07. Tornado

8 2 0
                                    

—Dos de ellos se escaparon, están fuera del límite.

Cleo, el lacayo de Erkan, leía las anotaciones que había hecho en su libreta. Informando mientras Erkan terminaba de dar unas últimas órdenes a las almas llegadas en el trascurso de la madrugada.

—¿Alguien le ha avisado a Lucifer? Infórmenselo a la reina por respeto, pero él es quien manda a los demonios.

—¿Y que hará la reina?

—Alguien tiene que ser la mente y otro la mano de obra.

—¿y su otro esposo? Los guardias informaron que durmieron los tres en la misma habitación.

Erkan se rió, negando con la cabeza.

—Para gustos hay colores.

—Iré a llevar los planos y luego nos veremos en el desayuno.

Cleo se despidió saliendo de la salón, con los planos contra su pecho. Cuando estaba por salirse, tropezó contra Arzaylea quien al mismo tiempo quiso entrar por la puerta, chocando de frente.

Los planos cayeron al suelo esparciéndose por todos lados.

—¡Lo siento, que torpe!

Arzaylea rápidamente los recoge y se los extiende.

—No hay problema. Tenga un buen día.

Cleo agarro firme los planos antes de sonreír y retirarse. Dejándolos solos.

—Arzaylea, que sorpresa verte. ¿Cómo has estado?

—Majestad. Bien, algo cansada, pero bien.

—¿No has podido descansar? ¿Hay algo en el que pueda ayudarte?

—Se escaparon dos demonios, necesaria mis armas para irlos a traer.

Erkan frunció el ceño.

—¿Tu sola?

—Si. ¿Por?

—Nada.—Torció los labios. —¿Cómo es que se enteró tu reina? Aun no hemos informado.

—No se enteró. Ayer los vi, se estaban llevando algo. Iré a traerlos así sumo puntos con la reina.

—Ya veo. Pero comprenderás que no es seguro dejarte ir con tus armas.

—Entonces acompáñame.

Erkan rio.

—¿Qué te acompañe?

—Claro, si te hace sentir seguro puedo darte mi arco, yo voy con mis cuchillas.

—Arzaylea, no rechazo la petición por miedo, sino por lógica. Son dos demonios de tamaño mediano-grande, sin informar previamente a tus reyes, no me parece correcto.

—¿Si pido permiso podre ir?

—Claro, incluso yo mismo iré a ayudarte.

—Siendo sincera soy mejor cazando sola. ¿Tu sabes algo de cacería?

—Algo sé, no mucho. Probaremos suerte, si las cosas se complican pediremos refuerzo. ¿Te parece? Bueno, si es que tu reina acepta todo esto.

—Imagino que usted también necesita la aprobación de su reina.

—Mi esposa se preocupa mucho, pero confía en mis decisiones.

—¿Y usted en las de ella?

Erkan la quedo mirando fijamente.

—Perdón, me entrometí demasiado. Tengo a mi esposo. En el reino mundano estaba casada, éramos unos desgraciados pero él siempre creyó en mi. Perdí a mi hijo por mucho tiempo, él me ayudo a encontrarlo.

El Rey EspiritualDonde viven las historias. Descúbrelo ahora