Capitulo 5

495 65 55
                                    

tercera persona

A estas alturas, nadie sabía que se podía esperar de Helena, hasta su amiga más cercana sentía que ya no la conocía. Solía levantarse de su cama con ideas que solo a alguien con la mentalidad fría se le podría ocurrir. Poco les iba a sorprender si de repente salía de su habitación y daba la orden de matar a Steve y a Bucky; sabían que sus desórdenes mentales eran un sube y baja de decisiones.

Natasha se encontraba de los nervios, Helena no hablaba con ella y no sabía de sus planes, la muerte de esos dos era algo que a nadie le conviene, menos a Natasha la de Bucky.

Socializaba solo con sus hombres para confirmar que todo estuviera en marcha tal y como ella quería, la invención de esta nueva droga y el transporte de otras. Sus compradores eran personas en la mira de Helena, no solo se propuso vengarse y destruir la trata de blancas, sino acabar con la red del narcotráfico y solo podía hacerlo aliándose con ellos y acabandolos por dentro.

Cómo si nada y con un cigarrillo entre sus dedos apareció por la cocina, llamando la atención del cocinero y las mujeres ayudando, entre esas Valquiria quien comía una manzana y coqueteaba con el cocinero.

—Buenos días, amiga — saludo Valquiria.

—Buenos días, señora — le siguen los empleados.

—Buenos días — les devuelve el saludo.

—¿Va a desayunar lo de siempre?

—Si, Gisela — fija la mirada en su amiga quien juega con su pelo mientras sigue coqueteando —Agregue dos platos más a la mesa — vuelve a la mujer que acomoda los utensilios.

—¿Usted también comerá en la mesa principal?.

—Si.

Helena no acostumbraba a compartir comidas con los demás en la mesa para evitar cuestionamientos de parte de sus amigos.

—¿Usted y quién más? si puedo preguntar.

—Cierto. Que sean tres — nota la mirada sorprendida de Valquiria y la mira —Tenemos invitados.

—¿Qué les hago, mi señora? — pregunta el cocinero.

—Lo mismo que voy a desayunar yo — le contestó dirigiéndose a la salida.

—Si, pero en menor cantidad — dice Valquiria —Esos malparidos no se merecen nada — habla en español.

—¿Qué dijo señorita? — le pregunta Gisela, quien no entendió.

—Ah, es que. Lo aprendí viendo esa novela Colombiana con Bruci — vuelve al Inglés.

Dos mujeres entran a una habitación en la cocina, con guantes en sus manos y sacan de ahí un plato grande con tres presas de carne.

—¿Van a darle de comer al gatito?

—Si señorita, lo vamos a intentar. — dice una con expresión de miedo en su rostro.

—¿Como? ¿lo harán ustedes?.

Ninguno de los empleados de la caza acostumbraba a darle de comer, solo Helena y su entrenador.

—Sí señorita, el entrenador está enfermo y la señora está ocupada en este momento.

—Suerte.

No es fácil lidiar con un tigre, y mucho menos con Osama. Hacían días que Helena no lo sacaba a pasear y estaba más agresivo e inquieto que nunca.

Bruci estaba en el jardín cortando flores para cambiar las del jarrón de la mesa y ve pasar a Helena hablando con Alan, uno de sus hombres.

Suelta todo y camina rápido hacia ellos para alcanzarlo, sabía que significaba el que ellos estuvieran hablando; Alan se encarga de la supervisión de esos dos.

MUÑECA DE LA MAFIA #2 || Steve RogersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora