𝟑.𝟗𝟒

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[Al día siguiente]

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Así como nos anunció Hange anoche, hoy después de mucho tiempo volveré a ver al calvo instructor de reclutas Keith Shadis. Recuerdo vívidamente el día en que lo vi por última vez, ese calvo Shadis, fue el mismo día en que Erwin vino por mí y me llevó al cuartel de la Legión de Reconocimiento.

Los caballos corrían rápidamente hacia el cuartel donde se encontraba aquel hombre y una vez que llegamos, una avalancha de recuerdos vino a mi mente. Bajamos de los caballos, nos adentramos en el cuartel y en medio del patio estaba él con su postura típica.

—Instructor Shadis —habló Eren tratando de captar su atención.

Al captar su atención, Shadis comenzó a voltearse hacia nosotros, apartando la mirada de los reclutas que estaban entrenando. Al vernos, se volteó por completo y comenzó a analizar a cada uno.

—Nos encontramos de nuevo, calvo barbudo —dije acercándome a él—, ¿qué te parece dedicar un poco de tu tiempo a tus ex reclutas?

Shadis miró a todos, luego asintió y nos llevó al interior de su pequeño cuartel.

—No sabía que tú y él eran amigos —dijo Armin caminando a mi lado.

—Me gusta burlarme de él, ya está acostumbrado a eso —dije encogiéndome de hombros indiferentemente.

—Entren —nos invitó Shadis a entrar en una pequeña sala.

Cada uno tomó asiento, excepto Sasha, quien se negó varias veces y se puso en un ángulo.

—¿Qué pasa, Blouse? ¿No vas a sentarte?

—No, señor, estoy bien. ¡No se moleste!

—Es verdad, recuerdo que solo venía a esta habitación cuando tenía que reprenderte. Solo han pasado unos meses, sin embargo, están irreconocibles.

—Disculpe, comandante, no, instructor Shadis. Estamos a punto de recuperar la muralla María, ¿sabe por qué hemos venido hasta aquí?

La respuesta de Shadis no se demoró en llegar. —Eren, no sabes cuánto te pareces a tu madre, pero los colmillos que acechan en tu mirada son de tu padre.

—Se lo suplico, dígame todo lo que sepa —dijo Eren levantándose de su asiento.

(...)

Al finalizar la historia contada por Shadis, Hange se levantó enfurecida de su asiento.
—Ahora sabemos por qué se retiró al campo de entrenamiento. Estoy segura de que no fue por los soldados que murieron, sino por una estupidez sentimental, como querer saber si eres especial o no.

—Ya basta, Hange —trató Levi de detenerla.

—Tus complejos no importan, no huyas de la realidad...

—Contrólate —le dije entre dientes, pero no funcionó. La mujer se levantó y dijo: —Eso es justo lo que significa "consagrar tu corazón".

—Por favor, Hange, ya no sigas. El instructor tiene razón. Al final del día, no soy especial, solo soy el hijo de un padre especial. Eso es todo —dijo Eren con la mirada cargada de tristeza, lo que me causó un gran dolor verlo de esa manera.

𝐒𝐭𝐫𝐚𝐧𝐠𝐞 𝐟𝐞𝐞𝐥𝐢𝐧𝐠𝐬 || 𝐋𝐞𝐯𝐢 𝐀𝐜𝐤𝐞𝐫𝐦𝐚𝐧 𝐲 𝐭𝐮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora