto a sus jeans arrugados para sacar mis bragas del bolsillo. Sus ojos oscuros me miran mientras se aclara la garganta.

ㅡNo quería que ma... ㅡun sollozo intenta escaparㅡ, nadie preguntara por ellas.

Mi tristeza por mami y papi se esconde tras una espesa niebla negra. Cada vez que creo saber lo que siento, el entumecimiento lo engulle. A Kai, sin embargo, lo aplasta. Se filtra por sus ojos y resuena en su voz. Verlo así me duele más que mis propias emociones. En cuanto su camisa limpia se desliza sobre su torso, mis brazos se tensan alrededor de él. Odio no poder quitarle esto ni arreglarlo. Nada de lo que diga o haga mejorará esto.

-Deberíamos irnos-murmura con un suspiro roto.

El tío Bennett nos está esperando en el sótano.

ㅡMás tarde esta noche volveremos para terminar. Pero ahora tenemos que ir a la casa y llamar a la policía.

Nunca nos dijo cómo murieron. Solo que lo han hecho.

ㅡ¿Qué pasó?

El techo sostiene su mirada hasta que finalmente se encuentra con mis ojos.

ㅡMicah y Azalea tenian planes para cenar con el señor y la señora Westbrook hace unas horas. Los Westbrook se preocuparon cuando no aparecieron ni respondieron a ninguna llamada. Tampoco hubo respuesta en la casa, así que me llamaron.

ㅡ¿Los has encontrado? ㅡpregunta Kai. El tío Bennett parece que se va a derrumbar en cualquier momento cuando asiente.

La frustración hace que mis labios se frunzan mientras me cruzo de brazos.

R.I.PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora