Mi móvil volvió a vibrar. Había perdido la cuenta ya de las veces que lo había hecho, y no tenía ninguna intención de contestar. De hecho, no había levantado la cabeza de la almohada desde que había llegado de aquella terrible fiesta. Repetía la escena una y otra vez en mi cabeza. Lando acercándose, Charles escudriñándole con la mirada y de repente, todas esas palabras envenenadas de nuevo. Un golpe en la puerta de mi habitación cortó en seco mi ensoñación. Estaba dispuesta a ignorarlo, pero una voz firme sonó desde el pasillo:
-Lucía, entiendo que ignores a todos estos niños llorones y sus coches de juguete pero, - los golpes en la puerta aumentaron la velocidad - ¿Podrías por favor recordar que tienes una amiga que te adora y que ahora mismo está muy preocupada?
Al oír el tono de reprocha, que pretendía disfrazar una inquietud creciente, me incorporé en la cama. Sabía que era cuestión de tiempo que Andrea apareciera. Me parecía incluso sutil por su parte dar golpeteos a la puerta. Después de haber salido corriendo e ignorar sus mensajes, me esperaba que derribara la entrada de una patada. Una parte de mí había querido creerse que Andrea seguía borracha y disfrutando de la noche con Carlos, pero otra estaba segura de que había salido en mi búsqueda desde que notó mi ausencia. Y, por supuesto, así fue.
Me levanté mareada, producto de haber estado hundida en la cama e incorporarme demasiado rápido. Andrea estaba a punto de volver a tocar cuando abrí la puerta. Su puño quedó suspendido en el aire. En la otra mano sostenía sus tacones que, conociéndola, había intercambiado pronto por sandalias para ir más rápido. Su rostro formaba una expresión intermedia entre el enfado y el alivio, manteniendo el ceño fruncido. Me miró así unos segundos, antes de abalanzarse sobre mí cerrando la puerta tras de sí.
-Estás entera, bien. - dijo cuando por fin acabó de abrazarme.
Yo le devolví una media sonrisa. Siempre me alegraba de verla, pero ahora no tenía fuerzas para mucho más.
-¿Qué pasó allá dentro?
Nos sentamos sobre la amplia cama del hotel. Ella se colocó una de las almohadas sobre las rodillas.
-¿No escuchaste nada? - Tenía el vago recuerdo de verla a ella, a Carlos y a Pierre mirando de lejos la escena.
-Solo oí a Charles gritándole algo a Lando. Y luego saliste corriendo. - su cara contenía un amasijo de preguntas. - ¿Te hizo algo, Lucía? Porque si es así no me importa quién se crea ese enano cabrón, le destruiré.
Solté una risita, aunque la voz de Andrea indicaba que no estaba bromeando.
-No. No me hizo nada. - hice énfasis en la palabra - Solo tiene algunos conceptos... equivocados. Sobre mí.
Andrea me miró fijamente, invitándome a seguir hablando.
-Piensa que mi padre -se me quebró la voz al mencionarlo- fue quien intervino para que consiguiera este trabajo. - intenté sonreír, ante lo absurdo que sonaba, pero una lágrima se deslizó en contra de mi voluntad por mi mejilla. - Por algún motivo nadie le contó los motivos por los que, obviamente, eso era imposible.
Andrea me miró unos segundos. Justo cuando iba a continuar mi explicación, agarró la almohada que reposaba en su regazo y hundió su cabeza en ella mientras chillaba.
-Lo mato, lo mato, lo mato. - era lo único que salía por su boca.
Cuando se tranquilizó un poco, proseguí.
-La cuestión es que... - me pensé bien cómo expresar lo que iba a decir a continuación. - Si bien no soy una niña mimada, como él dijo... Sí que no me merezco estar aquí. Charles fue el motivo por el que me querían en Ferrari, y en McLaren... Lando dice que Zak me escogió por lo bien que se llevaba con mi padre.
Cuando acabé la frase, se hizo el silencio. Había estado rumiando ese pensamiento toda la noche, pero verbalizarlo era aun más devastador. Andrea mantenía una expresión indescifrable en su rostro. De pronto parecía que incluso estaba calmada. Finalmente, pronunció:
-Lucía, no voy a ser yo quien te intente convencer de tu valía. - su voz firme como un muro impenetrable. - Solo te diré que estas oportunidades solo ocurren una vez en la vida. O ninguna, para ser sincera. O la aprovechas y demuestras de lo que eres capaz - me agarró las manos, él único signo de calidez que me ofreció en ese momento - o dejas que tus inseguridades te arrebaten lo único que te ha devuelto la ilusión en años.
La miré con los ojos húmedos, lágrimas amenazando con caer a borbotones. Ella continuó.
-Sé que las cosas van a un ritmo vertiginoso, y que te asusta no estar a la altura. - para este entonces su tono de voz se había suavizado. - Pero no conozco a nadie con tanta vocación por esto como tú. No dejes que tu cabeza te juegue una mala pasada.
Esta vez fui yo quien la abracé. Nos quedamos así un rato, hasta que Andrea se separó, dándome un beso en la frente.
-No sé si debería decirte esto, pero Charles está en la puerta del hotel. Creo que llegó un rato antes que yo. - bajó la cabeza, pensativa - No suelo abogar a favor de ningún hombre, ya lo sabes. - reí ante lo cierta que resultaba esa afirmación - Pero me dio algo de pena. Quizá podrías hablar con él.
Le hice una mueca, a la vez que me señalaba la cara, que ahora estaba completamente cubierta de lágrimas.
-No quiero que me vea así.
Ella puso los ojos en blanco.
-Algo me dice que eso a él poco le importa.
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Say yes to... heaven?
FanfictionLucía comienza sus vacaciones intentando dejar todos sus problemas en España. Está en Mónaco, pasando un fin de semana de ensueño con su mejor amiga, y a punto de vivir su primer Gran Premio de F1. Piensa aprovecharlo al máximo. Pero las cosas se co...