LA ESTUPIDEZ TIENE NOMBRE <aRlEt>
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Pedí disculpas soltando una sonrisa nerviosa y me sentí un tanto incrédula.
Pero más atónita estaba cuando comencé a escuchar cada una de sus palabras, era como una especie de soñador, amante de la vida, apasionado y aferrado a todo lo que realmente era importante para él. Jugaba con su voz de tal manera que nos mantenía atentos y cautivados, noté que lo seguía, detalle cada gesto, cada movimiento que realizaba con sus manos, me hipnotizó.
Estuve más de cuarenta y cinco minutos expectante, me reí ante su buen sentido del humor, era curioso como algunos soltaban algunas expresiones de asombro, y él a su vez propinaba miradas fugaces a alguna de las chicas haciendo que se sonrojaran, jamás me miró, pero yo estaba admirada ante su testimonio, al ver sus enormes cicatrices, que sin pena mostró.
Después de su gran ponencia, dictó su número indicando que el que quisiera podía apartar una cita y completar la información para el ensayo que teníamos que redactar, tome nota igual que el resto, pero no iba a reunirme con él.
—Amiga me enamoré —comentó Ambar aferrándose de mi brazo, yo aún lo seguía con la mirada —.Es el hombre de mis sueños, alto, bello, piel bronceada, mirada perturbadora, un papucho —Esto último no lo dijo en un tono confidencial, así que la invite bajar la voz.
El ignoto volteó y sonrió, sin titubear se encaminó hacia nosotras, yo me quedé estática y Ambar indiscretamente se enderezó y acomodo su brasear, torcí mis ojos y negué un par de veces con mi cara.
—Señoritas —Saludó extendiendo su mano, admito que fue un gesto estúpido y me reí cuando hizo una pequeña reverencia.
—Hola —respondí por inercia y Ambar con sus manos envolvió la suya, el guiño su ojo y educadamente se soltó de su agarre.
—Perdón —comentó Ambar avergonzada tomando un mechón de su cabello.
— ¿Cuál es tu nombre? —Interrogó.
—Ambar —respondió apresurada la tonta —y mi amiga es Arlet —él me extendió su mano, y la tomé con seguridad.
—Buen agarre Arlet —comentó — nos quedamos en un silencio incómodo y él terminó por retirarse.
Después de ese momento incómodo nos retiramos pues era la única clase. Me fui al trabajo y pasé toda la mañana pensativa y distante de lo que hacía, tropecé muchas cosas dejando pequeños desastres.
—Arlet —Gruño el señor Ross —Otro desastre más y empezaré a descontarte ¿Qué carajos es lo que pasa contigo? —Se acercó y me apretó la nariz — ¿Es el viejo Cris? ¿Empeoró? —Me interrogó, pero en un tono más sutil.
—No, gracias a Dios ha estado estable —respondí avergonzada —Siento tanto desorden, me concentraré son boberías mías.
—Vale, ya sabes que puedes contar conmigo muchachita —pasó su mano por mi cabeza e hizo un desastre en mi cabello como de costumbre.
En ese momento mi celular comenzó a sonar y el Señor Ross me hizo señas para que contestara, pedí disculpas y atendí la llamada.
—Si —contesté, pero no recibía respuesta.
—Arlet —Escuche a lo lejos, era como escuchar la voz de una niña asustada.
— ¿Quién habla? —respondí un poco curiosa.
—Yo —Afiné mi oído para intentar descifrar la voz —Soy yo Arlet —cuando dijo soy yo, lo supe, era la tonta de Ambar.
—Ya déjate de juegos, sabes que estoy trabajando Ambar —Esta se carcajeo un buen rato, el Sr. Ross negó con su cara y se retiró a la cocina.
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FRAGMENTOS
Romance¿Que pasa si te digo que en ocasiones la vida inicia con la muerte? Greco un joven fuerte y valiente que regresa a Pórto luego de muchas batallas de guerra, sin saber que se enfrentaría a la mas difícil Arlet. Arlet jamas imaginó que al intentar mov...