Me encontraba en frente de la casa de Amity mientras esperaba por ella al mero pico de la ansiedad y el nerviosismo. En realidad, faltaban poco más de tres minutos para las 7:25, pero de igual forma yo estaba ahí, con las palmas empapadas y las rodillas al fallo.
Y aquellos pocos minutos que esperé ahí, se gastaron en mis manos acomodando mi suéter, mi cabello y mi casco aplastando los rizos de mi pelo.
Ni siquiera la frialdad del aire calmaba la temperatura de mi cuerpo recordando al suyo. A ella, pidiéndome que me levantase mientras tomaba el vigor necesario para abrazarme. A la febrilidad de su piel aún sin unirse a la mía por aquella tela bloqueando tal unión.
No sabía que estaba pasando, ni mucho menos qué era lo que ella me estaba causando, y eso me asustaba.
Mis pensamientos se esfumaron al escuchar que la puerta se abría y dejaba ver a Amity. Tragué duramente y me aguanté las ganas de abalanzarme a su cuerpo como lo hice ayer. No me importaba si esto era diario, nunca, o de forma frecuente, porque la chispa que encendía el impulso de quedarme en el olor que emanaba su cuello sería sempiterna.
Puse la pata de mi bicicleta y me le acerqué con lentitud, como si me le dirigiese a una criatura indefensa. Ella no se movía, solo me miraba, como si analizase cada una de mis acciones, de mis gestos, de los movimientos de mis dedos acercándose a sus nudillos lentamente.
No le toqué, pues la electricidad que se sentía de piel a piel era escalofriante, hasta que ella agarró mis manos —Buenos días —le dije casi susurrando —¿Estás lista para tus pruebas? —ella no respondió, de hecho seguía sin mirarme, pero sonrió, mordió su labio y empezó a agitar sus manos —Estás emocionada, ¿Eh? —asintió y yo sonreí más.
—Vamos —le dije caminando hacia mi bicicleta —. Me alegra que te hayas acordado del casco —di golpeteos a su cabeza cubierta, pero me asusté un poco cuando ella se quejó —¡Mierda! ¿Qué pasó? Discúlpame —se estaba tapando los oídos mientras gruñía y apretaba los ojitos. Le intenté tomar del rostro, y al no ver disgusto alguno, le acaricié las mejillas hasta dejar de sentirlas tensas.
—Soy muy sensible con los ruidos fuertes —abrió poco a poco sus ojos —. Perdón. —yo negué y le acomodé el cabello —No te preocupes, pero me gustaría que hablemos de tu autismo algún día, ¿Sí? Quiero entenderte más —le acaricié aquellos mechones castaños movidos por el viento. Ella asintió y yo sonreí para voltearme y comenzar a pedalear después de sentir sus manos en mi cintura.
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𝘖𝘭𝘰𝘳 𝘢 𝘓𝘢𝘷𝘢𝘯𝘥𝘢 [Lumity Fanfic]
Fiksi Penggemar"Luz contaba e ilustraba los días de otoño como gélidos y muy anaranjados; con olor a chocolate, canela y tarta de calabaza. Hasta que Amity, una joven que para todos era vista con ojos curiosos y especiales; por diversas y necesitadas razones se ha...