Capítulo 8 (mini): ¿Y si...?

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Un rayo de sol entró por la ventana de la habitación. La misma habitación de invitados en la que había despertado hacía poco más de una semana por primera vez. Solo que en esta ocasión no estaba sola. 

Giré sobre mí misma para encontrarme frente a frente con mi compañero de cama. Ese leve movimiento hizo que este entreabriera los ojos, algo desorientado.

- Buenos días. - sonrió, aún con los ojos medio cerrados.

- Buenos días - contesté - ¿Has dormido bien?

En realidad yo ya llevaba un tiempo despierta, viendo cómo las cortinas de la ventana ondeaban con la brisa fresca de la mañana. 

Charles se movió rezagado para acercarse a mí. Me colocó detrás de la oreja un mechón de pelo rebelde que se interponía entre nuestros labios. Ese gesto me recordó a la noche en la que nos conocimos.

- De maravilla. - respondió finalmente, besándome con ternura. - Ya te dije que me das calma. Eres casi como un somnífero.

- Vaya, qué cosas tan bonitas me dices, Charles. - me quejé, con sarcasmo. - Ahora resulta que soy tan aburrida que te duermes conmigo.

Se llevó las manos a la cara, restregándose un poco los ojos, para poder abrirlos mejor. Negó con la cabeza. 

- No digas tonterías, sabes a lo que me refiero. - me agarró por la cintura y me atrajo hacia la suya, reduciendo la distancia que nos separaba a milímetros. - No me pareciste nada aburrida anoche, de hecho. - se mordió el labio inferior, gesto que empezaba a notar que era recurrente en él, a la vez que una sonrisa bastante reveladora se escapaba de su boca.

Un pequeño sofoco sacudió mi cuerpo. 

La noche anterior, tras encaramarse sobre mí en el sofá, Charles había sujetado mis muñecas por encima de mi cabeza. Lo hizo con delicadeza, pero eso no impidió que me sintiera completamente a su merced. El calor que emanaban nuestros cuerpos aumentó la temperatura, y nuestros jadeos se hicieron cada vez más evidentes cuando comenzó a mover su pelvis contra la mía. Tras esa danza preliminar, subimos al cuarto prácticamente entrelazados. 

- Tú tampoco estuviste mal. - admití.

- Ajá. No estuve mal... - su mano subía ahora por mi muslo - Por eso suplicabas más cada vez que paraba para coger aliento. 

- ¿A dónde va esa mano? - reñí - El señorito me dijo anoche que haríamos una excursión por Niza hoy, y ya es tarde. - señalé su reloj de muñeca, que marcaba las once.

- Mmm... - me hablaba con la cabeza hundida en mi cuello - Por favor Lucía, seré rápido, lo prometo.

- ¿Quién suplica ahora?

Mi voz se desvaneció. Su mano terminó su recorrido por el interior de mi muslo y, cuando llegaron a su destino, sus dedos hicieron que gimiera involuntariamente. "Tampoco es tan tarde" me convencí, mientras me aferraba con fuerza a su espalda.



Un poco más tarde, más de lo que había prometido Charles, bajamos a desayunar. Unos entusiasmados Tom y Olly nos recibieron en el salón. Ahora agradecía haber sido previsora y haberles dejado la comida lista antes de dormir, si no para esas horas se estarían muriendo de hambre. 

Los perros nos siguieron hasta la cocina, donde Charles se puso a rebuscar algo para desayunar. Yo cogí una de las cápsulas de café que los dueños de Tom habían tenido el detalle de dejar para mí. Le ofrecí otra a él y las introduje en la máquina. El piloto continuó indagando, y sonrió airoso cuando encontró el pan que tenía guardado en la despensa.

- ¿Tostadas?

Asentí, divertida por su actitud. Abrí Google Maps  y me puse a mirar rutas en lo que él preparaba el desayuno.

- Lucía. - me llamó, trasteando con unos huevos en la sartén.

- ¿Sí? - contesté, aún con la mirada sobre el mapa.

- He estado pensando sobre lo que me dijiste ayer de tu futuro... 

Levanté la vista del móvil, prestándole atención esta vez.

- Puede que ni siquiera te guste la idea. - se anticipó.- Pero quizá es la forma de unir tu formación y tu pasión en un trabajo... Y a lo mejor así no tienes que empezar completamente de cero. 

- ¿De qué estás hablando, Charles? - la curiosidad se había adueñado de mí.

- De un internship. No uno cualquiera, uno en una escudería. - hizo una pausa para apagar el fuego y servir los huevos. - Yo me enteré de esto cuando fiché con Ferrari. Cada cierto tiempo ofrecen "prácticas" a profesionales recién graduados. - continuó - Mi ingeniero de carreras, Xavi, entró así a la empresa. Suele ser difícil acceder, pero podrías intentarlo.

Me concedí un momento para asimilar la información.

- Pero habrá miles de ingenieros mejores que yo luchando por un puesto como ese. - deduje.

- Bueno, mejores no sé, pero sí está muy demandado. - corroboró el monegasco. - Aún así, si te gusta la idea no pierdes nada por intentarlo ¿no? 

- Supongo que no. - titubeé.-  Le echaré un vistazo.

Charles, que ya tenía el desayuno listo, me rodeó con los brazos por la espalda.

- Pobrecito el piloto que tenga que seguir tus instrucciones si te aceptan. 

Say yes to... heaven?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora