𝙲𝚊𝚙 𝟷𝟷 ♠

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—¿Podrías apresurarte con el pedido de la mesa siete? —insistió al chef, ganándose una mirada filosa de su parte—

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—¿Podrías apresurarte con el pedido de la mesa siete? —insistió al chef, ganándose una mirada filosa de su parte—. Es para el señor Park.

—Que sea para el señor Park no hará que la carne se cocine más rápido —refunfuñó el hombre y Taehyung supo que esa era una batalla perdida.

El omega se caracterizaba por tener una relación cordial con todo el personal del restaurante, nunca se atrevía a objetar sobre el trabajo de otros y pocas veces tenía conversaciones fuera del ámbito profesional. Sin embargo, sus nervios acabaron con cada gramo de paciencia en su cuerpo y el tiempo de espera del pedido se convirtió en un auténtico martirio.

Transcurrieron apenas un par de minutos, pero Taehyung no pudo soportarlo más. Revisó con discreción toda la cocina para asegurarse de que Yuna no se encontrara allí y cuando comprobó que el área estaba despejada decidió salir corriendo por la puerta de empleados.

Caminó con paso tembloroso por el pasillo en busca de los baños del personal. Tal vez era la presión de los últimos días, el miedo a que su cachorro fuera descubierto, o las consecuencias de la absurda lucha de poder de los alfas en la mesa siete, pero estaba a un par de segundos de devolver la cena que aún no ingería.

—¡Taehyung!

Justo cuando estaba por ingresar al baño, escuchó la voz de Hoseok llamarle. Si en un día normal le resultaban irritantes sus espontáneas apariciones, en ese momento lo encontró completamente repulsivo.

—Taehyung, quería decirte que... —el beta se interrumpió al ver su estado, probablemente su rostro lucía tan blanco como un papel—. ¿Qué tienes? Parece que estás a punto de desmayarte.

—Lo estoy —replicó con desgano y cuando sintió a su estómago contraerse de forma dolorosa, retiró el delantal negro atado a su cintura y se lo entregó a Hoseok—. Lleva el pedido a la mesa siete, por favor. El chef te dirá cuál es.

Si Hoseok dijo algo, Taehyung realmente no lo escuchó.

Ingresó frenéticamente al baño y cerró la puerta tras él con mucha más fuerza de la necesaria. Corrió hasta uno de los cubículos y esperó a que las exacerbantes nauseas hicieran su trabajo. Sin embargo, más allá de la aguda dolencia nada sucedió.

—No me hagas esto ahora... —le suplicó a su lobo, dejándose caer sobre el frío suelo.

Sospechó que el animal estaba entrando en un estado de abatimiento a causa de los sucesos recientes: la inesperada aparición de Jungkook en su vida, la angustia por su cachorro y las intenciones poco claras de Seojoon con él.

Hasta hace una hora, Taehyung hubiera podido jurar que el señor Park no representaba un verdadero peligro. Ahora, después de haber sido utilizado por él para provocar la ira de Jungkook, ya no estaba tan seguro de eso.

Cerró sus ojos y se concentró en visualizar al animal por medio de un sencillo ritual que aprendió de su abuela. La mayoría de las personas mantenían a su lobo como una segunda voz de consciencia, pero los más arraigados a las tradiciones —como era el caso de Taehyung y su familia—, lo aceptaban como una entidad diferente que vivía en un fragmento de su alma y con la cual podían comunicarse.

BlackJack | KookV♤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora