Capítulo XIV

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Capítulo XIV - El dueño de mi vida

Las estrellas no pueden brillar sin oscuridad. —Anónimo

Melissa se ha ido hace un rato, tomo un cigarro de mi bolsa y me siento en el sofá, tengo ratos de no fumar, lo enciendo y pienso en lo feliz que me hacen ellos dos, dejando el sexo a un lado, ellos son los únicos que hacen mi vida maravillosa.

Tomo una ducha, al salir paso frente al espejo del clóset y me quedo parada unos segundos viendo mi rostro, de verdad soy hermosa, más sin maquillaje, tengo algunas ojeras, pero eso es lo de menos, tengo una bella sonrisa, sensual que cautiva a cualquiera, unos hermosos ojos grandes y con pestañas largas. Retiró la toalla y la dejo caer al piso, veo mi silueta, unos senos firmes y redondos, una pequeña cintura estilizada, caderas grandes y piernas anchas, con músculo por el ejercicio, me doy la vuelta y veo mi espalda delgada y sofisticada pero firme y fuerte por el entrenamiento, un trasero redondo y listo para ser nalgueado, es tan sano hacer esto.

Cuando estaba en mis últimos años de universidad me impartieron un curso de psicología y el profesor nos dijo lo bueno que era para una mujer verse por lo menos cinco minutos diarios al espejo, pero sin ropa. Dejar de lado los defectos y no criticar su cuerpo, sino más bien admirarlo, despeja la mente, te hace sentir bella, sensual, deseable y es que ese es el truco. Para conquistar a una mujer, no a una niña romántica, a una adolescente tierna, a una joven adulta correcta, sino a una mujer, de esas que son independientes, las que no les temen a los riesgos, la que dan todo de ellas, las que pelean por lo que quieren, las que tienen el mundo a sus pies con su esfuerzo y gracia, a ellas hay que desearlas. Cuando una mujer se siente deseada, no busca más que complacerte, que dar todo lo que buscas, para que la desees más, que con ella explores tus más salvajes fantasías o tus más dulces sueños, porque sencillamente quiere que la desees, que la necesites. Todo de manera exquisita, elegante y dominante, no se equivoquen, la patanería no está incluida acá.

Creo que así fue como Nicolás me conquisto a mí, me hace sentir deseada, que en cualquier momento del día me escriba un texto y me diga —Te necesito entre mis piernas. — me hace sonreír, pienso en cuanto me quiere, solo a mí, porque cuando un hombre solo tiene ganas, y te toma como opción utiliza otras palabras, —Bebé ven a chupármela. — ¿notan la diferencia? El primero quiere que yo esté ahí, necesita de mí, desea mi boca. El segundo por otro lado me quiere dar una orden, ni si quiera me lo pregunta, solo dice y espera que se le conceda, no es un caballero, usa una palabra más soez, sencillamente es un patán, yo he salido con tantos, que ya se todas sus "técnicas" de conquista, ya nada de eso funciona conmigo, pero Nicolás es diferente, él ha sabido mantenerme, hacer que le ruegue, aunque me canse y quiera matarlo, sigo ahí ¿por qué? Es sencillo, Nicolás se tomó el tiempo de enamorarme.

Aun no logro entender a ese tipo de hombres que quieren tener sexo con la que se les ponga enfrente, sin conocerla, solo porque le han visto un bien culo y se han imaginado mil maneras de ponerla en la cama, pero cuando en el momento únicamente lo hacen en la posición del misionero, ya que son demasiado maricas para realizar sus perversidades de ponerla en cuatro y darle un par de nalgadas en el gran culo que tienen, estos niños, porque no se les puede llamar de otra forma, le cuentan a todos de su encuentro con la chica y presumen que se la cogieron una vez, exacto, una maldita vez.

En cambio, un caballero, un hombre de verdad, se valora, se toma el tiempo de conocer a la mujer que será digna de ser domada por él, la conquista con detalles, la enamora, la lleva a citas, la presenta, les hace ver a todos que ella es suya, su propiedad, hace que todos los demás en la calle lo envidien porque cada noche pone a la chica en la posición que desean, le da duro cuando quieren, toca ese culo en el momento más inoportuno, sin vergüenza, lo hacen porque es de ellos, porque nos pueden hacer lo que quieran, porque nadie más puede hacerlo, Porque él la posee, es toda ella, con sus buenos y malos días, aunque a veces lo exaspere, lo agote, lo asfixie, al final del día se descarga todo eso contra ella antes de dormir, una caballero siempre tendrá una dama a su lado, nunca despertara solo, tendrá el desayuno servido cuando despierte, su casa estará limpia, sus duchas serán sensuales, sus tardes serán entretenidas y sus noches salvajes, ¿qué más puede desear un hombre?

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