IX

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—Arlet —escuché su voz tenue llamarme desde arriba.

No estaba muy segura de subir, puesto que sentía en lo más profundo de mí ser, que algo no estaba bien.

—Arlet —llamó por segunda vez.

Un poco dudosa comencé a subir las escaleras, solo podía ver mis pies descalzos, subir cada escalón, con cada paso que daba mi corazón retumbaba con fuerzas, así que me detuve para intentar calmar mi respiración.

—Arlet —este tercer llamado fue en un hilo de voz.

Sentí mucho pánico, así que me llené de valor y me apresuré a terminar de subir y tomar el pomo de la puerta.

Pero con solo tocarlo se abrió y cerré los ojos para evitar verla como siempre, pero esta vez fue diferente, ella me recibió con un cálido beso en la frente.

—Abre los ojos, no tengas miedo — .Hice caso a su petición.

Ella me tomó de las manos y me sentó al borde de la cama, se veía completamente hermosa y tranquila.

— ¡Ay mamá! Cuanta falta me haces —le expresé entre lágrimas, y feliz de no verla triste suspendida.

—Debes dejar de culparte por no llegar a tiempo, estoy bien.

— ¿Cómo hago para que deje de doler? —pregunté tomando sus manos.

—Regálate la oportunidad de vivir, solo vive y sonríe por mamá.

—Quiero quedarme aquí contigo —supliqué, pero ella negaba con su rostro.

La abracé nuevamente y al contacto fuerte, se desvaneció. Esa sensación me descolocó y me desperté.

Mi almohada estaba completamente inundada por mis lágrimas, pero a diferencia de muchos días, me sentía agradecida.

Acomode mi recamara mientras tarareaba su canción favorita. Bajé y Criss estaba sentado mirando como el sol aparecía en el horizonte.

—Es muy temprano para estar despierto —indique propinándole un beso.

— ¿Cómo estás mi niña? —interrogó un poco preocupado.

—Muy bien, me siento excelente.

—Eso me deja muy tranquilo, aunque...

—Soñé con mamá —dije antes de que terminara su frase. Este me miró preocupado porque sabía que mis sueños, día tras día empeoraban —No te preocupes, esta vez fue diferente.

Mientras preparaba el desayuno le conté y le expresé como me sentía ese día, su semblante cambió completamente y pude notar como su rostro poco a poco fue cediendo, el suspiró y su serenidad me brindo paz.

Sin duda alguna lo ocurrido la noche anterior me había ayudado más que todas las terapias que había recibido por tantos expertos, me sentía agradecida con Santos, sentí que le debía algo. Admito que tengo un gran problema, y es que me veo en la obligación de recompensar todas las cosas buenas que hacen por mí. Aunque ellas no impliquen nada material, es como si debo hacerlo para sentir que no debo, y expresar mi gratitud.

Esa autosuficiencia y manera de ver las cosas, sabía que no estaba bien, pero no podía controlarlo.

Estuve en mis clases y Ámbar me ignoró toda la mañana, por su parte Will me estuvo buscando con la mirada, pero solo necesitaba concentrarme en la clase y salir rápidamente, no estaba lista para enfrentar todo eso, más que me sentía impotente.

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