espinas

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El amanecer llego con un fresco aroma que provenía de las flores que llenaban el lugar, así como los cantos de las aves, un Macaque adormilado se despertaba con dificultad, toda la noche se la paso pensando y oyendo los quejidos que el mono dorado hacía, parece que lloro toda la noche hasta quedar inconsciente, se levantó lento y casi como si quisiera que las sábanas no lo dejaran separarse de ellas, el aroma del contrario se encontraba en todo el lugar, y no lo iba a admitir, eso le gustaba, le daba un poco de paz, finalmente se levantó cuando escucho el toquido de la puerta, no necesitaba salir para saber de quien se trataba, seguramente tendría entrenamiento con Wukong.

Se cambio y dejo todo en orden antes de salir, esperaba que ya estuvieran fuera para poder salir sin dar explicaciones o verlo a él, salió de incognito escuchando hasta el más mínimo sonido para identificar la posición de ambos, pero solo recibió un susto de muerte.

- ¿Qué haces? - pregunto el de pelaje dorado atrás de la puerta cargando dos tazones de fideos, se veía algo cansado y ojeroso.

- Y-yo nada, solo... ¿Dónde está tu alumno de todos modos? lo oí hace un momento- intento recuperar la compostura después del susto excusándose para cambiar el tema. 

- Hoy no tenemos entrenamiento, solo vino a entregar un pedido que hice, ¿Quieres desayunar? - hablo sonriente extendiendo uno de los platos hacia él.

No había notado lo vacío que estaba su estómago hasta que el delicioso aroma llego a sus fosas nasales, su estómago hizo un gruñido tan fuerte que no necesitas su super oído para escucharlo claramente, su rostro se volvió rojo al instante y su pelaje se esponjo un poco, esto al contrario le dio gracia, pero no se atrevió a reírse de él, o no del todo.

- parece que alguien tiene hambre- conteniendo con mucho esfuerzo la risa, se dirigió a la pequeña sala donde dejo en un extremo su plato y luego fue hasta a su propio asiento- vamos, se va a enfriar-

-Wukong no te atrevas a burlarte- le siguió avergonzado, cubriendo parte de su rostro en su bufanda.

se sentó con pesades, no se sentía del todo cómodo, o al menos no aun, pensó que sería incomodo, pero había olvidado que su contrario tenía ese extraño don para hacer reír a quien fuera, suponía que ya lo había perdido hace mucho tiempo, al contrario de lo que pensó en un inicio el desayuno fue ameno, incluso disfruto un poco de esto, a pesar de que al tragar cada bocado quedaba un sabor amargo de nostalgia y tristeza.

Así llego la tarde, las aves revoloteaban buscando palitos para sus nidos o comida para sus crías, ya era momento de irse de ahí, no sin antes agradecer el hospedaje y la comida, la despedida fue hasta cierto punto dolorosa, no se querían despedir, pero tampoco querían estar tan juntos, ambos querían tener un poco de soledad para pensar.

- Mac, antes de que te vayas, de nuevo, gracias por escuchar, si necesitas algo, puedes venir o llamarme- se terminó de despedir agitando su mano con movimientos lentos.

- claro...- de igual forma se despidió, llamo a sus sombras y se deje absorber por ellas.

En cuanto llego al lugar que considera su casa se dejó caer entre sus sabanas y almohadas, no se molestó en taparse de forma correcta, solo se envolvió de pies a cabeza cerrando los ojos forzándose a no dejar escapar su llanto, estaba cansado, la historia que le conto Wukong, los recuerdos dolorosos, su propio dolor, su mente gritaba que no se dejara convencer, tal vez solo era una treta para tenerlo nuevamente de su lado para usarlo de nuevo, que él no lo quería, escogió al monje antes que sus amigos, antes que a él, y ahora lo hacía de nuevo con ese chico, otra vez lo dejaba de lado por algo más, alguien más, lloro todas las lágrimas amargas que le quedaban por llorar, al final una boba sonrisa le quedaba, la sensación de estar de vuelta en el mismo sitio que Wukong sin pelear y solo reír le hacían sonrojarse y tener una pequeña sonrisa, el ver que buscaba ser mejor para alguien tan puro como MK le hacía feliz, incluso orgulloso y a la vez algo celoso,  al fin y al cabo que cuando se trata del monarca, siempre acaba reaccionando con el corazón por eso siempre salía más herido de la cuenta, por eso había decidido ser frio, dejar de lado ese ser curioso y cariñoso que alguna vez fue, dejo lo que le hacía feliz para poder protegerse de los demás, ya no quería querer a alguien y ser lastimado por accidente o a propósito, si siempre esperaba lo peor de todos cuando la traición llegue ya no se sentiría tan mal, aun así le dolía, pero había aprendido a ignorar el dolor, pero nunca aprendió a dejar de amar, amarlo se sentía como estar cubierto de espinas y aun así bailar al son que el tocaba. 

Le tomó por sorpresa su disculpa, cayó como un valde de agua fría, el miedo, el dolor, y la sensación de traición que había podido bloquear un poco, volvieron de la nada y tan rápido que no pudo reaccionar, no podía ignorar el dolor que presentaba el contrario, él podía fingir ante todo su sufrimiento, pero no a él, nunca pudo mentirle, sus ojos siempre le decían en susurros como se sentía, esta vez le gritaban, le suplicaban que se quedara por lo menos esa noche, se maldecía por tener ese poder,  si se le puede decir de alguna forma, tomo grande bocanadas de aire, sus pulmones ardían y su garganta le dolía, un enorme nudo le impedía siquiera gritar, cuando se calmó limpio su rostro y se dirigió con mucho esfuerzo al baño, se miró al espejo y dejo caer su glamur, se dijo patético por la lamentable vista, su ojo izquierdo ciego y con una enorme cicatriz, sus seis orejas se movían levemente buscando alguna señal de peligro, era una mala costumbre que adquirió luego de ser asesinado, se preparó para darse una ducha, siempre que tenía una recaída le gustaba darse un baño, se imaginaba que la lluvia se llevaba sus penas y solo así se sentía mejor, y así lo hizo, cuando termino su largo baño se dirigió a la cocina y tomo una pequeña merienda, esto le hizo recordar las galletas que tomo del alumno estrella del mono dorado, decidió hacer una lista mental, no soportaba ver la lamentable alimentación que tenía el "rey".

Arreglo su desordenada cama y se recostó por lo que quedaba de día, lo que fuese a pasar ya sería un problema para el Macaque del futuro.

Las cosas del otro lado de la ciudad no estaban ni cerca de estar bien, por su lado Sun Wukong estaba en plena crisis, no sabía cuánto tiempo llevaba sin tener una, de nuevo el peso de la culpa lo aplastaba, sabía que había cometido muchas estupideces, muchas de las cuales no se arrepiente del todo, pero había muchas más que le hacían sentir horrible, como si algo dentro suyo agonizara, estaba seguro de que si no fuera inmortal el peso de sus culpas ya lo habría aplastado hasta la muerte sabía que podía explicar con más detalle todo lo que lo llevo a matarlo y ni aun así podría sentir que merecía su perdón, si lo amaba tanto, ¿Porque lo lastimo? porque se arrebató a si mismo lo que le importaba más que nada en el mundo, más que nadie, ¿Porque aún se permitía lastimarlo? si aún lo amaba.

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Espero que les haya gustado el nuevo episodio es algo corto pero algo es algo,  hasta la próxima:D

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