XI. Partida sin adiós

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Después de un breve periodo de ausencia, Lan WangJi regresó a la escuela.

Para entonces, las personas se esforzaron en ser amables con él ante la noticia del fallecimiento de su padre.

No supo si tomarlo como algo bueno, o una molestia. Al final, agradeció la buena disposición y continuó con su vida.

No es que estuviese en un luto. Se sintió fatal de no haber albergado un solo sentimiento de afecto por su padre; ni siquiera en las memorias colectivas del tiempo en el que su madre aún vivía. Pero fue él quien los abandonó y jamas volvió a visitarlos, o hablarle.

La última vez que interactuaron fue en la fiesta de cumpleaños del tío abuelo. Se limitó a verle a la distancia. Cuando su tío les obligó a ir y saludar, le señaló que había crecido bien, y que se parecía a su madre.

No mostró arrepentimiento al no formar parte de su vida, y continuó su charla con otros socios.

Su tío pareció notar el desánimo, y le convenció de acompañar a su hermano mayor, XiChen, para dar los saludos a sus primos segundos.

No pudo comprender porque intentó terminar con su vida.

Shufu le apartó de sus clases extracurriculares una tarde, y le llevó a la casa familiar para visitar a su padre. Pero WangJi no tuvo deseos de verlo. Aún así, siguió la voluntad de su tío y lo hizo.

Pero se dio cuenta de que el hombre frente a él no era el padre que le desconocía, sino los restos maltrechos de un hombre cuya conciencia jamás regresaría.

Entonces Lan Zhan entendió que jamás tendría respuestas al porqué de su desapego, o las razones que lo llevaron a atentar contra su vida.

Algunos días más tarde, pereció.

La ceremonia fúnebre y todo lo que conllevo fue pesado y tedioso. Demasiadas personas, demasiadas anécdotas de amigos y socios que referenciaron a un hombre que no conocía. Palabras de apoyo y aliento. Lan WangJi no se sintió mal por no sentir nada.

Quien realmente le preocupó fue su tío. Lan QiRen, por estricto que fuese, era la única figura paterna que tenía en la vida. Cuando su madre murió, y su padre les abandonó, se hizo cargo de ellos. Y, en medida de lo posible, fue bueno, y su presencia fue constante.

Tal vez demasiado, pero, a diferencia de su padre, su tío asistía a sus recitales y le preguntaba por su desempeño en clases.

Le dolió ver a su tío tan abatido de perder a su único y muy querido hermano.

El primer día de vuelta en la escuela, se mentalizó a rumores y miradas lastimeras. A la presencia de Wei Ying zumbando, haciendo preguntas indiscretas, pero también, ofreciendo consuelo. Un abrazo, una mano amiga.

Sin embargo, el día se destacó por la ausencia de Wei WuXian. Lo cual fue extraño, incluso si Wei Ying estaba castigado, habría un espacio para escapar de la detención solo para verle. Era esa clase de amigo leal.

Aún no habían aclarado nada. No sobre ser encerrados juntos, tampoco del beso o sus sentimientos.

Cuando la hora del almuerzo tuvo lugar, algunos de los compañeros de clase comenzaron a murmurar entre sí, a partir de la reciente expulsión de Wen Chao. Supo que Wei Ying había sido expulsado durante su ausencia, por iniciar una pelea accidentada contra el segundo hijo de la familia Wen.

Lan WangJi se lamentó.

Porque no tuvo oportunidad de decir adiós.

Más tarde, intentó pensar en las repercusiones que tendría su mal comportamiento hacía las relaciones diplomáticas de la familia Jiang y Wen. Pidiendo a los dioses que el castigo para Wei Ying no fuese demasiado severo.

Sentimientos destinados a ser, y no fueronDonde viven las historias. Descúbrelo ahora