Capítulo 4: El Gran Premio

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Cuando encontré a Andrea, me di cuenta de que no estaba en condiciones, ni de regañarme, ni de escuchar lo que tenía que contarle.

- ¡Lucía! Hace rato que no te veo. - dijo, arrastrando las palabras. - ¿Dónde te habías metido?

Daniel seguía a su lado, realmente parecía no ser tan capullo como su amigo.

- Tu amiga está bastante contenta. - dijo, mientras me dejaba con ella, con una mirada cómplice que me hizo querer confiar en él. Lo vi sentarse de nuevo en el sofá con Pol, que me miró de arriba a abajo con cara de pocos amigos.

La agarré suavemente del brazo, y me acerqué a su oído, para intentar que me entendiera entre tanto alboroto.

- Andrea, ha pasado algo. - me miró extrañada. - Te lo contaré cuando estemos en el apartamento ¿vale? Disfrutemos de lo que queda de noche.

Mantuvo la mirada de desconcierto durante unos segundos más, justo hasta que empezó a sonar Stop It de Fisher. En ese momento empezó a dar saltos de euforia.

- Pf Lucía, qué temazo. - gritó. Me di cuenta de que se estaba quedando sin voz.

Sabía que sería imposible contarle todos los detalles en medio de la discoteca, entre la música, la gente, y lo borracha que estaba. Así que simplemente me dejé llevar por el ritmo. Mi amiga tenía razón, esa canción era una locura.

En un momento dado miré hacia los palcos, y los vi. Apoyados sobre la barandilla que delimitaba uno de los reservados, ahí estaban Carlos y Charles. Este último le estaba contando algo que debía ser bastante interesante al español, pues sus ojos, ya de por sí enormes, se abrieron mucho más. 

Una parte de mí quería alzar la mano, gritar el nombre del piloto monegasco, y hacer que me mirara. Seguía con la misma sensación que había tenido fuera, en la salida. Ansiaba tenerle cerca. Pero sabía cuál era mi papel esa noche. Sacudí la cabeza y agarré de la mano a Andrea. Bailar con mi amiga esa noche, en ese lugar, seguía siendo un planazo.


Cuando amanecí a la mañana siguiente eran las 10:00. Había tenido un momento de lucidez la noche anterior y había puesto el despertador, para no perderme nada de la carrera. Hoy era el día verdaderamente importante.

Andrea se movió lentamente al lado mío, protestando por el sonido de la alarma.

- Dios, me estalla la cabeza, apaga eso. - se quejó.

- Quien tiene buena noche... - me recosté a su lado.

Habíamos llegado al apartamento sobre las cinco de la mañana. El resto de la noche transcurrió bastante bien. No me extrañaba que Jimmy'z fuera tan popular: la música, las luces, el local... todo estaba meticulosamente cuidado. Al rato de empezar a bailar juntas Daniel se nos unió, y acabamos bailando los tres partiéndonos de risa. Mientras, Pol siguió en el sofá con cara de perros. Creo que herí su orgullo de machito, lo cual me importaba bien poco. Que aprendiera a comportarse.

- ¿Mucha resaca? - le pregunté a Andrea, mientras esta se restregaba los ojos e intentaba incorporarse sobre la almohada.

- No tanta como me merezco. - se echó un vistazo y me miró - Anoche me pusiste el pijama tú ¿verdad?

Reí.

- Como prácticamente todas las noches que salimos de fiesta.

- No sé qué haría sin ti. - apoyó su cabeza en mi hombro.

- Por suerte no tendremos que averiguarlo nunca.

Me incorporé y me senté cruzando las piernas, poniéndome frente a ella.

Say yes to... heaven?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora