III

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                                                                         DE VUELTA AL PASADO

***

Di pasos dudosos, pero entré y me quedé a un lado de la puerta, comencé a sentir una sensación desagradable en la boca del estómago, era tan incómodo que en cualquier momento podía devolver todo lo que en él contenía. Él llegó a su escritorio y se giró para encontrarse con mi ojos, pensé iba a tomar asiento pero solo agarró un plumón y una libreta.

Con su mano me hizo un gesto para que tomara asiento en un gran sofá que estaba en una esquina junto a una gran repisa llena de libros, me quedé mirando fijamente la cantidad de libros que allí se encontraban y noté también la cantidad de polvo que contenían, era como si no habían sido limpiados por nadie en muchos meses o años.

—Puedes tomar asiento —sugirió con amabilidad, yo de manera automática obedecí y comencé a detallar todo el lugar, las paredes estaban pintadas como verde marino, todas uniformes y sin gracia, el lugar olía a libros viejos y el escritorio era de hierro forjado, tenía detalles hechos en la misma base del material, me preguntaba cómo era eso posible.

Las sillas eran de madera, y en las paredes estaban colgados cuadros con cara de próceres de la patria, tenía una ventana enorme cuya vista daba hacia un campo viejo y abandonado, la hierba llegaba a las ventanas, algunas ramas secas tocaban los vidrios, de no ser porque estaba cerrada el lugar estaría lleno de ellas.

—Y bien, si ya dejaste de curiosear todo el lugar, me puedes decir exactamente ¿Qué quieres saber?

—Si perdóname —tome asiento y él imitó mi gesto, aunque el sofá era bastante grande me arrimé lo suficiente.

—Precavida —musitó.

—Aprendo rápido señor Santos —Ante mi respuesta, dejó ver sus enormes dientes.

— ¿Desde cuándo no te sentabas al borde del puente? —demandó adoptando una posición cómoda. ¡Que carajos!

—No sé de qué hablas — espeté.

—Segura — dijo en un tono serio, me quedé mirando fijamente sus ojos y mis oídos comenzaron a prestar atención a un sonido repetido y peculiar de la oficina —.Año 2018 quizás 8:50 horas de la noche, devastada al borde del puente más grande de Pórto —mientras hablaba sentía que mi vista se nublaba un poco, mi cuerpo se comenzó a relajar—un invierno estaba por asomarse, pues el frío era latente en la zona —a medida que iba hablando las escenas se iban recreando en mi mente y su voz comenzó a perderse.

NOVIEMBRE 2018

Habían pasado dos noches desde la muerte de mi madre, el dolor era tan insoportable que respirar dolía, no soportaba la vida sin ella. Cuando cerraba los ojos veía sus pies suspendidos en el baño, el dolor en mi pecho era tan fuerte que sentía me quemaba por dentro, sabía que esos ojos jamás volverían a verme.

Salí de casa y corrí hasta que mis piernas se cansaron, cuando sentí que mi respiración fallaba, cuando supe que no podía más. Sin ella no podía más, no me hallaba, nada tenía sentido. Odiaba que me hubiera dejado allí, odiaba que no tuviera el valor de luchar, odiaba su egoísmo.

Caí de rodillas y solté un grito desgarrador <<TE ODIO>>

—Odio tener que amarte más de lo que tú me amaste —dejé caer también mi brazos, suspiré, cerré mis ojos y dos lágrimas gruesas salieron sabiendo que podían ser las ultimas, estaba seca y cansada de llorar, me sentía tan miserable, guarde silencio y con las pocas fuerzas que me quedaba subí a la baranda del puente...

****

Noviembre 2022

—Sé que no es fácil —Estas palabras me trajeron al presente junto un chasquido de dedos, sentí que colocó un pañuelo en mis manos, de inmediato reaccioné encontrándome en la oficina hecha un mar de lágrimas. No sé en qué momento había abandonado el presente, todo fue tan real que estaba agitada y sollozaba como un bebé.

—Perdona —Limpiaba mis lágrimas, pero era inútil salían sin permiso haciéndome sentir como una tonta incapaz de controlar el llanto.

—Tomate el tiempo que necesitas, entiendo que aún duele mucho —me dijo en un tono comprensivo, se levantó y frenó el metrónomo de madera. ¿Te sientes mejor? —preguntó, tomando una de las sillas para quedar justo en frente.

—Si gracias.

— ¿Quisieras hablarme sobre eso?

—No quiero sonar grosera pero...

—Está bien, quizás más adelante.

—Le parece si mejor me aclara lo que pasó anoche — Dije enarcando una ceja, ya controlado mi llanto.

—Pensé no lo ibas a pedir jamás —comentó mientras abría su libreta —Dime tu nombre por favor.

—Arlet Jauregui —indiqué bastante seria, él tomó nota sonriendo — ¿Le parece cómico? —demandé.

—Para nada —confesó negando con su cara, cerró la libreta y la dejó caer al suelo.

Me miró por unos segundos y aunque estaba incómoda también lo observe, traía un corte un poco bajo y tenía todo lo que detestaba de las personas, piel bronceada, ojos café, tan comunes como faltos de gracia, cejas de Frida Kahlo solo que no las tenía unidas pero sí bastante pobladas, su nariz rescatable <<miento es perfecta>>, labios finos parecía que Dios se tomó el tiempo para hacerlos adecuados a su rostro. Ni hablar de los hoyuelos que se formaban apenas asomaba palabra alguna, siempre los critique, pues me parece que no son más que una deformidad del rostro.

En fin, ignoto era un simple ser viviente cuyo uniforme le hacía ver interesante a simple vista, pero bastaba detallarlo para notar que no era gran cosa, solo un moreno sin gracia, con nariz envidiable.

—Bien Arlet me gusta más que Denisse —manifestó.

—Imagino que debo agradecerle —respondí con sarcasmo.

— ¿Cómo lo haces? —Interrogó entrecerrando los ojos.

—No lo entiendo.

—Cómo puedes estar tan mal unos segundos y luego simplemente tratarme con indiferencia.

—Eres un ignoto —Protesté —que pretende, si anoche casi muero por su culpa y hoy se supone que eres un héroe de la nación del cual debo hacer un ensayo, un puto ensayo ¡que estupidez!

El simplemente sonrió y amplió sus ojos como sorprendido.

— ¿Acaso no es lo que intenta hace algún tiempo señorita? —preguntó serio.

—Se acabó, me largo de aquí.

—Espera —levantó sus manos —solo tienes quince minutos, la cita es de una hora.

—No me importa esta estúpida cita —sonreí incrédula.

—Toma asiento por favor, te voy a explicar lo de anoche —respondió con calma, admito que necesitaba alguna explicación pero mi orgullo en ocasiones no me permite acceder.

FRAGMENTOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora