PUF-050.

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Narra Paris.

—¡Que no quiero!.—Santos soltó un fuerte suspiro antes de recoger la bandeja con todo lo que yo había tirado al piso.—No quiero comer, no quiero hacer una puñeta, déjame en paz.

—¿En que carajos le sirve a Armando que te portes como una nena chiquita ah?¿Va a sacarlo antes, hará que deje de ser de riesgo el embaraz...—le di una bofetada antes de que pudiera acabar la frase.—¡Ya!.—chilló.—No está y no va a traerlo, el chamaquito si, ponte seria y cuídate, carajo.

—Tal vez no deba esperarlo.

—¿De qué hablas?.—frunció el ceño al ceño, me le trepé pillándolo por sorpresa, apenas pudo reaccionar cuando uni nuestros labios, enredé mis brazos alrededor de su cuello y sentí las suyas deslizándose por mi espalda, profundicé el beso tomándolo por la nuca y él agarró mis nalgas, me froté contra él par de veces pero finalmente me alejó.—Puñeta.—susurró.—Esto no está bien.

—Pero se te paró el bicho.

—Hablo en serio, Paris.

—Y yo.—me mordí el labio.—Estoy cansada, si el pendejo de Luar no quiere cooperar y me quiere mandar pal carajo pues está bien, no pelearé sola de nuevo.—acarició mi cuello.

—¿Le quieres hacer daño y por eso me besaste?

—¿Ah?.—me hice la ofendida.—Papi tu te aprovechaste de mi, yo no quería.—ladeó la cabeza.—Me arrinconaste contra la pared y me agarraste las manos, asi...—jadeó cuando le hice lo que acababa de narrar.—Después me agarraste así las mejillas, pasaste la le Gia por mis labios y me mordiste el cuello para que abriera la boca.—cerró los ojos y su boca se entreabrió.—Y ahí, me besaste a tu fokin' antojo.—esta vez fue él quien unió nuestros labios, gemí en su boca cuando sentí lo duro que estaba.—¿Te gusto, Santos?

—Sí, Paris.

—¿Mucho?

—Mucho.

—¿Matarías por mi?.—asintió despacio.—¿Serio?.—me besó más profundo.—¿Morirías por mi?

Se quedó pensativo.—¿Cuál es la duda, que crees que pasará cuando Luar sepa?.

—¿Sepa que?

—Que te atreviste a tocarme.

—Somos dos aquí.

—Ambos sabemos que el más jodido eres tú, papi.—miró mis labios.—Ya, libérame.

—Ya nos vamos con todo.

—No quiero, suéltame.—obedeció.—Besas rico.

Agarré mi cel antes de salir de la casa.

—¿Para dónde vas?

—A trabajar, necesito salir de estas cuatro paredes porque como pudiste comprobar, empiezo a perder la cordura.—me miró a los ojos.—¿Querías que te lo baje?

—¡No!.—se alejo.—De hecho, no deberíamos acercarnos más.—tal vez tenia razón.—¿Vas a contárselo?

—Como si fuera importante para él.

—¡Paris!.—escuché en la lejanía.

Abrí los ojos despacio ya que la luz me estaba cegando, vi a Santos parado a mi lado mirándome con preocupación.

¿Y la casa, fue un sueño?

—Pensaba que no ibas a despertar.—susurró.

—Santos...Tuve un su...—me quedé callada al ver a Luar.—¿Qué carajos?

—Tu papá me consiguió un permiso.—miré hacia el ventanal, pude ver a mi progenitor hablando con los doctores, amenazándolos más bien.—¿Estás bien?.—miré a Santos.

—Estoy bien.—cuando trató de entrelazar nuestras manos enseguida lo esquivé.

—Santos, danos un break.—pidió serio.—¿Qué pasó baby?

—No sé.—le di la espalda.—Debe ser el estrés, la preocupación, la falta de sueño o todo junto, quien sabe.—sentí su presencia a mi lado.—O que recibe el desprecio que me das y ya se arrepintió de intentar venir al mundo.

—No digas eso.

—He visto a perros siendo tratados mucho mejor que yo estos días.—aparté sus manos.

—Déjame tocarte, Paris.

—No quiero, Luar.

—Paris...—me viré al escuchar su voz quebrándose.—Por favor, ¿si?

—¿Qué anda mal contigo, por qué me tratas mal un día y al otro me quieres cerca, estás jugando conmigo?.—me bajé de la camilla.

—No, baby.

—Nada de "baby".—grité.—Desde que voy a visitarte es la misma mierda, no te molestas en mirarme a la cara, te tengo que rogar para que me toques y después que te vienes me botas como si fuera una de tus cuero.—negó con su cabeza.—¡Es lo que haces!.—bajó la mirada.—Con la mamá de tu hijo.—observé su cadena.—Te cuelgas esto como si te importara...—apartó mi mano.—Son mias, a la que casi matan fue a mi.—intenté tomarlas pero de nuevo apartó mis manos.

—¡Ya!.—me agarró.—Vuelve a la camilla.

—Arranca pal carajo, no tengo porqué hacerte caso.

—Eres mi mujer, Paris.

—¿Según quien, el Santo Evangelio del bicho tuyo?

—Después de lo que pasamos no necesitas una puñeta, ni anillo, ni ceremonia ni na'.—me miró a los ojos.—Eres mia y no hay mas na, aunque te joda.—rodé los ojos.—Cuidado.—me advirtió.

—¿O que?.—sonrió.

Que lindo.

Tenía tiempo que no lo veía sonreír.

—Te vas a poner seria de una buena vez con la medicación que te den, con las horas de sueño y con cualquier otra cosa que te diga el doctor, ¿oite'?—dijo agarrándome por las mejillas.—Hemos sobrevivido, has sobrevivido y gracias a ti nuestro chamaquito tiene esperanza aun, cúmplele el deseo.

—Que fácil es para ti, solo debes esperar.

—¿Fácil?.—se cruzó de brazos.—Cada noche ahí dentro es un reto, tengo una diana y mi cabeza tiene precio.—se levantó la camisa y ahogué un grito al ver las marcas que tenía y como parte de su hombro estaba vendada.—Ta' bien, yo aguanto porque me lo merezco o que se yo , lo aguanto mientras sé que ustedes están bien afuera.

—¿Lo mereces?.—ambos nos viramos en dirección a la voz, mi papá estaba apoyado en el marco de la puerta.

—No hice las cosas b..

—La cagaste , bien feo. Podrían haber muerto.

—Lo sé.

—He hablado con el director y te propondrán algún trato, tal vez una multa y la condicional.—arregló su traje.—No sé bien si tu estadía en prisión es la culpable pero no quiero a mi hija mas tiempo en un hospital hasta el momento del parto.—me miró.—¿Contenta?

—Pensaba que n...

—Nunca daría la espalda a mi familia.

—¿Y Leblanc?

—Yo me encargaré.—se acercó a la camilla para besar mi frente.—Última oportunidad, tengo todo para hundirlo , un paso en falso y te olvidas de tu traquetito de cuarta.—susurró en mi oreja.—No digas que no te avisé.—recalcó antes de salir de la sala.

Poco después entró Santos, me quedé mirándolo unos instantes hasta que sentí como tomaban mi mano, vi a Armando con la mandíbula apretada mirando a su amigo.

—¿Estás bien, papi?.—el trapero no respondió.

—Es mi hora de irme.

—Papi, el permiso es hasta las d..

—No es conmigo con quien quiere estar hoy.—fue lo que pude escuchar antes de que salieran a hablar fuera.

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Asaaaaaaaa se asustaron eh JAJAJAJAJAJAJ, ¿tan malo sería si besa a ese papi?😭

Public Figure | Luar la L Donde viven las historias. Descúbrelo ahora