𝟏.𝟏𝟗

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[Al día siguiente]
—¡Todos en línea! — ordenó un soldado miembro de las Tropas Estacionarias, parado al frente de todos los refugiados que han logrado sobrevivir ante el ataque del distrito de Shiganshina.

—Ahora todos tendrán el trabajo de sembrar y cosechar las papas, lo suficiente para poder alimentar a toda la muralla Rose durante este invierno. ¿Entendido? — preguntó mirando a cada uno con la mirada mientras asumió la posición de autoridad.

"¡Sí, señor!" respondieron todos los presentes.

—Bien, ahora entregaremos a cada uno de ustedes un rastrillo. De vez en cuando revisaremos si trabajan o no, y si encuentro a alguien que no está haciendo nada, tendrá un buen castigo —nos amenazó.

—De refugiados nos convertimos en esclavos —murmuré en voz baja solo para mí misma.

O eso creía.

—¿Quién habló? —preguntó mirando a cada uno de los pocos sobrevivientes. —Quien dijo eso ¡Está obligado a levantar la mano!

Nadie decía o hacía nada.

—Bien, si es así —dijo acercándose a un hombre cualquiera y comenzó a golpearlo brutalmente.

—¡AAAAAAAAH! —gritó el hombre que recibía los golpes. - —¡NO DIJE NADA! ¡LO JURO! —exclamó mientras retrocedía del dolor en el suelo.

—Si no fuiste tú, entonces ¿quién fue? —preguntó de nuevo el soldado.

—Yo...—dije mientras levantaba la mano.

—________, ¿qué estás haciendo? — escuché a Armin susurrando y preocupado.

—¿Ah? Entonces fuiste tú ¿eh? —dijo acercándose a mí. —Hazte ver, sin vergüenza ¡Hazte ver! —gritó mientras me quitaba la capucha. —Vaya, vaya, vaya, así que aquí aparte de ladrones de comida tenemos también a una niña sin vergüenza, ¿eh?

—¿Cómo puede una niña tan bonita como tú decir algo tan feo como eso, ¿eh? —dijo mientras me acariciaba el rostro con su fría mano asquerosa. —Eres una niña muy linda, lo sab...¡¡AAAAAAAAHH!! —gritó de dolor cuando le mordí la mano.

Qué asquerosidad.

—¡Ni te atrevas a llamarme "niña" otra vez! —advertí cuando dejé de morder la mano y luego escupí cerca de él para quitarme ese asqueroso sabor de mi boca.

—Aaah, maldita perra —dijo sobándose la mano.

—¡CAPITÁN! ¿SE ENCUENTRA BIEN? —gritó uno de los soldados que acompañaban a ese individuo que se hacía llamar "capitán".

—¡CAPITÁN! ¿ELLA NO ES LA NIÑA QUE ESTAMOS BUSCANDO? —preguntó a lo lejos otro soldado de su mismo rango.

—¿AH? —este me inspeccionó de arriba abajo, como si viera un monstruo, y agrandó los ojos.

—¡Elián! ¡Atrápala! —ordenó a su subordinado.

El recién nombrado me agarró de los brazos con fuerza para que no pudiera escapar. Otro soldado vino con una cuerda y me ató las muñecas y los tobillos. Forcejeé, pateé, hice de todo para que me soltaran, pero nada funcionaba. El tal Elián me cargó como si fuera un costal de papas y comenzó a caminar hacia no sé dónde, mientras Eren y Armin gritaban, pidiendo que me soltaran, pero todo fue inútil.

—¡SUELTENLA! —gritó Eren.

—¡NO LE HAGAN DAÑO! —exclamó Armin.

Quise gritar, insultar a estos descarados, pero no podía, ya que el otro soldado me puso una especie de bozal para que no hablara. Y así fue como vi por última vez a Eren, a sus amigos y al señor Arlert. Si tan solo me hubiera callado y no hubiese dicho nada, tal vez no estaría en esta situación.

¿Por qué tengo que meter la pata cada vez?

(...)

Después de que me alejaron del campo de papas, me hicieron subir en una carruaje y en menos de diez minutos llegamos a un cuartel, supongo de las Tropas Estacionarias.
De manera brusca me hicieron bajar del carruaje y de nuevo el tal Elián me cargó como costal de papas hasta llegar a una oficina. Una chica de la misma división abrió la puerta y entró en la habitación. Me bajó y me hizo sentar en la silla frente al escritorio del comandante, quitándome el bozal de la boca.

—Comandante Dot Pixis, encontramos a la niña que mató al titán el día en que la Muralla María cayó

—Bien, puedes retirarte —dijo sin sacar la mirada de la hoja que tenía en mano.

Era un hombre de edad avanzada, pelado, con bigotes grises y numerosas arrugas en su rostro.

Así que él debe de ser el Comandante Dot Pixis.

—Bien, tú eres ___________ Sasaki, ¿correcto? —preguntó Pixis, sin levantar la mirada de los documentos.

—Sí —respondí fríamente, observando sus movimientos con los dedos.

Susurró algo para sí mismo que no logré entender. —Según los testimonios, tú eres aquella niña que mató y destrozó a un titán alto como una casa de tres pisos, ¿no es así? —cuestionó el viejo, levantando ligeramente la hoja para leerla mejor, donde supuestamente estaría escrita la información sobre mí.

—Sí

—Interesante —respondió dejando de leer la hoja, para luego levantarse de su asiento y caminar hacia la ventana detrás de él. —Mira, no haré ninguna pregunta sobre tu pasado. Pero a cambio quiero que entres al campo de adiestramiento para convertirte en soldado —dijo seriamente, mientras sacaba del bolsillo de su chaqueta una cantimplora, la destapó y empezó a tomar de ella.

El silencio llenó la habitación, incómoda y tenso, como si durara eternamente.

Pixis dejó de tomar y caminó lentamente hacia mí, quedando cerca a mi lado. —Te seré directo, Sasaki. Quiero que te conviertas en un excelente soldado y que luches a lado de los mejores. Lo que lograste ese día, no mucho con experiencia hubiesen logrado hacerlo. ¿Qué dices? —preguntó, esperando mi respuesta.

¿Luchar a lado de los mejores?

—A ustedes no les importa lo que he vivido ese día... —dije queriendo cruzarme de brazos pero mis pulsos seguían atados.

—Estamos a conciencia que has perdido a tus padres y es por eso que queremos que utilices tus ganas de venganza en el campo de batalla. Puede que suene mal, pero es así —dijo mientras desataba las cuerdas que tenían unidas mis muñecas y tobillos.

—Quiero vengarme... —respondí, con una mezcla de determinación y tristeza en mi voz.

El pelado asintió, con una mirada seria pero comprensiva. —Entonces te unieras al campo de adiestramiento para reclutas, junto al entrenador Keith Shadis.

No sabía si estaba tomando la decisión correcta, pero sentía que era mi oportunidad de hacer algo, de convertir mi rabia en fuerza. Y además podré acercarme más para saber algo sobre Isabel.

—De acuerdo. Acepto —respondí, firmando mentalmente un pacto conmigo misma.

Pixis sonrió y extendió su mano para que yo la estrechara. —Perfecto. Una vez terminado tu adiestramiento tendrás que escoger en cuál división militar añadirte: Tropas Estacionarias, Legión de Reconocimiento o Policía Militar. Aunque creo conocer la respuesta.

𝐒𝐭𝐫𝐚𝐧𝐠𝐞 𝐟𝐞𝐞𝐥𝐢𝐧𝐠𝐬 || 𝐋𝐞𝐯𝐢 𝐀𝐜𝐤𝐞𝐫𝐦𝐚𝐧 𝐲 𝐭𝐮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora