Capítulo XVII - Para hacerte entender que soy toda tuya
Pocos ven lo que somos, pero todos ven lo que aparentamos. –Nicolás Maquiavelo
Me coloca en cuatro, con la cara y manos en la cama, las piernas rectas y abiertas con los pies en el piso y comienza a besar, primero por mi tobillo derecho, masajea suavemente mi pierna y sube por mi pantorrilla, besos pequeños y delicados, continua por mi muslo, hasta mi nalga, luego muerde duro y yo gimo, ahora me pone de pie y comienza de nuevo pero por mi hombro, retira mi cabello hacia un lado y besa suavemente mi espalda, besos delicados y lentos, suavemente hasta mi espalda baja y de nuevo a mi nalga y la muerde aún más duro, ahora suelto un grito, me empuja de nuevo a la cama y quedo en la primera posición, baja a mi otro tobillo y continua con la tortura.
Sube lentamente por mi pierna de la misma manera como lo hizo con la primera, cuando llega a mi nalga espero la siguiente mordida, con la seguridad para no gritar muy fuerte, pero en lugar de eso recibo una nalgada que hace que mi cuerpo se haga hacia delante, repite lo mismo con mi otro hombro, lentamente por mi espalda baja haciendo que mi piel se erice de deseo, nalguea de nuevo, baja mis bragas y mete un dedo, siento como mi vagina lo humedece y absorbe su forma, lo mete y saca suavemente y gimo, mi niña quiere más, yo quiero más, quiero sentir su pene duro e hinchado hasta el fondo aquí, quiero sentir de nuevo su semen, pero goteando de mí, cayendo húmedo y caliente, el sigue metiendo su dedo duro, y yo sigo gimiendo.
Me sigue masturbando, tocando suavemente y en círculos mi clítoris, yo me hundo en el placer, acomodo mi cara en la cama, mi ojos están viéndolo firmemente, se ve su deseo, sus ganas de hacerme suya, mientras mete sus dedos me pone el pene cerca de la boca y sigo chupándolo, me nalguea con la otra mano, siento casi toda su mano en mi vagina, como entra duro y rápido, mi orgasmo se acerca, su pene me ahoga, antes de que acabe, me abre bien las piernas y se deja ir, entra de una sola vez, sin importarle, como siempre, que puedo sentir yo, me gusta su agresividad y su deseo por tenerme toda solo para él, su manera tan brusca para estar en mí, para hacerme entender que soy toda suya.
—Dios Bárbara. —Sale de su boca con esa gran embestida, me jala del cabello y entra un par de veces más, hasta que mi orgasmo llega y el suyo igual, siento justo lo que deseaba sentir, saca su pene, siento como escurre y gotea su liquido en mis labios, cayendo por mis piernas, soy la única mujer que lo hace sentir así, estoy segura.
Toma su camisa y me limpia suavemente, con dulzura, lo veo extraño, me doy vuelta y lo veo a los ojos.
—¿Qué sucede? —Me pregunta.
—¿Qué estás haciendo? —Le digo.
—Te limpio. —Dice.
—Lo sé. —Le digo con cara de "es obvio tonto". — ¿Por qué lo haces? —Pregunto.
—No lo sé. —Me responde y me da un suave beso en los labios. —Acuéstate. —Me dice y obedezco, me meto entre las sábanas, el camino hacia la puerta y cierra con llave, regresa y se acuesta conmigo, a mi lado, en la misma cama. Me abraza de cucharita y me quedo pensando unos minutos, ¿qué jodidos le sucede?, él no es así.
—Pensé que dormir era algo que preferías hacer sólo. —Le comento, el no responde rápido. —Igual yo, pero no es así. —Responde. Se acomoda y me quedo ven sus brazos, viendo hacia la ventana, extrañada y sin sueño, mierda. Cierro mis ojos y de repente descubro su famoso tic, empieza a brincar y me asusta, abro los ojos y espero a que diga algo, pero no hace nada, solo se mueve poco a poco, me abraza más fuerte, me pega hacia él y me hago la dormida, el levanta su cabeza, tengo mis ojos cerrados, pero tengo la sensación de lo que hace.
Me observa con intensidad, y siento cómo su mirada penetra en lo más profundo de mi ser. Un escalofrío recorre mi espalda mientras se acerca a mí y deposita un beso tierno en mi frente. Me quedo sin palabras, tratando de descifrar qué está pasando, pero él simplemente se acomoda detrás de mí, como si nada hubiera sucedido.
Cierro los ojos lentamente, intentando borrar de mi mente la extraña situación que acaba de ocurrir. Pero las imágenes siguen rondando mi cabeza, confundiendo mis pensamientos y despertando un sinfín de preguntas sin respuestas.
Me abrazo a mí misma, tratando de encontrar algo de calma en medio de este caos de emociones. No sé si es real o solo un sueño, pero no puedo ignorar la sensación de estar perdida, atrapada en un laberinto de enigmas sin salida.
Poco a poco, el sueño me vence, llevándome a un mundo de pesadillas y visiones borrosas. En mi inconsciencia, todo se mezcla, creando un escenario surrealista donde nada tiene sentido y la realidad se desvanece.
Mi mente se llena de preguntas sin respuestas, y la curiosidad se mezcla con el miedo en un cóctel explosivo. ¿Qué fue lo que realmente sucedió? ¿Es posible que haya algo más detrás de esa mirada penetrante y ese beso en la frente?
Al abrir los ojos, la tenue luz del amanecer se filtra por las cortinas entreabiertas. Me encuentro recostada en su pecho, pero esta vez de frente, abrazándolo con delicadeza. Observo su rostro suave y plácidamente dormido, y un sentimiento cálido me envuelve. Sabemos que nuestras familias están de vacaciones juntas, y sé que pronto deberá irse.
Siento cómo su pecho se eleva y desciende con cada respiración, y me doy cuenta de que el tiempo parece detenerse cuando estamos juntos. Pero la realidad nos llama, y aunque desearía que este momento fuera eterno, sé que tenemos que enfrentar la mañana y la realidad que nos aguarda.
Un suspiro escapa de mis labios mientras acaricio suavemente su mejilla. Desearía que pudiéramos quedarnos así para siempre, pero nuestras vidas están entrelazadas con compromisos y responsabilidades que no podemos ignorar.
—Nicolás. —Le digo mientras lo veo.
—¿Qué sucede? —Me pregunta adormitado mientras bosteza.
—Está amaneciendo. —Le digo.
—Lo sé. —Dice y me abraza con más fuerza, ¿qué cojones?
—No, nuestros padres, levántate. —Le digo, el abre los ojos rápidamente.
—Mierda. —Dice y recoge sus cosas, rápidamente, esta agitado.
—Tranquilo. —Le digo, abre la puerta con cuidado y sale de la habitación, antes de cerrarla por completo, la abre de nuevo, corre a la cama y me da un beso profundo y suave en los labios. —Perdona el aliento, te veo más tarde. —Dice y corre afuera, cierra y yo sigo en la misma posición, analizando todo paso por paso.
Lo admito, no me molestó, me encantó. Me enamora con estas cosas, pero él no es así, él es frío conmigo, no un amor de persona; es como si alguien más habitara en él. Como si su verdadero hombre saliera a la luz. Es bueno, es un hombre noble y amoroso, cariñoso; pero no es el Nicolás que me ama. El mío es diferente, cruel, tierno, rudo. Es tan confuso.
Recordar eso me hace sacar una gran sonrisa, fue algo muy lindo de su parte comportarse así, el resto del fin de semana en esas vacaciones fue igual, sexo de noche, dormir juntos, besos de buenos días. Un día casi nos descubren cuando los señores salieron temprano a correr, Nicolás estaba saliendo de la habitación mientras ellos subían las escaleras, pero logró meterse al baño rápido y fue falsa alarma.
Es gracioso, era como dos niños jugando y haciendo travesuras, ocultándose de los mayores y divirtiéndose a escondidas.
Mientras seguimos acostados en el sofá le doy un pequeño beso en los labios y le acaricio la mejilla, amo ser atenta con él, servirle, mimarlo, complacerlo, es el amor de mi vida, el primero y espero sea el último, no es el único, claro está que Melissa sigue siendo importante para mí, pero lo que siento por Nicolás es incomparable y no se puede medir, simplemente es mágico y especial. Tan intenso que arde en el pecho cuando no está.
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Mi Turno
Teen FictionAntes de empezar a leer hay unas cosas que debes saber. 1. Esta no es una historia de amor. 2. La lujuria te puede controlar. 3. Contiene mucho sexo. Bárbara está harta de que su hombre siempre la domine. Que ella siempre caiga a sus pies, despu...