7. Fiesta delictual, parte 2

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♡♡♡Catalina♡♡♡


Andri no exageraba con la magnitud de la fiesta. Es una locura. La mansión es enorme y ocupa un puesto privilegiado en uno de los cerros de Valparaíso. Desde los jardines se ve todo el puerto, las casas coloridas y desperdigadas por los cerros, mientras el sol del atardecer roba destellos escarlatas del mar allá abajo. Me giro, paseo la mirada por el exterior de los muros de piedra y siento un nudo en el estómago. Adentro se escuchan risas, música de piano y entre los cristales de las ventanas se ve un centenar de personas con ropas de gala.

Es una tarde cálida, perfecta. Me parecería un gran panorama si no fuera porque esta noche tengo que traicionar a mi mejor amigo.

No acercarme, no hablar con él, solo escuchar. Escuchar para transmitirle toda la información a la fiscal. Pero eso no es todo.

Hace dos días, esa mañana en que me eligió para esta misión, la fiscal dijo más de lo que esperaba. Yo estaba nerviosa, porque todo esto me tiene estresada y además porque es la jefa. Es la abogada más joven en ese puesto en toda la historia, siempre la he visto como un modelo a seguir y estar sola en su despacho, diciéndome que me había elegido para una misión como esta, me tenía al borde del colapso. Especialmente porque desde que Haize llegó a Chile, cada segundo, cada vez que miro a la fiscal a los ojos, le estoy mintiendo. Y esa mañana no dejaba de preguntarme, ¿cuándo lo va a descubrir?

Entonces, cuando ella apoyó los codos en el escritorio y se inclinó hacia mí, sentí pánico. Se veía imponente, se veía poderosa con el sol resplandeciendo en la ventana detrás de ella. Su mirada demasiado seria.

—Escuche señorita, Arrieta —dijo y yo no sabía si al fin iba a decirme que sabía de mi conexión con la mafia. Pero lo que dijo fue peor—. Puede que esa noche de la fiesta usted vea cosas extrañas. Es posible que sucedan cosas que no comprende, que piense que está loca.

Mierda, de verdad creí que lo sabía. No solo lo de Haize y la mafia vasca, sino de mi tratamiento. De mis remedios. De como antes de la terapia llegó un momento en el que casi perdí la cordura. Que dudaba de mi propia mente.

—Pero usted no está loca —dijo y entonces volví a respirar. Se inclinó más, tomó mis manos entre las suyas y sostuvo mi mirada—. Cada cosa extraña que vea alrededor de la familia Lanzter, debe asumir que es real. Porque es real. Algunas no tendrán explicación, parecerá imposible. Pero no lo es. En torno a ellos suceden cosas... diferentes.

—¿Diferentes como qué? —Pronuncié con dificultad, la boca seca.

—No puedo explicarlo. Pero no debe inmiscuirse demasiado, ¿le queda claro? Ya es irregular que una abogada haga esto, pero no podemos perder la oportunidad que su contacto con la familia de su amiga nos posibilita. Tendré que pedir una orden judicial para meterla en el caso, así que no lo arruine. Solo escuche todo lo que pueda en esa reunión. No se acerque a Haize Lantzer más de la cuenta, ni a su hermana Lilai. Si les habla, que sea lo justo y necesario. Solo quiero que esté cerca y pueda escuchar.

Era un alivio. La fiscal no sabía de mis problemas sicológicos. Pero eso solo podía significar...

Que sabe la verdad sobre Haize. De lo que es Haize.

Por eso ahora, mientras esperamos a que el padre de Andrea nos diga que podemos entrar, siento que voy a morir de los nervios. Ella sabe, estoy segura que mi jefa lo sabe todo. ¿Y es consciente Haize de que la policía tiene absoluta certeza de quién es él?

El sabe que vengo a esta fiesta, por algo me envió la pulsera, pero puede que solo lo sepa porque vio la lista de invitados, o algo así. Tal vez no sabe que estoy de infiltrada, mucho menos... que mi misión es traicionarlo a él.

¡Dios!, decídete...(Dioses de Euskadi: El dios del viento, Libro 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora