0.5- 2 de octubre en Fogrey ✅

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-¡Para!¡Para, por favor! -rogaba Marie entre risas removiéndose.

-¿Quieres que pare?¿Quieres que pare enserio? -preguntaba divertido Jhon mientras movía los dedos sobre la barriga de Marie.

-¡Siiii!¡Si!¡Por favor! -repitió ella sin saber si se estaba riendo de la risa o llorando de la desesperación.

Jhon se detuvo para permitirle a Marie unos segundos de tranquilidad y que pudiese respirar. Marie los aprovechó con gratitud mientras cerraba los ojos y descansaba la cabeza sobre la manta que habían colocado en el césped del acantilado de Feltwell.

Jhon formó una sonrisa cerrada antes de tumbarse encima de Marie y acomodar la cabeza en su pecho para contemplar el maravilloso horizonte que tenían en frente de ellos, la luna, las nubes, la brisa cálida de la noche, el sonido del viento chocando contra las ramas de los árboles, las vistas de la ciudad de Feltwell... Todo era relajante, fantástico, perfecto.

Dos adolescentes enamorados disfrutando de la noche en la última semana de vacaciones de verano, cualquiera desearía estar en su lugar.

Marie volvió a respirar con normalidad y se enfocó en lo mismo que Jhon, el horizonte. Permanecieron así, juntos, durante un largo tiempo, mientras contemplaban las agujas del reloj pasar y deslizarse por el pequeño aparato redondo de la muñeca de Jhon, mientras sentían las respiraciones del otro y pensaban en que eran tan felices que no necesitaban nada más que lo que tenían ahora.

Cuando el reloj marcó las 0:00 Jhon avisó a Marie de que era la hora de irse y los dos comenzaron a recoger la manta y la cena improvisada que se habían llevado para el pequeño picnic que se habían montado. Una vez recogieron todo, se encaminaron a la moto de Jhon, que estaba en la orilla de la carretera que conducía al centro de la ciudad.

De no ser porque cierto ruido alertó a Marie, habrían llegado a casa sanos y salvos.

-¿Has oído eso? -preguntó curiosa Marie mientras miraba atenta a los árboles de su alrededor esperando captar un movimiento.

-¿El qué? -preguntó Jhon de vuelta deteniéndose con las cosas en la mano e intentando escuchar algo más que no fuese el viento.

-Eso. ¿Lo escuchas? Parece un animal en peligro.... Espera, ahora vuelvo. -Marie dejó la manta y algunas otras cosas en el suelo para acelerar su paso y meterse entre los árboles en busca de un pequeño animal indefenso pidiendo ayuda.

-No Marie.¡Espera! -le gritó Jhon para que le esperase. No quería que nada le pasase y a estas alturas de la noche podría ser cualquier cosa lo que ella había escuchado. Jhon soltó las cosas en el suelo y corrió en busca de Marie que había entrado corriendo al bosque sin percatarse de nada ni de nadie.

Jhon avanzó entre la oscuridad de la noche cuando escuchó un grito que hizo que sus nervios se dispararan, era Marie. Gritó su nombre mientras corría frenético en su busca, tanto, que incluso llegó a chocarse con un árbol accidentalmente pero eso no lo detuvo y él siguió corriendo y buscando a su amada.

En pocos segundos, encontró un lugar con forma redondeada que no tenía ni un solo árbol de por medio, tan solo en los alrededores. Ahí encontró a Marie, despierta, asustada y con un desagradable sentimiento en el pecho.

En cuanto la vió, Jhon acudió a ella y la abrazó pensando que algún malnacido le habría hecho algún daño pero luego de inspeccionarla y de asegurarse de que se encontraba bien encontró la causa por la que le Marie había gritado, una ardilla. Pero no una ardilla común y corriente si no un cadáver de una ardilla magullada y aparentemente torturada.

¿Quién podría haber hecho algo así a un animal tan inofensivo como una ardilla? ¿Quién podría haber sido capaz de atrapar a un animal tan veloz? Se preguntaba Marie espantada.

El juego trágico Donde viven las historias. Descúbrelo ahora