18. Confusión

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Antes que todo, barkatu por la demora. Fueron dos meses muy difíciles. Desde ahora, retomo el ritmo, prometido.

Vayan a leer el final del cap anterior para recordar en qué quedo jeje


Glosario euskara:

amatxo: Es como decir mamita o mami

Ados: okey, de acuerdo

baina: pero

Itxaron: espera!

Ez dakit: no sé


༄Haize༄

Cat parece estar en shock y me preocupa mucho. Desde que llegué a Chile, he visto a una Catalina Arrieta muy distinta de la que conocí hace cuatro años. No sé si son los remedios que toma o las decepciones que ha sufrido, pero hay una especie de vacío en su mirada.

Y en este momento es peor. Las persianas de mi habitación siguen bajadas y el poco sol que entra ilumina su pelo largo y desordenado. Parece rendida, sentada los pies de la cama con ese vestido rojo y pequeño de la fiesta.

Parece una gota de sangre, con Nami en su regazo y la mirada perdida en el vacío frente a ella. Como si no me viera sentado en medio de la cama, ni a Denitz que está recostado con la espalda apoyada en las almohadas. Sus manos tiemblan ligeramente.

Joder, que puto asco es todo esto. Ya era malo que me odiara. Que no sepa por qué me odia, solo es peor.

Porque probablemente es mi culpa. Eso debe estar pensando. ¿De quién si no? Yo soy un semidiós, ella solo es humana. Yo no debería haber perdido los putos recuerdos. Esto es mi jodida culpa.

—Tiene que haber sido Atarrabi —dice Cat, aún con la mirada perdida—. Atarrabi y esa poción de mierda que intentó darme para que olvidara a Mikel.

Vale, aún no llega a la evidente conclusión de que la culpa es mía.

—¿Por qué no vamos al salón, tomamos un té y hablamos de esto con calma? —sugiero, hablando despacio, como si Cat pudiera romperse si hablo más fuerte. Eso pareciera.

Es mortal. Una humana mortal. A veces me olvido, porque es una chica fuerte, pero no es como yo, joder. Soy hijo de una diosa, es normal que para ella todas estas cosas sean una puta locura y para mí no.

—¿Un jodido de te? —Denitz me mira con cara de hastío—. ¿Por qué no hablamos esto pronto?

—Sí —dice Cat, alzando el rostro—, hablemos. Pronto. Ya que Denitz decidió guardarse esto por dos años.

Cruzan miradas molestas los dos. La verdad, yo no estoy para nada seguro de querer saber lo que pasó en Japón. Es decir, sí, quiero saber por qué la mujer que quiero me odia, pero a la vez... no sé. Es una sensación rara. Creo que si olvidamos esto es por algo.

—Mi amatxu cree que las malas noticias es mejor recibirlas tomando té. Y considerando que es una diosa probablemente tiene razón —Me acomodo sobre la cama y me siento un poco más pegado a Cat—. Estás muy alterada, vamos con cal...

—¿Por qué crees que es una mala noticia? —dice suspicaz, levantando sus ojos hacia mí—. ¿Sabes más que yo?

—No sé nada. Pero debe ser malo, seguro.

Denitz no dice nada. ¿Qué sabe? ¿Por qué no había dicho nada hasta ahora? ¿Será parte de la magia que nos mantiene sin recuerdos? Nos observa con expresión de fastidio, pero no es de extrañar porque a Denitz le fastidia todo desde que estamos en Chile.

¡Dios!, decídete...(Dioses de Euskadi: El dios del viento, Libro 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora