Capítulo XXI - Mi ángel
Extraño esa parte de mí, esa que se fue contigo... — Fer Dichter
Nunca en la vida creí sentir este dolor, esta agonía de perder a alguien de esta manera. Una amistad, una hermandad, un amor, un consejero. No puedo, y no podré jamás superar este sentimiento, pensar en ti, decir tu nombre, hablarles a todos de ti, me parte el alma, siento como algo presiona mi pecho y hace que crujir mi corazón.
Es una triste mañana de viernes aquí en la ciudad, es fría y desastrosa. Todos lloran y gritan tu nombre, con aplausos al cielo y gritos de despedida, nos parte el alma que no estés aquí princesa.
Tú eres mi ángel, ese ángel que me cuida. Maldito sea el día en que te fuiste de mi vida. No logro superar tu falta aquí, el no tener quién me espere más me arranca la felicidad con garras y dientes. Melissa, si tan sólo no hubiera sido impulsiva, todo hubiera sido diferente, aunque no existe lo inevitable, esto era lo que debía pasar.
—Aló. — dice su dulce voz desde el otro lado.
—Nena. — le digo. —Estoy bajando del bus, te espero en la entrada.
—Si amor, estoy a punto de salir del edificio para tomar un taxi.
—Gracias, muero por verte.
—Y yo guapa, te amo. — dice por última vez y cuelga el teléfono. Y muero de ganas por verla, correr a sus brazos y besarla, besarla con todas las fuerzas del mundo. De la única forma que se puede besar a alguien que se ama, de esa sencilla forma en la que sientes un cosquilleó leve subir por la espalda y terminar en la nuca, y maldita sea, no existe nada en ese momento, solo ese beso, ese beso de amor. Y mierda, hubiera podido matar a alguien con tal de tenerla entre mis brazos, desnuda como aquella primera vez.
Me he fumado una cajetilla de cigarrillos completa, no he dejado de lamentarme por Nicolás, por su estúpida manera en la que me trata y yo acepto.
—Bárbara— suena esa su dulce voz desde el comedor. Giró y está toda despeinada, sudada por limpiar el desastre de apartamento que tengo, de esa misma manera limpió el desastre de mujer que era...
—Puedes tomar el dinero de mi cartera. — le digo y continúo torturándome sola. Todo se queda en silencio, giro mi cabeza y ella está ahí con su dulce sonrisa, su sonrisa contagiosa. Hace que sonría con ella. Se acerca a mí y me abraza, un abrazo cálido y sensual. Logra que mi mente se despeje de ese imbécil. La veo a ella, solo a ella y maldita sea, que linda boca tiene... quizá el vino me tiene ebria, quizá los cigarros y el humo me tienen drogada, quizá pasen mil cosas, pero definitivamente esto es calentura, quiero besarla, necesito besarla.
Me dejo ir, esperando que ella me empuje o detenga, pero no, ella se acerca más a mí. Me toma del culo y me pega a su cuerpo, y el beso, el beso húmedo hace que mi vagina gotee, siento sus tetas en mi pecho y quiero besarlas y chuparlas, las tomo en mis manos con fuerza y arranco su ropa, necesito tenerla encima de mí, que me reboten en la cara. Nos recostamos en el sofá, me desnuda suavemente sin dejar de besar mi cuerpo, sin dejar de humedecerme, su lengua se siente tan bien en mi piel, me encanta como me hace gemir esta mujer.
Le doy la vuelta, la pongo en cuatro y bajo sus jeans hasta sus tobillos. Su culo, su enorme culo me lo pongo en la cara y lo beso, lo muerdo y puta quiero meterme en ella, quiero probarla. Jaló su tanga, y chupo su vagina, la hago a un lado y succiono con fuerza, me como su hoyo con mi lengua, y gime, grita de placer, quiero que se venga, quiero que me escurra en la cara su líquido. Y así sucede, puta es tan delicioso, sus gemidos son sabrosos.
Se acuesta boca arriba en el sofá y me sube en su cara, y veo sus ojos excitados, y chupa, lame mi húmeda vagina y yo me dejo llevar, me muevo porque me encanta, grito porque quiero que sepa que estoy disfrutando este momento, me pellizco los pezones, me aruño el cuerpo, me jalo el pelo. Mierda quiero acabar, quiero sacar todo este deseo que tengo, y lo dejo salir y grito, grito fuerte. Venirme en ella ha sido la mejor parte del haberla contratado. Mierda, muero por verla y comérmela toda, la necesito tocando mi cuerpo, haciéndome sentir la mujer más feliz del mundo, y no solo la necesito yo, la necesita también mi vagina, necesita sentir esa lengua por ahí, haciendo lo que solo Melissa sabe hacer, como solo Melissa ella me hace venir.
Esperé por ella más de dos horas en el aeropuerto, resignada salí a la calle y tomé un taxi, quizá tuvo que hacer algo en el trabajo. Le escribo y nada, la llamo y nada, su celular está apagado. Yo no dejo de pensar en esa maldita invitación, sus nombres me atormentan en la cabeza. Nicolás y Vanessa, Vanessa y Nicolás, ella y el, él y ella... ¿y yo? Yo quedé fuera de su vida, del juego. ¿En qué momento perdí la partida? Llegando a casa aún estaban los forenses enfrente, analizando la escena del accidente. De cómo un conductor no la vio cruzar, y de como ella nos abandonó. Al bajar del taxi, la señorita de recepción me abrazo fuerte.
—¿Qué ocurre? — le pregunte confundida.
—Señorita Bárbara, lo siento tanto. — dijo con lágrimas y sollozos. Y entendí, entendí como cuando tocas el fuego y te quemas, de una manera estúpida y dolorosa, recibí un golpe directo en el pecho, una sacudida de realidad que me dejó sin aliento. Melissa está muerta.
Esas cuatro palabras resonaron en mi mente, haciendo eco de la crudeza de la verdad. Me quedé paralizada, incapaz de asimilarlo por completo.
Habíamos compartido tantos momentos juntos, risas, secretos, confidencias... Era mi amiga más cercana, mi compañera de aventuras, la que siempre estaba ahí para mí. Pero ahora, de repente, ya no estaba. Y me sentía perdida, como si una parte de mí se hubiera desvanecido junto con ella. Habíamos soñado con recorrer el mundo juntas, vivir mil y una experiencias, pero ahora eso ya no sería posible.
Una ola de tristeza me invadió, y las lágrimas brotaron de mis ojos sin control. Melissa era tan joven, llena de vida y energía, ¿cómo podía ser que ya no estuviera aquí?
Intenté recordar las últimas veces que la vi, pero todo se mezclaba en mi mente. Los días pasaban tan rápido, y ahora me arrepentía de no haber pasado más tiempo con ella, de no haberle dicho lo importante que era para mí. Intenté tomar un momento para respirar profundamente y tratar de calmar mi corazón acelerado. No podía quedarme en este abismo de dolor y confusión.
Y estoy aquí, enterrando su bello cuerpo. Llorando y gritando al viento mi amor por ella, por qué no es justo, no lo es. Las personas como ella, están aquí para darle ánimos al mundo, para acompañar a estas almas perdidas en el camino de la vida. Ese ángel que caminaba conmigo de la mano para darme un poco de aliento en mis malos momentos.
Siempre estuviste ahí para mí, cuando más te necesite. Llegabas a casa con una sonrisa de oreja a oreja haciendo payasadas, recordándome lo bueno y lindo que tenía, a ti. Sabías que darme en mis momentos de depresión, sabias como hacerme sonreír siempre. Nunca en la vida superare esto, me hubiera encantado irme contigo.
Y eso quiero, irme con ella. Irme y no regresar, no despertar jamás. Tengo todo lo que pude haber deseado y por lo que luche, pero no te tengo a ti nena. Y no quiero seguir sin ti, no hay nada que seguir, no hay vida que vivir. Y si, el suicidio es una opción, una forma de terminar con todo. Porque, al fin y al cabo, ¿qué es lo que en realidad quiere un suicida? No es dejar de vivir, es dejar de sufrir, yo quiero dejar de sufrir y estar en ese lugar donde este ella, solo ella para mí.
Las noches se suceden, los días avanzan y, sinceramente, el mito de que el tiempo todo lo cura es solo una ilusión. Cada día que pasa, el dolor parece acrecentarse, mientras todos a mi alrededor siguen adelante con sus vidas, yo me siento estancada en el mismo lugar.
No puedo evitar pensar en ti constantemente, tu recuerdo se ha convertido en mi sombra inseparable. Me pregunto si algún día podré sacarte de mi mente y dejar de sentir este profundo vacío que me consume. Tal vez debí entregarte más de mí, darte todo lo que merecías, porque tú eras mi mundo entero, mi razón de ser.
Es difícil aceptar que ya no estás aquí, que te llevaste una parte esencial de mi vida contigo. Siento que ahora soy solo una sombra de lo que fui cuando tú estabas a mi lado. La otra mitad de mi existencia se ha desvanecido y, en su lugar, solo quedan los recuerdos y el dolor.
No sé cuánto tiempo más podré resistir así, atrapada en esta melancolía que me abraza cada día. Lo único que tengo claro es que nunca dejaré de amarte, eso está escrito en lo más profundo de mi corazón. No importa cuánto duela o cuánto tiempo pase, tú siempre serás parte de mí.
Este capítulo, fue el más difícil de escribir para mí. Está dedicado a mi amigo, mi amante, mi hermano de otra madre. La mitad de corazón que me falta la tienes tú. Cuídanos mucho amigo, eres lo único que me motiva a seguir, todo lo que hago es por ti y para ti. Espero encontrarnos pronto, aún tenemos cosas por hacer querido.
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Mi Turno
Teen FictionAntes de empezar a leer hay unas cosas que debes saber. 1. Esta no es una historia de amor. 2. La lujuria te puede controlar. 3. Contiene mucho sexo. Bárbara está harta de que su hombre siempre la domine. Que ella siempre caiga a sus pies, despu...