11 JACE: COEXISTIR

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No pude evitar quedarme embobado mirándola mientras me preguntaba en qué momento mi mente había registrado todos los detalles de su rostro para luego proyectarlos en mis pesadillas. Hasta que no soñé con ella no me di cuenta de que tenía pecas encima de la nariz que se extendían por sus mejillas ni en la cicatriz que tenía junto a su ojo izquierdo, tampoco en la forma en la que curvaba los labios cuando se enfadaba... Esos pequeños detalles se plantaron delante de mí sin que ni siquiera me diese cuenta de qué estaba ocurriendo.

¿Cuándo la había observado con tanta atención?

―Os vamos a dejar a solas para que habléis. ―Anunció Roman lanzando una advertencia a Leo con la mirada. Ni siquiera necesitó mirarla para saber que se iba a oponer a aquello, en cuanto Zett encaró una ceja en señal de desaprobación él habló manteniendo todavía los ojos en mi hermano, quien empezó a salir de la habitación.― No, no admito quejas Zett. Ya te pondré al corriente.

Puso los ojos en blanco y se hizo a un lado para dejarles vía libre antes de cerrar la puerta con un acto demasiado teatral. Ni siquiera me di cuenta de que estaba sonriendo hasta que me miró.

―¿Esto qué es? ¿TeleZett? ― Preguntó frustrada sentándose a los pies de la cama.― Llame y grite para tener a Zett en su puerta, si tarda más de quince minutos le devolvemos su dinero. ―Imitó los anuncios de pizza a domicilio.

Me reí todo lo que me permitieron mis heridas y aquello pareció relajarla lo suficiente para hacer una mueca de aprobación. Aquella chica era una sorpresa andante, me encantaba su modo sarcástico de comunicarse.

―Tu coche está abajo. ―Dijo de repente tirándome las llaves. La miré sorprendido sin saber qué decir, lo último que me esperaba era que lo hubiese recuperado.― ¿Me vas a explicar qué hago aquí o solo era para ver si Roman era capaz de hacerme venir?

―He soñado contigo... ― Empecé a hablar sin saber cómo cojones explicarle lo que pasaba sin revelar demasiado.

―Que bien, yo todavía no he dormido. ― Espetó poniéndose de pie. Joder me di cuenta de que pensaba que iba por otro camino.

―Zett lo siento ¿Vale? ―me apresuré a decir al verla con intención de huir otra vez. Odiaba estar en la puta cama sin poderme ni mover.― Me pasé y lo siento mucho, no esperaba que te molestase tanto.

Cuando mi mirada se cruzó con la suya vi la lucha interna en sus ojos, una parte de ella quería explicármelo. Comprendía aquella situación, a mi me estaba pasando lo mismo. Joder, no podía explicarle por qué me había asustado tanto soñar con ella, ni siquiera podía decirle que me había asustado y ella estaba allí de pie luchando consigo misma para encontrar la forma de justificar sus reacciones ante mi.

―Odio que me digan ciertas cosas ¿Vale?

―Hazme una lista ―Solté de repente sin pensar.

―¿Qué?

―Hazme una lista, ya sabes de las cosas que no te gustan que te digan. Juro que jamás volverán a salir de mi boca, no hacia ti al menos. ―Me expliqué al ver la confusión en su rostro.

Me di cuenta entonces de que Zett era un completo misterio para mí, igual que yo lo era para ella. No era como Debbie, ni las otras chicas que había conocido, ella siempre reaccionaba de forma extraña, distante y sorprendente.

Pareció sopesarlo durante un momento pero fue al escritorio para coger una libreta y dos bolígrafos. Se sentó a mi lado y partió una hoja por la mitad antes de tenderme uno de los trozos. La miré confuso y me fijé en sus manos, tenía cicatrices en los nudillos y estaba casi seguro que veía otra en su muñeca, asomando muy ligeramente por encima de las pulseras.

VÍSPERA (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora