Capítulo 5: En calma

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Cuando dieron las cinco menos diez de la mañana, Andrea y yo nos dirigimos juntas hacia la misma salida en la que ayer me encontré con Charles.

- Así que aquí os conocisteis eh. - Andrea dio una vuelta sobre sí misma, echando un vistazo. - Un poco cutre para un primer encuentro... cuando contéis vuestra historia en el futuro tendréis que echarle imaginación. - añadió.

- Estás fatal. Y lo peor es que casi no has bebido, te viene de serie.

Yo estaba inquieta. Debería estar cansada después de todo el día, el premio, y la fiesta. Pero nunca había estado más despierta en mi vida. Miré el reloj, debería estar al caer.

- ¿Entonces de verdad no te importa volver en Uber? - le pregunté a Andrea.

- Por octogésima vez en la noche Lucía, no. - contestó, con tono de desesperación - De hecho lo pedí hace ya un rato.

No había acabado la frase cuando una sombra se escabulló por la salida, y se plantó de un salto delante de nosotras. Ahí estaba, algo más desaliñado que cuando lo vi en el palco, pero igual o más atractivo que entonces.

- Hola. - dije con un hilo de voz.

- Hola, ragazze. - nos saludó.

Le ofreció la mano a Andrea. La conozco, y sé perfectamente que se estaba derritiendo por dentro, pero siempre ha sabido cómo mantener la compostura; así que le tendió su mano y la estrechó.

- Encantadísima de conocerte, Charles. - sonrió y nos miró con picardía - ¡Anda mira, mi Uber!

Su transporte había llegado convenientemente a tiempo. Andrea corrió y se metió dentro despidiéndose con la mano.

- ¡Avisa cuando llegues! - le ordené.

- Sí, tranquila. - empezó a subir la ventanilla del coche. - Cuidadito con lo que haces, ¿eh? - dijo dirigiéndose a Charles, justo antes de cerrarla del todo.

Este me miró, abriendo mucho los ojos, y comenzó a ponerse rojo. Yo quería que me tragara la tierra.

- No le hagas caso, es así siempre, no es que piense que tú... bueno, no piensa nada de nada. - le tranquilicé como pude y cambié de tema - Tienes la camisa empapada. - señalé.

- Oh, ya. - se llevó la mano a la frente, muerto de vergüenza. - Estábamos todos muy emocionados ahí dentro.

De repente me di cuenta de que no había mencionado nada de la carrera y me sentí estúpida.

- Dios mío, Charles, es verdad, la carrera. ¡Qué carrera!

En un arrebato de felicidad, le abracé. No sé si actuaba la Lucía tifosi, o la Lucía que llevaba esperando todo el día para estar junto a él. La cuestión es que no pude evitarlo.

A Charles le pilló por sorpresa. Miró fugazmente hacia los lados, asegurándose de que nadie estaba observándonos. Una vez lo hubo comprobado, me estrechó entre sus brazos.

Cuando nos separamos, ambos estábamos avergonzados.

- Lo siento, me he dejado llevar. - me disculpé.

- No te disculpes por algo que me ha gustado tanto. - tras ese arrebato de sinceridad, bajó la mirada, lo que interpreté como cierta timidez. - Además, hay cosas que celebrar, hoy el coche se sintió increíble.

- Ojalá siga así. - lo deseaba realmente. 

Charles se arremangó la camisa para ver su reloj.

- Deberíamos irnos, en breve termina la fiesta, y los paparazzi no tardarán en apelotonarse alrededor de la discoteca.

Say yes to... heaven?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora