Cap 21.

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–¿Quieres que te lleve a casa?– solté un sollozos.

–No quiero ir ahí– me cubrió con sus brazos, tenía mi cabeza bajo su quijada, no podía parar de llorar, aunque lo intentará, es un dolor que nunca se me va a ir, la pérdida de un familiar, no es lo mismo a la pérdida de los seres que te crearon.

–Pero...¿Y Emir?–

Emir...

Mi hermano menor...

Mi hermanito...

Debe estar aterrorizado en este momento, seguro no tiene a nadie que éste con el para abrazarlo, darle cariños y consolarlo.Hacerle sentir que no está solo en este mundo. Yo soy la única que le queda, y debo, debo ir con el, y no dejarlo solo, nunca, nunca más.

–Lle-Llevame– Y eso fue lo que hizo, me llevó junto a el hasta su auto, me sentó con delicadeza en el asiento trasero y, me llevó hasta mi casa. Sentía que los minutos eran putas horas que pasaban a la velocidad de caracol. Las lágrimas caían solas, recorriendo toda mi cara, hasta que llegase a mi mandíbula y yo misma me limpiase. Aún no me creía perfectamente las palabras de Emir, simplemente no me entraba a la cabeza que mis padres estaban muertos. Era una cosa increíble.

Llegué a mi casa, y se veía que estaba recién atacada. Había sangre por todas partes, cadáveres en mi camino que de solo verlos les daba una patada. Corrí hacía la habitación de Emir, se encontraba justo como me lo había imaginado, tirado en el suelo, abrazando sus rodillas, junto a el se encontraba Wyatt que lo veía con tristeza. Cerré mis ojos por un momento, tratando de imaginar que nada de esto estuviera pasando, los volví a abrir, y todo se encontraba igual, todo era real. Despacio me acerqué a Emir, con mi dedo índice le toqué el hombro, reaccionó de una manera asustada, pero su expresión cambió al verme, saltó hacia mi para abrazarme. Nos quedamos medio minuto, abrazados, soltando lágrimas, sin importarnos la compañía que estaba junto a nosotros.

–Yo estoy aquí, contigo– le dije con toda la sinceridad...

A partir de hoy, solo vamos a ser tu y yo hermanito.

Los cadáveres siguieron donde lo dejaron hasta la noche. Pero antes de que los recogieran, Emir y yo llevamos al hombre que mató a nuestros padres a la cabaña, estaba muerto, si, y no podríamos torturarlo tanto como quisieramos, pero tenía familia, y ella si estaba viva. Averiguamos toda la información posible de aquel tipo, toda la que pudimos...Y ya habíamos hasta creado un plan, muy al estilo Yaman.

Al otro día nuestros tíos nos llamaron del hospital, mi madre estaba viva...

Emir y yo corrimos allá muy emocionados. Nuestra madre estaba viva, pero se encontraba muy grave, demasiado. Pero haríamos lo posible para que pudiera quedarse con nosotros. Y si tendría que irse...Pasaríamos con ella el mayor tiempo posible, y darle una despedida, la cual no pudimos darle a nuestro papá.

–Entonces mi chofer me dijo que le dio la informacion a Wyatt, pero el bien cabrón no me ha dicho nada– mi mamá soltó una risita –¿Que estará tramando ese pequeño?– me encogí de hombros.

–El está loquito– mencionó Emir, yo asentí –Pero no más que nosotros–

–No se metan en problemas– habló mi madre –No quiero que se hagan daño– ya le habíamos explicado todo el plan, pero ella no tenía confianza en que todo saliera como nosotros queríamos, decía que era demasiado peligroso para nosotros.

La muerte de mi padre no nos fue muy bien a todos. Pero los más afectados fuimos mi hermano, mi madre y yo. Emir se pasaba toda las noches llorando, yo lo miraba por la puerta deseando que todo eso acabara. Que todo fuera como antes, cuando éramos pequeños, éramos felices, y tal vez esa palabra sea simple pero es una de las más especiales que hay.

Una joven Mafiosa. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora