CAPITULO CUATRO

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“La luz del imperio”

Año 1559
Palacio, Topkapi

En el palacio del sultán del mundo, una pequeña niña de seis años corría por todo el palacio en busca de su tía Mihrimah.

Las criadas y favoritas de menor rango observaban a la pequeña niña corriendo, una mirada de odio es la que le lanzaban las criadas.

— Ojalá termine muerta muy pronto — decía Dilşah hatun una favorita del sultán.

— Es un estorbo en nuestro camino — murmuraba la criada que anhelaba ser sultana.

— Callen si quieren conservar sus lenguas — calló una criada de la sultana Hürrem.

— Melek tu podrías ser más que una simple esclava, pero prefieres simplemente servir a la sultana Hürrem — decía Dilşah comiendo uvas frescas.

— Yo sirvo felizmente a mi sultana, no necesito más — dice llendose de ahí.

— Pobre imbécil.

La sultana Mihrimah caminaba elegante por el harem, miraba con desprecio a cada una de las consortes del sultán.

Tan solo de verlas se le revolvía el estómago.

Una pequeña entraba al harem a los pocos segundos después.

— ¡Tia! — grito mientras corría tras su tía.

— Mi hermosa sultana — decía mientras la levantaba en sus brazos.

— Mi hermosa sultana — decía mientras la levantaba en sus brazos

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— Eres tan bonita — miraba los ojos de la pequeña niña. — Tienes unos ojos preciosos -

Cada que veia a su sobrina sus ojos se iluminaban, esos pequeños ojitos le recordaban a los de su padre, el sultán Suleyman l.

— Ahora, debemos irnos tu padre quiere verte.

Las dos sultanas caminaban por los pasillos hasta llegar a los aposcentos privados del sultán.

Dónde se encontraba una joven de cabellos rubios y ojos verdes sentada en las piernas de su alteza.

— ¡Papá! — se dirigió a su padre.

— Ten cuidado niña — dijo molesta pues la había empujado.

— Perdón... —

— Me parece increíble como permites que un mujerzuela le hable así a tu hija.

— Sultana discúlpeme, pero yo– fue interrumpida por el sultán.

— Mi hermana tiene razón, debes retirarte — dice firme ante Dilşah.

— Mi sultán discúlpeme, me retiro — dice reverenciando al sultán y su hermana.

— Antes, pídele una disculpa a la sultana Kösem — le muestra a la pequeña en sus brazos.

— Claro, discúlpeme sultana — dice reverenciando y llendo se.

— Ahora hermana, que bueno que trajiste a Kösem, tengo algo para la luz del imperio —

Su alteza se acercó a una bella caja de madera en el escritorio del sultán, de la cual saco una bella cadena con un dije en forma de sol.

Su alteza se acercó a una bella caja de madera en el escritorio del sultán, de la cual saco una bella cadena con un dije en forma de sol

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— Es todo tuyo.

— Es muy bonito.

— Tu eres mi luz, la pequeña que ilumina todos mis días, eres mi primogénita, la sultana del mundo entero. — Mira a su hija con sus bellos ojos verdosos. — Eres la sultana Mahpeyker Kösem "la que guía" la sultana que algún día gobernará el mundo entero.

La sultana sonríe y le da un gran abrazo a su padre.

— Tu madre debe estarte buscando Mahpeyker.

— Tu tía tiene razón, debes irte nos vemos más tarde.

— Adiós papi.

Ambas sultanas caminaban triunfantes por el harem, la mujer mayor lucía bella con una gran corona en su cabeza.

La menor con su bello collar dejaba en claro que ella era la sultana del mundo, la única mujer que tenía al sultán a sus pies completamente.

Mihrimah dejo a su amada sobrina con su madre y se retiro a descansar a sus aposcentos.

La sultana Nurbanu se acercó a su pequeña hija acariciando sus cabellos oscuros como los de ella.

— Mi pequeña niña, juro por Alha que algún día todos besaran nuestras ropas y se arrodillaran ante nosotras. Juro por Alha bendito que tú serás la mujer más poderosa que este imperio haya visto.

Besa su frente y se fue al balcón de los aposcentos que el sultán le había obsequiado.

La Valide sultán entro a los aposcentos y vio a su hermosa nieta dormida.

— Mi sultana. — la mujer de cabellos oscuros se reverencia ante la mujer mayor.

— Nurbanu, vine a ver cómo estaba Kösem, pero al parecer está descansando.

— Le agradezco por su preocupación respecto a mi hija.

— Mahpeyker es parte de esta dinastía, sería descortés de mi parte no hacerla. — acaricia el cabello de la sultana.

— Perdone mi indiscreción sultana, pero no hace eso con la sultana Mahfiruze.

— Hanzade aísla a sus hijos, no puedo hacer mucho por ellos, en cambio Mahpeyker es mi amada nieta.

— Agradezco su amor por mi niña. — mira a su pequeña durmiendo. — Ella es lo único que tengo. — empezó a sollozar. — Paso cada noche con su alteza y simplemente no logro volver a embarazarme.

— Nurbanu, querida no te preocupes. Ya verás muy pronto tu tendrás un príncipe.

— ¿Eso cree? Yo... Solo soy una criada y usted se preocupa tanto por mi.

— Te considero una hija más para mi. — toma entre sus brazos a la sultana sollozante. — Y se que Mihrimah te considera una hermana más.

— La sultana igualmente es maravillosa con Mahpeyker y conmigo.

— La sultana igualmente es maravillosa con Mahpeyker y conmigo

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