𝐒𝐭𝐫𝐚𝐧𝐠𝐞 𝐟𝐞𝐞𝐥𝐢𝐧𝐠𝐬 || 𝐋𝐞𝐯𝐢 𝐀𝐜𝐤𝐞𝐫𝐦𝐚𝐧 𝐲 𝐭𝐮

𝟏.𝟔𝟑

[20 minutos antes de partir por el distrito de Caranés]

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¿Donde... donde me encuentro?

Me pregunté a mi misma mientras me sentaba y trataba de entender en que lugar me encontraba, todo era muy borroso, hasta que por fin mi vista se ha vuelto a la normalidad y me permitió ver a mis alrededores. Quedé sorprendida al ver lo que tenía en frente, parecía irreal, un sueño... o mejor dicho... una pesadilla. Por qué este lugar es una pesadilla...

-¿Qué hago en la ciudad subterránea?- me pregunté a mi misma aún sentada en el piso, mientras volteaba a cualquier lado para constatar si lo que veía fuera real.

No tenía dudas... es ella... la ciudad en que nací y viví por casi toda mi infancia... la misma en donde perdí la mayoría de quienes yo amaba.

-¿Pero qué hago aquí?- me pregunté otra vez, mientras empezaba a levantarme del sucio suelo lleno de polvo, tierra y suciedad.-¿Hange? ¿Armin? ¿Mikasa? ¿Eren?... ¿Levi?- traté de llamarlos, pero nada ellos no estaban aquí.

Me limpié las manos y al hacerlo noté que aún tenia la uniforme de la legión. Recordé de la herida que me hice en la lucha contro la titán hembra. Así que levanté mi camisa, la herida estaba... pero no sentía ningún tipo de dolor.

-¿Por qué la herida no me duele?- dije tocándola, pero nada, nada de dolor.

Dejé de pensar en la herida y comencé a caminar, conocía el callejón donde me encontraba, era el mismo donde escondía el equipo de maniobras tridimensional hace mucho tiempo. Salí del callejón, conocía el camino de memoria y al rato llegué a la pequeña casa donde crecí.

-¿Por qué las luces están prendidas?- me pregunté mirando la ventana que daba a la cocina.

No sabía si tenía que entrar o no, por un lado me decía de hacerlo, por otro de no. ¿Si entro en esa casa, volveré a ver mi familia? ¿A mis padre y mis abuelos?

La curiosidad era muy fuerte y se apoderaba de mi, tan fuerte que no me di cuenta que ya estaba con la mano en el cerrojo de la puerta de casa. Mi corazón latía a mil por hora, sentía mis piernas temblar y comencé a sudar frío por lo nerviosa que estaba. Tomé una gran cantidad de aire y abrí la puerta. Todo era idéntico a como lo recordaba: las manchas de color gris en las paredes causadas por la humedad, al igual que el techo que estaba al punto de caer, el piso donde se tenía que hacer atencion a donde pisar, si no querías que la casa te tragara... todo... todo era identico a como la deje...

-___________ ve a llamar a papá y a los abuelos... la cena ya está servida.- esa voz... esa dulce y suave voz...

-Mamá...- dije mientras caminaba en dirección de la cocina.

-Si mami- pero una voz de niña me hizo que me parara al instante, como si me hubieran petrificada.

De la cocina salió una niña que llegaba más o menos a mis caderas. Era un niña de pelo largo, tez blanca y llevaba puesto un sucio y empolvado vestido que ya no era más blanco.