15. Recuerdos, parte 1

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Dejen sus comentarios lectoras hermosas, me gusta leerlas



♡♡♡Catalina♡♡♡

Glosario

Egun on: Buenos días.

Hil nahi dut: quiero morir

Tatami: palabra japonesa que se usa para referirse al material con el que se cubre el suelo para practicar artes marciales. Usualmente se forma con distintos cuadrados de material esponjoso pero firme (como goma-espuma) que se encajan unos a otros hasta cubrir todo el suelo. Tradicionalmente estaban hechos de papel de arroz.


♡♡♡Catalina♡♡♡

Hace mucho no me sentía tan bien al despertar. Estoy calentita. Incluso sin abrir los ojos, sé que el sol se desparrama sobre mi cuerpo, como una caricia tibia. Siento el peso de Nami dormida a mis pies. El despertar perfecto. Con el aroma de Haize envolviéndome y... Un momento.

El brazo que descansa sobre mi cintura, lleno de tatuajes negros e intrincados, es de Haize.

Quizás por el cansancio de anoche o por los remedios para dormir, por un momento había olvidado que nos dormimos juntos. Creo que no ha despertado, por el movimiento acompasado de su pecho contra mi espalda. Me quedo muy quita, entre sus brazos. Quisiera quedarme así eternamente; se siente tan bien. No es mi habitación, no es mi departamento, pero me siento como en casa.

Observo los tatuajes de su antebrazo. Su mano descansa cerca de mi rostro y en su dedo anular está el anillo de oro; rango de heredero de los Lantzer.

Quise dejar esto atrás. Hace tres semanas, estaba logrando tener una vida normal. Un novio normal. Abandonar mi pasado, enterrarlo. Lo quería lejos de mí. Y esto es todo menos lejos.

Bastó un momento de debilidad, una noche, un deseo, para que él regresara sin dudarlo.

Paseo silenciosos mis ojos por los dibujos de alas, plumas y serpientes enredadas en la piel de Haize. Me los sé de memoria. Incluso vi como tatuaba algunos de ellos. Es tan distinto de mi piel vacía y limpia; perfecta. Como la vida que estaba intentando llevar.

Intentando.

No tenía una vida normal. Creía tener una vida normal.

No era perfecta. Solo era una vida vacía.

Pensé que lejos de él dejaría de tener miedo. ¿Cómo vas a tener mido de perder algo que no tienes? Pero ahora que me abraza, creo que en realidad estaba aterrada. Aterrada de no volver a verlo jamás.

Me giro con mucho cuidado, lento. Las sábanas caras y sedosas no hacen ningún ruido cuando me deslizo entre los brazos de Haize. Mi rostro queda frente al suyo. Y mi corazón se detiene. Es tan angelical cuando duerme; parece imposible imaginar que anoche estaba amenazando a alguien con arrancarle los ojos. Sus labios llenos y alargados, su nariz recta y ligeramente respingada. Pestañas largas y muy negras. Cejas relajadas. La expresión tranquila lo hace parecer aún más joven e inofensivo.

Y es hermoso. Es terrible que haya amanecido así, justo hoy, pero es hermoso. El pelo rubio iluminado por el sol, desordenado alrededor de su frente, de su cara y desparramado hasta debajo de su mentón.

Sin embargo, a pesar del placer visual, a pesar del cariño que siento por la manera tan natural en que me abraza, ahí está; ese brote de una ira furiosa en lo profundo de mi corazón. Como cenizas de un fuego que hubiera intentado sofocar sin éxito. Mientras más lo miro, mientras más hermoso lo encuentro, esa rabia despierta en mi interior. Como si el precio de querer a Haize fuera sentir un odio proporcional a ese cariño.

¡Dios!, decídete...(Dioses de Euskadi: El dios del viento, Libro 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora