—Larga vida a la reina.Eva escuchó a lo lejos sus palabras, esa voz que reconoció instantáneamente. Se giró sobre su eje para ver dónde estaba, pero por más que giraba y giraba; no había nadie a su alrededor más allá que la oscuridad que la envolvía.
—Madre has creado algo histórico.
—¿Caín? —Eva preguntó, frunciendo sus cejas mientras seguía girando y girando, sentía que estaba constantemente a sus espaldas, pero por más que buscara no había nadie. —¿Caín?
—¿Cómo es posible? ¡Mí madre será la reina de los cuatro reinos!
No estaba por ningún lado.
—Caín, cariño, sal de donde estés.
Nada. Eva se detuvo de girar, mareada, el vestido se había enrollado entre sus piernas y la hacía sentirse presionada. No podía respirar bien, y sus gestos desesperados la dejaban en expuesta evidencia.
—Madre... ¡Madre! —La llamaba.
¿Estaba jugando con ella?
Eva intentó ver más allá de la oscuridad pero no lo lograba, la oscuridad mezclada con niebla hacia que a puras medias pudiese ver sus propias extremidades.
Sintió que alguien a sus espaldas la abrazaba, pasando grandes brazos masculinos por los suyos y presionando su espalda contra él. Eva soltó un pequeño gemido de susto ante el tacto, y se sacudió totalmente para salirse de él.
Él la soltó haciendo que ella caiga al suelo de rodillas y se gire rápidamente para verlo. Sentada en el suelo, con las manos apoyadas en éste para retroceder arrastrándose, observó a la figura masculina frente a ella.
—¿Qué haces en el suelo? Levántate, no es digno de tu reputación que alguien te vea así. Solo quería un abrazo. Es normal extrañar tanto a tu madre, ¿Verdad?
Eva no se movió, pese a que él estiró la mano hacia ella, ofreciéndole ayuda.
—Caín.
Él sonrió ampliamente, mostrando su dentadura.
—Madre, luces asustada.
Emmeline despertó de su sueño soltando un leve grito de angustia. Llevando una mano a su pecho se sentó en la cama sintiendo su corazón latir rápidamente. Respiraba por la boca, dado que sentía que el aire que aspiraba por la nariz no era suficiente para llenar sus pulmones.
Fue entonces, cuando vio al otro extremo de la habitación a Lucifer apoyado contra la pared comiendo frutas muy tranquilo. La sonrisa traviesa hizo que Emmeline apriete los labios furiosa.
—Muy gracioso, Lucifer. ¿Hacerme tener pesadillas? Que original.
—Encanto mío, los he tenido cada minuto que me has dormido. No puedes quejarte.
—No es mí culpa que Faroe juegue.
—Lo sé, en el fondo lo sé. No puedes dominar a los demonios más inútiles menos podrás con Faroe.
Emmeline bajó de la cama, su vestido claro se arrastró por las cerámicas mientras avanzaba por la habitación del castillo. Al llegar a la mesa donde comía fruta Lucifer, se sintió una copa de agua.
—Si crees que me molesta aquello estás equivocado. Me agrada que tengas una tarea que solo puedas realizarla tú, eres un buen compañero.
Lucifer se rió, sacándole la copa de agua de sus manos antes que pueda llegar a tomarla, para beberla él.
—Todas las mujeres mienten, lo sé, pero cariño tú mientes tan bonito.
Emmeline se rió, negando con la cabeza. Le quitó la copa a él antes que pueda beberla, para luego mirarlo con una ceja alzada.
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El Rey Espiritual
FantasíaSECUELA DE "LA REINA DE LOS CAÍDOS" -Seamos sinceros, Eva... Dios está ahí afuera y sus seguidores igual, necesitarás de alguien para sujetarte... Porque al fin de cuentas, todos terminamos cayendo. No pretendamos ser lo que no somos. Nosotros somos...