Cloe Smith nació en un mundo de tinieblas, donde la luz era solo un sueño y un enigma. Nadie sabía de dónde venía, si existía o cómo crearla. Solo se contaban historias de un tiempo lejano, cuando el sol iluminaba el cielo y las estrellas brillaban...
Para mayor imersion en este capitulo deja que el sonido te lleve a donde las palabras no pueden el sonido es poderoso y nos lleva donde el idioma no puede:
Inmediatamente que el infierno se desató, una única pregunta se alzó entre el caos: ¿qué demonios hizo que esto sucediera? El aire se volvió irrespirable, cargado de miedo y presagios. Todos temblábamos, y las historias macabras de Brianda dejaron de ser simples cuentos para convertirse en sombras que acechaban detrás de cada susurro del viento.
Apreté con todas mis fuerzas la mano de Douglas, mis dedos casi clavándose en su piel, y con un nudo en la garganta, lo miré a los ojos.
—Quédate conmigo, no me sueltes. Por nada de este maldito mundo. Tengo que llegar contigo a casa. Debemos traer la luz al pueblo, o todo estará perdido.
Douglas estaba pálido como un cadáver, con el terror empapando cada rincón de su ser. Temblaba como si su alma intentara escapar de su cuerpo. Su voz quebrada apenas pudo responder:
—No te soltaré... pero protégeme, por favor... No dejes que nada me pase, Cloe. Tengo tanto miedo...
Antes de que pudiera tranquilizarlo, Alison dio un paso al frente, su rostro inexplicablemente sereno ante el horror que nos envolvía. Miró a Douglas con una confianza casi perturbadora y dijo:
—Tranquilo, chico del infinito. Yo te protegeré. Pero pase lo que pase, mantén la calma.
Entonces Brianda, con sus ojos cargados de ese oscuro conocimiento que siempre había aterrorizado a todos, me sostuvo la mirada como si estuviera midiendo mi alma. Luego se dirigió a Douglas con un tono firme que no dejaba espacio para dudas:
—Cúbrete bien con esa capa. Los volveré intangibles tanto como pueda. Caminen en línea recta. No se detengan. Por nada del mundo.
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Y ahí estábamos, avanzando hacia la oscuridad con cada paso cargado de un miedo indescriptible. Cada sombra parecía alargarse para atraparnos, y el eco de nuestras respiraciones cortadas llenaba el silencio, mientras el abismo, inevitable y cruel, nos esperaba.
A lo lejos, la risa chillona y grotesca continuaba desgarrando el aire como un recordatorio cruel de lo que nos esperaba. Su eco se burlaba de nosotros, resonando como un martillo en nuestras almas ya fracturadas.
—Buenas noches, Juki. Aquellas palabras, tan simples y venenosas, se hundieron en nosotros como espinas invisibles. Lo que sea que venía, no podíamos detenerlo.
Alison ajustó su espada de plasma, pero esta vez no había valentía en sus ojos, solo una resolución desesperada. Sabía que estábamos perdiendo, que esta batalla no tenía salida.
—¡Vengan!
Gritó con un nudo en la garganta.
—¡Los haré pedazos! ¡No importa lo que cueste! Brianda, protege a esos dos. ¡Yo resistiré hasta el final!