¿Cuánto había dormido? Me restregué los ojos con las manos y miré el pequeño reloj que había en la mesilla de noche. Era bastante tarde. Los propietarios de la casa se habían ido la noche anterior, justo después de conocerles, y de que me presentaran al grandote y tierno Tom, su labrador. Había hecho migas con él desde el primer momento, cuando se puso a lamerme las manos mientras hablaba con sus dueños. Mientras miraba el techo de la enorme habitación de invitados no podía creerme que realmente estuviera ahí, en Niza, en la casa de unos extraños que se habían ido de vacaciones.
Contacté con ellos hace unos meses, en un arrebato mientras estudiaba para mi último examen de la carrera. Sabía que no quedaba nada para ser ingeniera, y después de seis duros años, prácticamente sin viajar, sumida en la monotonía, empecé a navegar en Internet en busca de aventuras. Normalmente se quedaba en eso, divagaba, soñaba y luego volvía al estudio. Pero ese día no fue así.
Di con una página donde gente empedernidamente rica buscaba cuidadores para sus mascotas, a cambio de alojamiento en sus casas de ensueño y ahí, como si estuviera esperándome a mí, vi la oferta que salía en primera plana: "Companion for Tommy in the French Riviera", ubicación: Niza. La casa no podía ser más impresionante, y los propios dueños te alentaban a visitar los alrededores mientras cuidabas de su, cito textualmente, little baby. Necesitaban a alguien que estuviera tres semanas con su mascota, a partir de mayo. Apliqué, como entenderéis, sin ninguna esperanza, y seguí estudiando.
Cuál fue mi sorpresa cuando, un mes más tarde, siendo ya una (frustrada) ingeniera egresada, me llegó un correo cuyo asunto era: "Are you still interested Lucía?". Tardé un par de segundos en darme cuenta de qué se trataba.
Long story short, ahí estaba, comenzando mi verano de ensueño. El que ansiaba y merecía al acabar la universidad. Me levanté aún un poco desorientada y abrí las delicadas cortinas de mi cuarto, para contemplar las maravillosas vistas que tenía del jardín desde mi habitación. Recorrí con la mirada las perfectamente cuidadas amapolas del jardín, llegando al paseo de piedra decorado con arbustos impecablemente recortados que terminaba en una piscina también de piedra marmoleada. Cuando mis ojos se posaron sobre un pequeño cuenco que ponía Tom, recordé cuál era mi función real en esa casa.
Me vestí rápidamente y corrí escaleras abajo, donde Tommy estaba tumbado en su cama del salón. Nada más verme comenzó a mover la cola. Pobrecito, estaba esperándome para ponerle el desayuno. Era un labrador negro precioso. Sus ojitos brillaban mirándome rebuscar entre su comida. Una vez rellené su plato, me disponía a seguir maravillándome con la casa cuando me sonó el móvil. Aún no tenía datos en Francia, pero estaba conectada al wifi de la casa.
"¿Ya instalada?" Miré la pantalla, era Andrea, la misma que me había soportado los seis años de carrera llorando por los rincones. Soy una persona muy emocional, por suerte o por desgracia.
"Solo dos días para EL DÍA", me volvió a escribir.
Solo dos días, y estaría en el gran premio de Mónaco. Lo intentaba asimilar, pero por algún motivo era incapaz de visualizarme ahí, en las gradas, viendo lo que había sido mi pasión desde la adolescencia, en vivo y en directo.
"Bueno, dos días para acercarme al grandullón de Tom también, que para eso estoy aquí" Le contesté quitándole importancia. Dejé el móvil y fui a dar un paseo al jardín, mientras Tommy me seguía de cerca, aún moviendo la cola.
Cuando era más joven y veía los premios por la tele, solía decirme a mí misma que ahí estaría yo algún día, en el paddock, viviendo mi afición de cerca. De alguna manera esa ilusión se diluyó con los años, en parte porque la vida te pone los pies en el suelo, y en parte porque mi gran compañero de domingos de carrera, mi padre, dejó de verlos en casa conmigo para verlos en la televisión del hospital. Aún así siempre seguí el deporte, y aunque no fui capaz de ver los premios después de que mi padre falleciera, siempre estaba al tanto de las novedades.
Es por eso que pensé que sería un bonito homenaje para mi padre ir a su circuito favorito, aquel del que me hablaba tanto cuando era pequeña, en el que se enamoró de la fórmula 1, y en el que decidió especializarse en periodismo del motosport. Además, mentiría si dijese que no vi como una señal las fechas del hospedaje en Niza, que quedaba a media hora en autobús de Mónaco.
Un ladrido me sacó de mi ensoñación. Tom mordisqueaba un frisbee mientras me miraba expectante.
- Eres un terremoto, eh.
Subí a la habitación y me cambié de ropa, poniéndome un bikini azul marino. Bajé de nuevo al jardín y me zambullí en la piscina. Tom no se lo pensó dos veces e hizo lo mismo. Ya me habían avisado sus dueños de que era un amante de la natación. Pasé un buen rato ahí metida, lanzando el frisbee cada vez más lejos.
Era ya la hora de comer cuando salí a secarme y volví a coger el móvil. Tenía varias notificaciones:
Mamá: ¿Todo bien, cariño?
Andrea: Sí sí, lo que tú quieras. Aquí lo importante es que el garaje de Ferrari está esperándote en Mónaco.
Nacho: ¿De verdad Lucía, así acaba todo?
1 nuevo email: "Welcome to the Monaco Grand Prix!"
Tranquilicé a mi madre dándole señales de vida, pero ignoré los otros dos mensajes. Abrí el email.
"Welcome to the Monaco Grand Prix!
Here are your passes for the event. And just in case you don't know, here are a few suggestions to party during the GP. The Grand Prix is not just about high-speed racing ;)
Sunset Monaco
Amber Lounge
Twiga
And of course, the one and only Jimmy'z, a must-do in Monaco.
Have an unforgettable weekend!"
Tenía que agradecerle a Andrea que me pusiera en contacto con los organizadores españoles del Gran Premio de la agencia donde trabajaba. Cada año hacían viajes temáticos a distintos GP, y no solo salía más rentable la entrada, sino que organizaban un sinfín de actividades en la ciudad. Normalmente tenías que solicitar tu plaza con más de un año de antelación, pero supongo que esas son las ventajas de que tu mejor amiga esté bien posicionada en el mundo del marketing.
El plan era el siguiente: yo me quedaría en la casa estos dos días, familiarizándome con mi nuevo compañero peludo, y con los alrededores; y Andrea llegaría el viernes por la noche a tiempo para coger el primer bus del sábado hacia Mónaco. Ella había alquilado un pequeño airbnb en la ciudad, lujo que yo no podía permitirme. Le había preguntado previamente a los dueños de la casa si podía ausentarme un par de días, dadas las circunstancias, y me dijeron que no había problemas, mientras que lo pusiera todo en orden al regresar. Tenían un vecino que podía echarme un cable con Tom en mi ausencia.
Estaba más que claro que Andrea querría ir a todos y cada uno de los sitios mencionados, pero íbamos a tener que escoger sabiamente donde salir durante nuestra estancia en Mónaco, pues ni nos sobraba el tiempo, ni el dinero. Además, el domingo quería estar con mis cinco sentidos en la pista, viendo y respirando la lucha de los monoplazas. Estaba siendo una temporada dura para Ferrari, pero yo seguía teniendo fe en que encontrarían la pieza del puzzle que fallaba.
El móvil vibró de nuevo.
Nacho: Claro, necesitabas estar soltera para tirarte a alguien en tus vacaciones ¿verdad?
Respiré hondo, hacía tiempo que me había propuesto que este tipo de mensajes, demasiado persistentes para mi gusto, no me afectaran como antaño. Bloqueé el contacto. Al fin y al cabo, la relación había acabado hace meses, por mucho que Nacho insistiera en aparecer cada vez que le daba la gana.
- Tommy, ¿me acompañas a la cocina a por algo de comer?
El animal meneó la cola y entró conmigo a la casa. La semana prometía.
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Say yes to... heaven?
Fiksi PenggemarLucía comienza sus vacaciones intentando dejar todos sus problemas en España. Está en Mónaco, pasando un fin de semana de ensueño con su mejor amiga, y a punto de vivir su primer Gran Premio de F1. Piensa aprovecharlo al máximo. Pero las cosas se co...