La noche prometía.
Había conseguido que me dejaran llevar a Andrea como acompañante a la fiesta post-carrera. No había podido hablar con Charles en persona, pero moría de ganas de hacerlo después de que él y Carlos consiguieran podio. Y además McLaren, a pesar de no ganar, había logrado puntuar con ambos coches.
Solo había una cosa que me preocupaba.
- No deberías estar nerviosa. - Andrea hablaba mientras se retocaba el gloss en el Uber - Pierre ya lo sabe, estoy segura, ¿quién no le cuenta a su mejor amigo que está pillado hasta las trancas?
- Charles no está... Bueno, la cuestión es que sí, Pierre probablemente lo sabe pero, ¿y Carlos? ¿Por qué Charles quiere decírselo hoy? No es que haya prisa...
- Prisa tiene Charles por poder meterte la lengua delante de todo el mundo - puse los ojos en blanco ante su comentario. - No le culpo, todo este rollo de llevarlo en secreto da morbo, pero también es un poco desesperante.
- No lo mantenemos en secreto por morbo. Yo quiero que me respeten en el trabajo, él que no lo acose la prensa por tener una relación...
- Ya, pero eso seguirá así - me interrumpió Andrea - El pobre solo quiere contárselo a su compañero de equipo, no publicarlo en la revista People.
- No sé. Además, Carlos es amigo de Lando.
Andrea terminó de retocarse y cerró el espejo portátil para guardarlo en su bolso. Ya casi estábamos llegando al local. Se giró hacia mí con cara de confusión.
- No sé a dónde quieres ir a parar.
- No quiero darle más motivos para caerle mal. - confesé.
- Lucía, no creo que salir con un chico sea motivo para caerle mal a nadie. De todas formas, ¿por qué te importa tanto lo que piense ese pequeño gruñón?
Solté una sonora carcajada al oír cómo lo había llamado. En realidad, ni yo misma sabía por qué le daba tanta relevancia. Solo sabía que me exasperaba la idea de pasar todas mis prácticas bajo sus miradas de superioridad.
Le escribí a Charles para decirle que ya habíamos llegado al Carpe-Diem. Vi su último mensaje, al que no había contestado, en el que me decía que quería presentarme a Carlos de nuevo esta noche, esta vez como su chica. Seguíamos sin ponerle título a lo que éramos, pero él parecía estar cogiendo la costumbre de denominarme así, su chica. A mí no me desagradaba en absoluto.
Entramos y saludé a varios compañeros de la escudería, pero mis intentos de retrasar lo inevitable se fueron al traste cuando Charles me divisó desde su reservado y vino hacia nosotras.
- Hola chicas. - se le marcaron los hoyuelos al sonreír, y a mí se me olvidaron todos los motivos por los que estaba ansiosa. - Me alegra verte de nuevo, Andrea. - se acercó a darle dos besos, que ella devolvió encantada. Luego se dirigió a mí. Noté como estaba calculando qué movimiento hacer a continuación.
Finalmente se decidió por darme un largo beso en la mejilla. Cuando lo hizo me agarró con tanta firmeza por la cintura que por un momento pensé que se me iba a olvidar cómo respirar.
- ¡Felicidades por el podio! - gritó de pronto Andrea - ¿Habrá que celebrarlo no? ¿Dónde está el otro Ferrari?
Reí. Andrea había tardado menos de cinco minutos en preguntar por Carlos. Charles también la observaba divertido.
- Cierto. - la secundé - Sainz ha ganado en su home race, debe estar eufórico.
- Por ahí anda, en el reservado. - tanto él como yo reparamos en los ojos de Andrea centelleando. - Podemos ir si queréis.
Yo no las tenía todas conmigo. A lo lejos no solo podía distinguir a Sainz, también estaban Pierre y algunos pilotos más con sus respectivas parejas. Quería pasar lo más inadvertida posible, e ir a ese reservado no me lo ponía fácil. Pero Andrea tenía la misma cara que el gato con botas en aquella escena de Shrek, y no quería ser yo quien le negara su oportunidad de conocer al - cito textualmente- hombre de sus sueños.
- Venga va, ¿qué es lo peor que puede pasar? - cedí.
Carlos nos vio llegar y entornó un poco la cabeza. Se empezaban a revelar en él los efectos de las copas que abundaban en las mesas del reservado.
- ¡La española de McLaren! ¡Qué sorpresa! - me pasó el brazo por encima, dejando caer un poco de peso sobre mí y haciendo que me tambaleara. Sus ojos se posaron sobre Andrea, que estaba extrañamente callada. - ¿Otra chica de prácticas?
La rubia negó con la cabeza.
- Estoy de visita. Soy Andrea, encantada. - tendió su mano con calma para que el piloto español la estrechara.
¿Era esta la misma persona que estaba hace unos segundos suplicando por conocerle? Charles y yo intercambiamos miradas de asombro ante la demostración de flirteo que nos estaban ofreciendo nuestros acompañantes.
Mientras ellos conversaban - aunque estoy segura de que Andrea sabía ya demasiado sobre Sainz - Charles y yo disfrutábamos de la música, y nuestros cuerpos nos pedían cada vez más proximidad. El monegasco se acercó a mi oreja.
- No puedo apartar la vista de tus labios - susurró - Me voy a morir si no los muerdo pronto.
Estoy segura de que desde su posición pudo notar cómo se me erizó la piel.
- Charles... Aquí no... - no sé a quién traicionaba más negándole ese beso, si a él, o a mí misma.
- Está bien... Pero sí que me gustaría poder decírselo ya a Carlos. No es tonto Lucía, algo se huele.
Dirigí la mirada hacia Carlos y Andrea, que bailaban en grupo junto con Pierre y otras chicas en medio del reservado.
- No creo que ahora vaya a hacerte mucho caso. - reí.
Antes de que Charles pudiera contestar, escuché mi nombre a lo lejos. Lando venía hacia nosotros, claramente afectado por el alcohol.
- Pero bueno - pasó el brazo por encima de Charles, que lo miró perplejo. - ¿ya te cansaste de McLaren y quieres que te enchufen también en Ferrari? - se dirigió a mí. Las palabras salían entrelazadas de su boca a causa de todo el vodka que había ingerido.
- ¿Qué coño dices? - se me adelantó Charles.
- Mira Lando, no sé qué tienes en contra mío, pero siento decirte que estoy muy contenta en McLaren. - logré decir, a pesar de lo mal que me había sentado su comentario.
- ¿Qué tengo en contra tuyo? - soltó una carcajada. Noté como la mandíbula de Charles comenzaba a tensarse. - Simple, no me gustan las niñas de papá.
Sentí como si me hubieran tirado encima un jarro de agua fría. De pronto no oía la música, ni veía a la gente bailando alrededor. Solo enfocaba a Lando, que me dedicaba una sonrisa desafiante. Continuó hablando.
- Zak me habló de ti ¿sabes? De lo bien que se llevaba con tu padre, y de lo mucho que quería contratarte. - le escuchaba cada vez más lejano, sentía como estaba entrando en una burbuja lentamente. - Eres la típica niña mimada, que le pidió a su papi que moviera hilos para trabajar en la Fórmula 1.
- Suficiente. - Charles alzó la voz, provocando que Carlos, Andrea y Pierre pararan de bailar y se giraran hacia nosotros, percatándose de la situación.
Yo estaba paralizada. Demasiada información. Demasiados recuerdos. Tenía un intenso sentimiento de sobrar en ese lugar. Conseguí articular una única frase.
- Ojalá pudiera ser una niña de papá.
Ya no podía ignorar el nudo en mi garganta, y noté como las lágrimas que había estado conteniendo iban a brotar de manera inminente. Así que salí corriendo. Corrí buscando la salida de ese club lleno de gente a la que nunca me parecería, con la que nunca tendría nada en común. Lo último que escuché fue a Charles gritar enfurecido.
- Su padre está muerto, gilipollas.
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Say yes to... heaven?
Hayran KurguLucía comienza sus vacaciones intentando dejar todos sus problemas en España. Está en Mónaco, pasando un fin de semana de ensueño con su mejor amiga, y a punto de vivir su primer Gran Premio de F1. Piensa aprovecharlo al máximo. Pero las cosas se co...