Mi Nueva Yo

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Rosaline

El que juega con fuego se quema, pero no han jugado con el mío. Y eso él lo tiene bastante claro.

Últimamente he construido una personalidad muy diferente a la mía, mirada fría e indiferente. Voz fría y calculadora, postura derecha y mentón en alto. Y ahora toda mi ropa es negra y roja.

Si realmente quiero ganarme su confianza jugaré sus mismas cartas, su comportamiento y su forma de actuar.

Ya ha pasado casi un mes y aún no consigo que me hable de la jodida puerta. Ya estar aquí me estresaba e ideaba cada plan por segundo y ya me cansé.

Alguien tocaba mi puerta y antes de poder reaccionar Massimo había entrado y se sentó en una de las sillas que había en la habitación.

Pasé por alto su presencia, ya que de todas maneras me daba igual si estaba en la casa o no.

- ¿Por qué ya no me hablas?.- inquiere... ¿dolido tal vez?.

- Si te lo recuerdo, no dije que pudieras pasar a mi cuarto, ¿o es que acaso escuchaste que dije que entraras?.- le respondí indiferente.

- No... pero.- fue interrumpido por uno de sus guardias.

- Te puedes ir, y la próxima vez que entres sin mi autorización te castraré.- advertí entrecerrando los ojos.

- Sólo quería darte esta arma...- pausa.- Creo que va siendo hora de que tengas una.

No esperó a que dijera algo porque ya se había ido del cuarto. No me esperaba eso. ¿Por qué quiso darme un arma? ¿Y por qué tan pronto?.

Muchas dudas y sin respuestas. Aunque pensándolo bien, es hora de que practique mi puntería.

Esto sí me gusta.

Cállate antes de que te obligue.

Tampoco es que pudieras hacerlo, soy parte de ti quieras o no.

Desgraciadamente.

Mientras terminaba mi pelea con mi subconsciente, pensaba en cómo estaría Matt. ¿Tal vez me sigue extrañando o ya me olvidó?.

Solo espero que se encuentre bien.

Todas las noches aparecían esos ojos azules que tanto amo, su perfecta dentadura, él como me abrazaba y me apoyaba, su aroma, sus besos, de alguna u otra forma él siempre se colaba en mis pensamientos, era lo primero que pensaba antes de querer ver a mi familia, de quererlos tener cerca otra vez. Lágrimas salían de mis ojos sin darme cuenta, tenía la cara completamente empapada de lágrimas, ellos son mis pilares, mi vida, si alguno de ellos me faltaba no sé cómo podría lidiar con eso, era algo muy... aterrador siquiera pensarlo.

Mis ojos escocían de tanto haber llorado y sin darme cuenta, había quedado dormida y el dolor de cabeza al día siguiente fue horrendo.

Me levanté de la cama y fui al baño a tomar una ducha, fui al closet a vestirme y elegir mi ropa. Y una voz me sobresaltó.

- Señorita Rosaline, ¿está aquí?.- pregunta una de las señoras del personal, Amalia una mujer de estatura promedio, ojos azules llegando a verde, cabello castaño oscura y tez blanca. Ella me a ayudado a sobrellevar las cosas en esta locura. Y en la única en quien confío.

- Aquí estoy, y Amalia...- suspiré.- ya le dije que no era necesario llamarme señorita, es algo muy formal.- sonreí.

- Lo sé querida, solo trato de acostumbrarme a que pronto te irás.

Espera... ¿qué?

- ¿Cómo?...- interrumpe.

- Tengo instinto, pero quiero que sepas que debes esconderte muy bien al salir de aquí. Es muy fácil que él te encuentre.

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⏰ Última actualización: Jul 02, 2023 ⏰

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